15 de Noviembre de 1999 | 00:00
La primera vez que los críticos se sorprendieron con el trabajo de Mercedes Morán como actriz fue a mediados de la década del 80 en un escenario under interpretando un delicioso personaje en El efecto de los rayos gamma sobre las caléndulas en el hoy desaparecido teatro Olimpia. Entonces se revelaba como una firme promesa del teatro. Más adelante volvieron a elogiar su trabajo sobre un proscenio en la comedia El último de los amantes ardientes, donde nació el romance con el protagonista de la obra, Oscar Martínez, que al poco tiempo se convirtió en su marido y padre de Manuela, su hija menor. Por entonces confesaba que no creía en la televisión pasatista ni en los teleteatros y que no se veía como una actriz televisiva.
Lejos estaba de pensar en aquellos días que un año antes de terminar el siglo XX iba a ser uno de los rostros más populares de la pantalla chica, protagonista de infinidad de tapas y artículos periodísticos gracias a Gasoleros, el gran suceso televisivo del '98, que dividiría su vida en un antes y un después.
En 1999 la romántica Roxi sigue conmoviendo a los argentinos con su personaje, aunque justo es reconocerlo, ahora opacada por las heroínas de Campeones. Pocos minutos antes de grabar uno de los capítulos finales de la telecomedia que la convirtió en estrella, accedió a hacer un balance de Gasoleros y de cómo se relaciona con la fama que ha ganado como primera figura de la pantalla chica.
¿Qué siente que cambió en su vida a partir del personaje de Roxi?
"Hubo cambios. Eso es innegable. Mi vida cambió desde el punto de vista de que tuve que adaptarme a los horarios de lo que significa hacer un programa diario. La cantidad de horas que le dediqué al programa, afectó mi vida familiar, ya que no pude estar todo el tiempo que quería junto a los míos. No te olvides de que yo tengo una nena chiquita. Pero por otro lado el reconocimiento de la gente tan masivo, no sólo me impresionó sino que me llenó de alegrías. Lo que pasó con Gasoleros fue algo insólito que ninguno de los que hacemos el programa lo imaginamos en esta medida".
Alguna vez usted dijo que estaba en contra de los culebrones y de las tiras diarias. ¿Hoy piensa distinto o para usted "Gasoleros" es algo diferente?
"Yo no cambié mi manera de pensar. No me traicioné. Tengo una inmensa alegría porque hayamos hecho este éxito y de la manera en que lo hicimos. No tengo nada contra el culebrón pero es un género en el que confieso no sentirme atraída. Como televidente me gusta ver una historia bien contada, actuada y dirigida. Hay historias creíbles y otras que no lo son. La diferencia que tienen Gasoleros y Campeones a otros productos, y de ahí el suceso, es que son historias absolutamente creíbles. Gran parte de la sociedad se ve identificada con los personajes que ahí aparecen y con lo que éstos viven".
Para usted "Gasoleros" escapa a los convencionalismos del género: muchacha rica, chico pobre o viceversa, por ejemplo...
"¡Por supuesto! Acá no caben las dudas. Gasoleros escapa a las convencionalidades folklóricas de las tiras. Acá no hay hermanos desencontrados, ni malos que roban bebés al nacer y éstos al crecer no saben que, por ejemplo, sus madres son esas mujeres humildes a quienes todos en la familia desprecian. Gasoleros se parece más a la vida misma porque tiene que ver con las dificultades internas de cada uno".
¿No tiene miedo de que a raíz de este suceso, la televisión la devore y la haga olvidar del teatro, que es donde empezó?
"No. No tengo ese temor porque no siento que haya dejado de ser la actriz que siempre fui para hacer este trabajo. Por el contrario, siento que aquí aplico todo lo que aprendí a lo largo de tantos años de profesión. Mi deseo por volver al teatro está intacto y las propuestas que recibo para volver al escenario no son dirigidas a esta Roxi que tiene tantos puntos de rating. Las propuestas son las mismas que recibía Mercedes Morán antes de Gasoleros. Por esa razón no tengo ningún tipo de temor".
¿El trabajar al lado de Suar hace que reciba propuestas?
"¡Claro que sí!, la semana pasada me llamaron para hacer una comedia el año que viene. Y la idea me entusiasma porque es para volver al teatro, vamos a ver qué pasa. Mis ganas están".
La fama a veces hace que muchos actores no sepan dividir su vida privada de la laboral. Sin quererlo la popularidad invade el mundo íntimo. ¿A usted le ocurrió eso?
"Yo traté de poner los límites y lo conseguí bastante. De todas maneras lo que pasó con Gasoleros fue tan fuerte que hoy ya no puedo caminar por la calle como antes. No me divierte salir con anteojos oscuros. Pero así son las reglas del juego cuando trabajás en uno de los programas más vistos."
¿Y personalmente le gustan esas reglas?
"Hay muchas cosas que no me gustan. Yo nunca deseé convertirme en una figura pública, ni que invadieran mi privacidad. Eso creo que está bien claro".
¿Hoy se animaría a interpretar un clásico en el teatro o haría una comedia pasatista, dado el tenor del programa y el público al que va dirigido "Gasoleros"?
"La única estrategia que yo utilizaría es la que utilicé siempre: que el material que me acerquen me despierte el deseo de hacerlo y me apasione. No quiero pensar en términos de carrera o en términos de qué es lo que me conviene. A mí lo que me conviene es hacer lo que tengo ganas, algo que me despierte la imaginación, me encienda y me haga feliz. Siempre llegué a buen puerto pensando así. Pensando de esa manera es como decidí hacer el segundo año de Gasoleros".
De llegar a existir la posibilidad, que hoy está descartada, de protagonizar un tercer año, ¿qué diría?
"Hoy por hoy te digo que no porque no me puedo imaginar tres años con un mismo programa. Pero esa posibilidad no existe. En diciembre el programa se termina".
"¡Grande Pa!", "Amigos son los amigos", "Mi cuñado" o "Los Benvenutto" estuvieron más de tres años en el aire...
"Me estás hablando de unitarios. No creo en un tercer año de Gasoleros, pero no se puede decir de esta agua no he de beber. Si a fines del año llegara con el mismo entusiasmo que en el '98, creyendo en la historia como creo y no apareciera otra cosa que me despertara más pasión, probablemente continuaría. A priori pienso que no. Creo que es tiempo de pensar en una historia y un personaje nuevos".
¿Mientras fueron pareja por qué no trabajó más seguido con su ex marido, Oscar Martínez?
"Nunca estuvo en nuestros planes hacer televisión ni teatro como rubro. Las veces que lo hicimos fue porque el proyecto nos interesó. Pero nunca fue nuestro propósito ser una fórmula. A una parte del público quizá pueda gustarle ver a un matrimonio en el escenario, a otro sector a lo mejor no. La de unir nombres es una tarea del productor y no del actor. A mí nunca me gusta especular con las cosas. Además pienso que al público le gusta que le cuenten buenas historias y bien actuadas. No creo que la gente vaya al teatro porque es un matrimonio el que protagoniza".
¿Cómo se lleva con el rol de madre? Usted tiene dos hijas grandes y una muy chica...
"La relación con mis hijas es fantástica. Hoy las dos mayores están independizadas y viven solas. Tanto Mercedes de 24 años, como María, de 21, son muy compañeras. Y ni qué decirte de ese sol que es Manuela. La experiencia de ser madre nuevamente, al tener dos hijas mujeres grandes, es bárbara, porque ahora estoy disfrutando de una cantidad de cosas que antes me pasaron casi desapercibidas".
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