8 de Junio de 2002 | 00:00
"Ciento setenta y tres" escrito con letras (y no números)
quizá refleje mejor la vasta cantidad de años transcurridos desde aquel
10 de Junio de 1829 en que, por Decreto del por entonces Gobernador delegado
Martín Rodriguez, se creara la "Comandancia Política y Militar de las
Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos en el Mar Atlántico",
hecho histórico este que diera pie para que la Nación Argentina conmemore
el "Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas,
Islas y Sector Antártico".
Sin pretender hacer historia, y apartándonos de todos los antecedentes
hispánicos (arrancando con Américo Vespucio, al servicio de España, o
más probablemente por navegantes de la expedición de Magallanes, en 1520)
es del caso recordar que en aquella época (1829), había intención del
gobierno bonaerense de crear otra comandancia en "el Estrecho" y cuyo
radio de acción comprendería las islas del Pacífico, lo que formalmente
no se concretó. Luego, el gobierno de Buenos Aires nombra a Luis Vernet
como "Comandante Político y Militar", delegándose "en su persona toda
la autoridad y jurisdicción necesaria" y con las instrucciones pertinentes.
Vernet, de simple empresario y concesionario, pasa a ser representante
político del Gobierno bonaerense, timbrando la documentación con un sello
que decía "Armas de la Patria. Comandancia de Malvinas y adyacentes".
Levantó el Establecimiento, que estaba en ruinas, y diez viviendas precarias:
para el cirujano, el almacén y el despensero, entre otros; y otras más
modestas aún, para los gauchos; promovió exportaciones de cueros y carne
salada; nombró agentes en el extranjero para que enviasen colonos; preparó
mapas de las islas; las dividió en once secciones, cada una a cargo o
bajo la inspección de un agente que debería obrar con independencia de
los establecimientos que se fundasen; otorgó concesiones de tierras a
colonos extranjeros, etc.
Como hecho histórico, entre muchos otros relevantes posteriores, el citado
hito cronológico fue, sin duda, muy importante para la causa "Malvinas".
Pero he aquí que, sin perjuicio de la multiplicidad de aspectos jurídico-institucionales
internacionales (de la más diversa índole) que se eslabonaron desde entonces
confiriendo sólida apoyatura a nuestros reclamos de soberanía, desde el
2 de Abril de 1982, en lo inherente al tema, se produjo un giro copernicano.
El modo de ver y "sentir" Malvinas, para el común de los argentinos, cambió.
En mi caso particular, para entonces, ni siquiera un mes había transcurrido
de mi graduación como abogado, y una mañana, con todavía la alegría del
logro obtenido y la juventud desbordando los bolsillos, me despierto con
la enorme sorpresa de que nuestras Fuerzas Armadas, habían "desembarcado"
en Malvinas. Confieso que sentí una gran satisfacción, pese a la temprana
muerte de un primer valiente soldado argentino (Giachino). Desde mi ingenuidad,
ayudada por la gran propaganda desplegada, pensé que los profesionales
de las armas, que ya mucho dejaban que desear en sus incursiones gubernamentales
(amén de las "otras", de todo lo cual nos enteraríamos, en detalle, después)
sabían lo que hacían, que todo se habría estudiado, calculado. En definitiva,
que 'el paso' se daba en firme. Con dolor nos enteraríamos después, que
no.
No me detendré aquí a analizar (mal podría hacerlo) los aspectos de oportunidad,
mérito o conveniencia sobre el particular, ni tampoco la asignatura pendiente
que Malvinas es para los argentinos (no para todos, tal vez, pero sí para
una gran mayoría). Apunto a destacar lo que considero fue, una gran frustración
para el apuntalamiento de la nunca del todo integrada nacionalidad argentina.
