Sólo la esperanza de que regalen un clásico mejor

Y mire que este clásico platense -el primero en una competencia sudamericana- había despertado una expectativa notable en la ciudad y notivado los más diversos comentarios.

Recordar nomás su escenario -el Bosque o el estadio de 32 y 25-, la iluminación, los problemas, aunque menores, que tuvieron ambos técnicos para conformar sus equipos y darles un perfil táctico para sacar alguna diferencia en este partido de los 16 avos. de la Copa Sudamericana.

Y sin olvidar, además, los incidentes en el banderazo que hizo la gente del Lobo el martes por la noche en el centro, que tuvo también coletazos en el estadio cuando ya se había puesto en juego la pelota.

El horario -las 14- le desacomodó a todos los hinchas la posibilidad, en caso de los mens sana, de asistir al estadio, y a los albirrojos -que sí serán locales en la revancha del próximo 16- puedan seguirlo a través de la televisión.

Siempre un clásico platense llega con una carga muy grande de tensión y expectativa, y vaya lo que puede devolver luego si existe un ganador, más allá que este choque tiene dos tiempos de 90 minutos, se puede decir.

Por todo eso y muchas cosas más, no hay que olvidar que nadie quede arriar las banderas ni aún cuando el rival lo domine de “pe a pa”, es que este primer clásico platense con aura internacional quedará muy pronto en el olvido porque ni uno ni el otro tuvieron el juego y la osadía de dar ese paso adelante para marcar alguna diferencia.

Y el clásico se fue sin gritos, sin juego, muy preocupados los dos por defender para no ir a la revancha con algún gol en contra que pueda inclinar la serie para alguno de los dos lados.

Y la gente, la que estuvo en 60 y 118, no quedó satisfecha por lo que vio en directo, y los muchos más que lo vieron a través de la pantalla televisiva también, como aquellos, se aburrieron soberanamente del principio al fin.

Claro que tras el pitazo final de Abal, que se tomó como un verdadero bálsamo ante tan escasa producción futbolística, la mayoría dio rápidamente vuelta la página y vislumbran un próximo clásico diferente ya que, sin duda, tendrá sus emociones si hay goles (el de visitante, se sabe, vale doble).

Y en una de esas, si Gimnasia y Estudiantes vuelven a regalar otro cero a cero como el de ayer, queda la posibilidad de que todo se resuelva a través de los remates desde el punto del penal.

Una lástima que un Gimnasia- Estudiantes que había despertado tanta expectativa y gastado tanto papel como comentarios al aire de los periodistas, fuera de vuelo tan bajo técnicamente y tan carente de juego asociado, de pases bien dados, de situaciones claras de gol (se pueden contar con los dedos de una mano las que se generaron ayer).

Que se conocían los dos... Que se respetaron... Que el estado de la cancha no ayudó al desplazamiento de los jugadores... Y muchas excusas más se escucharon ayer post partido, eso para afuera.

Seguramente para adentro, cuando los planteles vuelvan a juntarse hoy en Abasto y en City Bell, la autocrítica será más severa ya, volviendo a repetir actuaciones como ésta de ayer la posibilidad -y esto va para los dos- de seguir en esta competencia que organiza la Conmebol- de seguir en la brecha será muy complicada.

En concreto, los dos equipos arriesgaron hasta donde pudieron y no quisieron pagar el precio de una derrota en el primer partido y prefirieron definir todo en la vuelta.

Los cambios de los entrenadores también demostraron las intenciones ya que ninguno apostó a un cambio de esquemas y rotaron nombres que ocuparon las mismas posiciones.

Quien disponía de un mejor material para producir algún quiebre en el partido era el técnico albirrojo, pero prefirió no arriesgar ante una posible descompensación de su equipo justo cuando se entraba en la recta final del partido.

Y cuando movió el banco, ya era tarde. Lo del entrenador local fue un poco más arriesgado pero hasta ahí nomás, ya que cambió jugador por jugador.

Por todo eso y algunas cosas más el clásico de ayer, que tenía un rótulo rimbombante, se fue sin pena ni gloria, aburriendo a propios y extraños.

Y eso que en el arranque dio la sensación -la sensación nomás- de que se iban a atacar con determinación, casi sin medir riesgos, pero todo quedó en “aguas de borrajas”, que es lo mismo que admitir que es quedar en nada una cosa o asunto del que se esperaba mucho, con la consiguiente decepción del que tenía puestas en él sus esperanzas.

Ya está. El empate quedó sellado y a esperar la revancha, pero antes habrá dos partidos del torneo de Primera División entremedio antes de que arriba al martes 16 al Estadio Ciudad de La Plata.

Y ayer todos, triperos y pinchas, también dieron vuelta a la página y solamente se limitaron ayer a realizar augurios de un clásico mejor en la revancha, pero habrá que ver si los protagonistas se asocian a este deseo.