Un reino que no es de este mundo

Por JOSE SUPERA
Escritor

1.

Tienen ojos claros y piel blancas. Su linaje nunca se mezcló. No parecen de esta tierra. No parecen de ningún lado. Tampoco parecen de este tiempo. Su locación: acaso podría estar perdida en el espacio-tiempo. Pero no, definamos, seamos implacables como el periodista que todo lo sabe, que nada se le escapa: están al sur de la Pampa, en una extensión de tierra en el país del olvido. Acariciados por el silencio y el frío y la soledad. Viviendo y flotando en una suerte de burbuja de tiempo. Porque de su mundo no salen. De ese mundo en el que se visten como hace 200 años. Sin utilizar electricidad, sin ruidos, sin maravillas modernas. Sin ansiedades ni miedos. Entre ellos se multiplican y se consuelan y hasta se entierran. Su sangre es alemana. Sus ojos celestes. Celestes como miradas que parecen congelar. Sus palabras son de un desconocido y desusado idioma: alemán bajo. Los llaman Menonitas.

El documental no tiene subtítulos ni música ni efectos ni nada. En ese planteo, uno encuentra algo de la crudeza y aridez -pero también del silencio- con el que se vive a diario dentro de una comunidad menonita

Y un día una cineasta salió de nuestra Ciudad con una cámara.

Iba directo a un reino que no es de este mundo.

Iba a filmar su ópera prima.

2.

“Tenía que hacer una tesis para recibirme de Licenciada en la Facultad de Bellas Artes de La Plata, tenia en claro que el producto que realizara no quería que se transforme en un trabajo práctico más; sino en mi carta de presentación como profesional. Me levanté un día y sin haber leído ni visto nada, dije ‘quiero realizar un documental sobre los menonitas’, solo sabía que vivían sin luz, que andaban a caballo y se vestían de determinada manera, es más los ubicaba en la ciudad de Córdoba y no en La Pampa. Como son las casualidades - esa magia inexplicable - ese mismo día que se me ocurrió la idea, estaba en mi ciudad (Carlos Casares) y ahí mismo se encontraba Fabio, un chico que arma silos con los menonitas, me enteré de esto, lo fui a buscar para hablar con él, contarle lo que quería hacer y fue él quien me presentó en la Colonia a la semana siguiente.”

El documental, que es la ópera prima de la joven cineasta Tatiana Font, fue seleccionado para la primer edición del Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires (FIDBA). Este festival, según la autora, “tiene por objetivo colocar al documental de Buenos Aires y del país en el circuito del mundo. Tiene espacios formativos, espacios de intercambio y espacios de las habituales proyecciones. Cuenta con tres competencias la internacional, la iberoamericana y la argentina, yo estoy participando en ésta última. Mi documental se proyecta el día jueves 19 de septiembre a las 19 hs en el Cine Cosmos, y el domingo a las 16 hs. en el Centro Cultural San Martín”.

3.

El documental no tiene subtítulos ni música ni efectos ni nada. En ese planteo, uno encuentra algo de la crudeza y aridez -pero también del silencio- con el que se vive a diario dentro de una comunidad menonita. La palabra de Font rompe el silencio para subrayar esta idea: “Quería hacer un trabajo que demostrara su cultura, que no tenga lo ‘exótico’ marcado por una mirada ajena, marcado mediante el uso de algún recurso visual ni sonoro. Al investigar y más aún al hecho de convivir con ellos fui observando que es una cultura que no utiliza ningún instrumento musical, es una cultura que vive en nuestro país y no habla español, que está ajeno a todos los sucesos del país y mundiales. Entonces me volqué a ser lo más fiel posible a su modo de vida, en no colocarle nada ajeno a ellos, en intervenir lo menos posible. Con el tema de la música es porque ellos no la tienen, el tema de los subtítulos y la voz en off es porque quise que el espectador vivencie el documental como propio, como el tiempo efectivo que se vive ahí dentro, el estar sumergido en ese tiempo, el sonido está sin arreglos, es tal cual lo registró la cámara. Lo que pretendí hacer es poder transmitir esa realidad. Sé que como todo material de comunicación tiene el punto de vista de quien lo realiza, la manera de narrar, de enfocar ‘esto o aquello’, aún así no infringí en nada en lo que es su vida. Me pareció muy interesante contarlo mediante los pasajes bíblicos, ya que es una cultura que nace en base a una discordia con ella, es decir en las diferentes interpretaciones en la lectura de la Biblia que surgieron en el siglo XVI y sus principios hoy día se siguen conservando; si bien con el recurso de las placas hago una inducción en la lectura de las mismas con palabras que asoman primero, considero que no cambia en nada la realidad, solo que remarco a lo que quiero que presten mayor atención”.

