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Especial para EL DIA de National Geographic
Tienen 8 brazos recubiertos de ventosas que pueden adherirse prácticamente a cualquier cosa, y sin embargo los pulpos nunca se enredan en sus propios miembros, porque cuentan con un mecanismo de auto reconocimiento en la piel que impide que sus ventosas se les peguen, según un estudio publicado en Current Biology.
Nadie analizó este fenómeno antes, cuenta Frank W. Grasso, director del Laboratorio de Biomimética y Robótica Cognitiva del Brooklyn College, de la Universidad de Nueva York. El mecanismo es una forma sorprendentemente simple de controlar un sistema tan complejo como el tentáculo de un pulpo, y ha conseguido atraer la atención de investigadores de la robótica.
“Dos tercios de los nervios del pulpo no están en su cerebro sino en sus tentáculos”, explica James Wood, biólogo marino de la Universidad de Hawaii. Esos nervios permiten que el brazo cambie rápidamente de forma, color y textura y que las ventosas atrapen y prueben objetos, explica el científico.
Los pulpos tienen una red neural que está distribuida en todo su cuerpo pero que está controlada por el cerebro. “Realmente no sabemos cómo funciona el sistema completo”, añade. Pero con el nuevo estudio se está consiguiendo explicar cómo hace el pulpo común (Octopus vulgris) para controlar un sistema tan complicado como lo es su brazo.
Cuando la ventosa del pulpo hace contacto con una superficie, se desata un reflejo de fijación, explica el coautor del estudio, Grasso. Incluso cuando un brazo está amputado - y no es infrecuente que los pulpos pierdan sus brazos en su medio natural- el brazo sigue activo y puede moverse y tomar objetos durante aproximadamente una hora.
Cuando Graso analizó en el laboratorio la conducta de los brazos de pulpo amputados, descubrió que las ventosas no se adherían a su propio brazo ni al brazo de otros pulpos cubiertos de piel. Si quitaban la piel de los brazos, las ventosas del brazo amputado se fijaban a el brazo sin piel. Los científicos forraron medio plato de petri con piel de pulpo y descubrieron que las ventosas de los brazos amputados se fijaban a la mitad del plato no cubierta con piel evitando la mitad cubierta con piel.
Cuando los científicos le ofrecieron el brazo amputado a pulpos intactos, las criaturas o bien trataron al miembro como si fuera comida (el pulpo común es caníbal), no lo tocaron en absoluto, o se metieron una punta en la boca y lo arrastraron.
Estos resultados sugieren algún tipo de mecanismo de autorreconocimiento que evitó que las ventosas se fijaran a la piel del pulpo, explica Grasso. La conducta del pulpo también sugiere que el cerebro puede anular ese mecanismo. No obstante, los investigadores no están seguros de qué tipo de mecanismo se trata.
“Es un descubrimiento muy interesante”, opina Cecilia Laschi, profesora de biorrobótica de la Scuola Superiore de Santa´Ana en Pisa, Italia, que no participó del estudio. No sólo responde un interrogante biológico importante sino que podría ayudar a construir mejores robots, agregó.
Tradicionalmente, los científicos han hecho que los robots se movieran programando el “cerebro” de la máquina, que era el que resolvía todos los cálculos necesarios para mover un apéndice del punto A al punto B. explica Grasso. “Esto nos dio robots realmente lentos y poco prácticos”.
Para simplificar las cosas y fabricar movimientos más realistas, ahora se intenta trasladar a los robots los movimientos de los animales. En tanto se comprendan los principios básicos del movimiento de los animales, se podrá simplificar las directivas que se le da al robot, dice Grasso.
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