En efecto, como toda Nación, la nuestra ha necesitado para formarse de
ideales (lato sensu) comunes. Tal vez por exceso de revisionismo, o quizás
por no saber separar a los hombres de sus virtudes, en las últimas décadas,
arreciaron críticas sobre nuestros mayores, próceres o héroes. Tampoco
les fue mejor a nuestros símbolos patrios. En casos, degradados a la condición
de mera formalidad, y algunos casi desconocidos u olvidados. Nuestra canción
patria, en particular, balbuceada a veces como con vergüenza o cantada
en voz baja (por compromiso) en los actos; cuando no, interpretada por
cantantes populares con ritmo cambiado, un poco más pegadizo, para ver
si por ahí cae mejor. Por su lado, los temerosos o mal intencionados que
dicen ver en el genuino y puro sentir nacional, un desvío hacia el "nacionalismo"
de las repudiadas doctrinas del nazi-facismo. Por fin (y sin dejar de
considerar muchas otras razones) aporta también su cuota, la últimamente
difundida 'globalización', que sin esfuerzo (aunque con claras y/o inconfesadas
intenciones) da por tierra con la identidad nacional; 'rectius', de "algunas"
identidades nacionales.
En mi opinión, mucho de la crisis que hoy padecemos está íntimamente emparentado
con la ausencia de un auténtico y genuino "sentir nacional". Ora por entonces
(hace veinte años), ora -'a fortiori'- actualmente, hemos carecido de
un común denominador que identificara a la gran mayoría de los argentinos
con su patria, con -insisto- el sentir nacional. Y digo carecemos, antes
y ahora, pues Malvinas, pese a la singular antigüedad de la "causa", apuntó
a ser, con sobrada sustancia (hace dos décadas atrás) la 'gran causa'
que pudo haber contribuido a identificarnos como Nación. Empero, la enorme
frustración lo impidió.
Huelga expresar que prescindo del análisis de una cuasi cierta imposibilidad
por parte de nuestro "emergente" país, de vencer por las armas a una potencia
mundial. Voy al 'fenómeno' que generó y evidenció claramente Malvinas.
Sin perjuicio de un país en guerra que no lo demostraba, con sus domingos
de fútbol (en rigor, foot ball); espectáculos artísticos y otras yerbas,
lo cierto que en el sentir y ánimo de los argentinos, aquellos hechos
del Atlántico Sur, pesaban. No es del caso aquí recordar la multiplicidad
de manifestaciones de en un vasto sector de la población, que así lo evidenció,
todo lo cual se percibió en una amplísima gama de su integración, prácticamente
sin distinción de clase social, cultural, religiosa, o algún otro de los
tantos aspectos con los que "distinguimos". He aquí pues 'el tema' que
preocupó, ocupó e identificó a la casi totalidad del pueblo de la Nación:
un 'gran común denominador', que para bien o para mal, en ese momento,
convocó, unió e hizo vibrar sin discriminaciones al sentir nacional, como
nada lo había logrado hasta entonces. (Por favor, no confundir con la
participación de la selección nacional en los campeonatos mundiales de
fútbol, aunque por ahora -y a Dios gracias-sólo eso nos haya quedado).
Luego, la derrota y todo se diluyó.
Así las cosas, y sin perjuicio de la valoración de intereses de la más
diversa índole, y de la innegable relevancia de cada 10 de Junio, desde
el 2 de Abril de 1982, el 'sentimiento' Malvinas, cambió de hito cronológico.
Así lo entendió también un legislador nacional (tal vez recibiendo la
presión de parte importante de la comunidad) que sancionó la Ley 25.370
(promulg. Dic. 15 de 2000), por la que se declaró al segundo día del cuarto
mes del año como: "Día del Veterano y de los Caídos en la guerra en Malvinas".
En hora buena.
Y así, en la psiquis de la joven-niña Argentina, que creyó encontrar en
"Malvinas" probablemente un gran aglutinador de su estructura estamental,
al verse engañada, derrotada, desilusionada, corrió un velo ocultando
el detonante de un gran sueño que a poco que intentó gestarse, se frustró.
Para la prevalente mentalidad actual que lleva la conciencia más bien
'en el bolsillo', tal vez Malvinas sea prescindente, o de poco interés;
empero estoy seguro que todavía queda un remanente de quienes quisiéramos
pasar a mejor vida con Gran Malvina, Soledad y aledañas formando parte
efectiva de nuestro territorio. Y ello así por razones de la más diversa
índole: geo-políticas, de interés comercial, etc. Pero por sobre todo,
por amor y orgullo nacional. Eso sí, sin más derramamiento de sangre y
menos aún, inútil. Que así sea.
(*) Juez en lo Penal de La Plata
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