4.

“La Colonia se encuentra en la provincia de La Pampa, pertenece al partido de Guatraché, está a 40 km de la localidad más cercana. Cuando realicé el documental entre el 2008 y 2010 eran alrededor de 1800 habitantes y se estaba abriendo una nueva colonia en las Delicias, en Santiago del Estero.

El documental, que es la ópera prima de la joven cineasta Tatiana Font, fue seleccionado para la primer edición del Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires (FIDBA)

Ellos se rigen por sus propias leyes, la autoridad máxima es el Obispo quien tiene un rol religioso/político es una comunidad que está muy organizada con sus roles, tiene una estructura que comienza por la división de las 10.000 hectáreas en 9 campos, cada campo tiene una escuela y un cementerio, luego hay solo 2 iglesias. Cada campo tiene un jefe y es una organización religiosa/social/política las decisiones se consultan entre los colonos y la última palabra la da el obispo. Es una comunidad que el casamiento se realiza por elección propia de gente dentro de su misma comunidad menonita (puede ser de México, Bolivia, Paraguay, etc.) no está permitido el divorcio, pero si existiera el estado de quedar viudo/a se pueden volver a casar con gente de la misma condición, es una comunidad que los dos roles (femenino y masculino) se necesitan mutuamente y están estructurados para sus funciones”.

5.

Pero hubo algo que a Font le impactó más que a otras cosas. Algo que está plasmado en un documental que parece filmado por una sombra fantasma, porque por momentos, la cámara, es como si no estuviera donde realmente está. “Creo que lo que más me impactó, fue en la misa del domingo: es una misa que dura 2 horas los domingos de 8 a 10 de la mañana. La primer vez que fui salimos desde una casa de familia en el boogy (su medio de transporte) tardamos más de una hora, hacía mucho frío e íbamos con una manta cubriéndonos las piernas; la entrada a la iglesia tiene una puerta para los hombres, otra para las mujeres y otra para los ministros y el obispo. La iglesia no tiene ninguna imagen, no tiene cruz (no adoran las imágenes) y los bancos son de madera junto al piso. Estábamos en la misa que cantan 2 canciones y luego ora el ministro y en un momento se paran todos al unísono, se arrodillan y apoyan sus cabezas en el banco; entonces al no entender el idioma y el ruido que se produjo con la madera al hacer todos juntos la misma acción fue como algo que no me lo esperaba y me impactó. Luego de la misa pregunté sobre todo lo acontecido. Después, con el resto de las costumbres, es como que las fui naturalizando al convivir ahí dentro y no me impactaron tanto”.

6.

Es la primera vez de Tatiana Font con un documental. Es su primera vez en un festival internacional de cine. Cambiamos un par de mails y me dice que foto de ella prefiere no cederme. Entonces me doy cuenta, y pienso, que es lo que hizo y hace y hará todo el tiempo. Poner la cámara ahí. Estar sin estar. Ser un fantasma de celuloide. Conseguir la belleza con la menor cantidad de elementos posibles. Y si ella puede no estar, si puede volverse una sombra que todo lo ve y lo filma, mucho mejor.