Max Berliner: “Estoy chocho de la vida”

A los 96 años, protagoniza “El deseo de Domingo”, un filme independiente con sello local que habla de las ilusiones que nos mantienen con vida, sobre todo, en la vejez

Por MARÍA VIRGINIA BRUNO

“Amar la vida como se ama a una madre” es una de las miles de recetas de Max Berliner para mantenerse así, enérgico y vital. Otra es caminar. A los 96 años, este actor, autor y director de cine sigue trabajando. ¿Y por qué no? Ganas y proyectos no le faltan, y entusiasmo tampoco.

“El deseo de Domingo”, en este sentido, es una película de producción independiente escrita y dirigida por el platense Fernando Tranquillini y el viedmense Fernando Scarfó, con la que Max debuta en un rol estelar. Un lugar en los títulos que no lo desvela porque para él, el protagonismo, pasa por otro lado.

“Para ser protagónicos, los personajes no tienen que ser grandes. Yo he hecho personajes chicos que igualmente son protagónicos”, dice Max, en diálogo con EL DIA, y explica que para él “más que de los minutos que estés en pantalla, lo que importa es la interpretación”.

Cuenta, por caso, una escena que hizo en un filme con Federico Luppi, menos de diez minutos de metraje que el público coronó con un aplauso espontáneo, efusivo y colectivo. “Fue una cosa increíble. Yo estaba en Israel y mi señora, que había ido al estreno al cine que estaba en Callao, me llamó para decirme ‘Max, tenés que venir a ver la película’. Y cuando la vi pasó lo mismo. Nunca imaginé que podía suceder una cosa así”, relata, emocionado con el recuerdo que acaba de recuperar de su baúl.

“Me gustó la historia en sí, todo es interesante”, dice, consultado por el proyecto “El deseo de Domingo”, filme que tendrá hoy su preestreno en la Ciudad en el Centro de Arte Crisoles, 1 entre 41 y 42. “Pero lo que más me sedujo es que en Domingo me encontré a mí: los deseos de él, son los de Max”, agrega.

AIRES DEL SUR

En la película, que se ilustra con el paisaje sureño de fondo, Marcelo -Guillermo Cabella- es un músico de rock que está cansado de sus rutinas: el trabajo, su pareja, las obligaciones sociales y el cuidado de su abuelo Domingo -Max Berliner- lo agobian. La historia plantea el dilema en que se encuentra Marcelo, que deberá optar entre intentar vivir de la música, gastarse sus ahorros para cumplir las exigencias de Sofía, su mujer, o cumplir con el anhelo de su abuelo internado en un geriátrico de ir a ver una carrera de caballos: el clásico Carlos Pellegrini en el Hipódromo de San Isidro.

“El filme replantea el lugar de los adultos en la sociedad; las personas mayores parecen hoy ocupar un puesto en segunda fila, el lugar que bien había definido Zygmunt Bauman en ‘La modernidad líquida’: ‘humanos descartables’”, argumentan los guionistas y directores sobre el planteo de la película, con la que se intenta demostrar que “las posibilidades de participación activa de los adultos mayores en sociedad parecen muy limitadas pero cuando encuentran un camino para recorrer y ese camino está afianzado en el amor, las barreras caen y se produce el milagro de la vida”, remarcan.

Conceptos todos con los que Max está de acuerdo porque, para él, la vida es amor y el amor, vida.

“Uno tiene que vivir contento, feliz, con seguridad. Respirar el aire, ver las estrellas, hablar con las nubes, con la luna, hablar con todos los seres fantásticos. Elevarse, contemplar la naturaleza, la belleza, ser sublime a eso, ser noble. La gente tiene que dejar de correr y detenerse a respirar”, reflexiona, místico, Max.

Y a cuatro años de llegar a los cien hace su propio balance sin que se lo pidan. “Estoy chocho, re chocho con esta cuestión de la vida, del amor. Nunca me imaginé que Domingo me fuera a dar tanta felicidad. Estoy re contento con todo lo que me ha dado. Soy feliz y quiero vivir así hasta... Lo que sea. No importa. Lo que haga falta. Meses, días de vida, hay que aprovecharlo, y seguir viviendo”, destaca, convincente.

-¿Qué te queda por delante?

-¡Todo! Yo vivo con proyectos, sueño con proyectos. Cuando me voy a dormir, los anoto, y vuelan en mi cabeza, son papelitos que vuelan por mi cabeza. Realizables o no, pero yo los anoto. Tener proyectos es lo más importante en la vida: tener cosas que hacer, objetos, objetividad, vivir con ganas de vivir de seguir viviendo. Eso es lo más importante. Estoy re chocho. Hay que quererse, amarse, respetarse. Tomarse un tiempo, dejar de correr y respirar. A veces no nos damos cuenta que lo que estamos respirando es la vida.

PARA AGENDAR
Qué: El deseo de Domingo
De: Fernando Tranquillini - Fernando Scarfó
Con: Max Berliner, Guillermo Cabella, María Laura Cáccamo, Carlos Russo, Diego Cremonesi, Boff Serafine
Cuándo: Hoy a las 21; mañana a las 21.30, domingo a las 20
Dónde: Crisoles, 1 entre 41 y 42
Federico Luppi
MARIA VIRGINIA BRUNO

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