Pacho O`Donnell y el revisionismo histórico
| 31 de Agosto de 2012 | 00:00
Historiador, médico, diplomático, psicoanalista y dramaturgo, como presidente del Instituto Nacional del Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano, Mario "Pacho" O`Donnell estuvo en el Club Atlético City Bell para cerrar un ciclo de cinco conferencias sobre el revisionismo histórico: una interpretación de la historia argentina opuesta a la considerada la historia oficial.
Lo recibió una sala colmada. No menos de 150 personas, con una fuerte presencia de jóvenes, llegaron para escuchar su tesis y la del movimiento que lidera. A su juicio, la linea liberal considera que a las naciones la forjan los grandes hombres. Para los revisionistas, en cambio, la hacen los movimientos populares. Es decir, los pueblos.
Conocedor de datos prácticamente ignorados de nuestros próceres, O`Donnell sorprendió con su revalorización de Cornelio Saavedra, director de la Primera Junta y de la Junta Grande. Al mismo tiempo, disminuyó la figura de Mariano Moreno, considerado el gran revolucionario enfrentado con el "conservador" Saavedra. Reveló que Manuel Belgrano tuvo dos hijos naturales y que French y Berutti no se limitaron a repartir escarapelas como dos escolares: eran tan duros y decididos que los llamaban "Los infernales".
Al país pensado por hombres como Mitre, Sarmiento o Roca le opuso el país soñado por Dorrego y caudillos como Güemes, Artigas o el Chacho Peñalosa.
Rescató la figura de la coronela Juana Azurduy y el rol de la mujer en la construcción de la Argentina.
Denunció como una mentira histórica el relato de que en el Río de La Plata los indígenas hayan devorado a Solís y sus hombres. Pacho sostuvo que en estas tierras no exisitó el canibalismo. Ese dato le permitió exaltar el valor de los pueblos originarios.
Más allá de los datos que aportó, y que pueden ampliarse a través de los 26 libros que escribió, O`Donnell hizo gala de un carisma pocas veces visto en un académico. Habló desde el dolor pero también desde el humor.
Y fue con una emoción muy especial que recordó a su maestro Pepe Rosa, padre del revisionismo histórico en la Argentina. "El me enseñó a contar la historia para la gente, no para los historiadores", afirmó.
Lo despidió un aplauso cerrado y una conclusión: se puede disentir con él pero no se lo puede ignorar. Lo que propone a través de su concepción de la historia no es un intercambio de acusaciones sino un debate. Es decir, discutir para construir.
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