Traslados, mudanzas y retiros

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA
afcastab@gmail.com

* La estatua de Juana Azurduy está lista para ocupar el lugar que dejó vacante Cristóbal Colón. Quieren que la heroína de la Independencia mire a la Casa Rosada, como para no olvidarse de sus tardes de grandes refriegas. A su rostro lo hicieron de memoria. El artista recreó sus duros rasgos siguiendo una descripción del General Belgrano. Lo demás es puro símbolo. Que para eso están las estatuas. Las removidas y las aceptadas. Ahora se espera que don Cristóbal, cerca del río, se sienta más cómodo. El gran descubridor se la veía venir: cada 12 de octubre había menos homenajes y más pedidos de explicaciones. Lejos de las tormentas de La Rosada, quizá recupere la calma. Seis siglos después de su excursión por este continente, sigue aguantando motines y borrascas. La travesía desde el Puerto de Palos fue menos accidentada que su viaje en camión hasta el río. En alta el mar había esperado 60 días para escuchar a Rodrigo de Triana gritar “¡tierra a la vista!”. Y ahora se tuvo que ir de la plaza expulsado por una sirena que desde los ventanales anunciaba polvaredas.

* La orangutana Sandra sigue en medio del debate. Vive sola y en cautiverio. Tiene 29 años y todos los vivió en distintos zoológicos del mundo. Nació en 1986, en Alemania, y en 1994 llegó a Buenos Aires. Todavía recuerda la crisis del 2001, cuando hasta la hiena lloraba de hambre. Hoy, su destino se decide en los tribunales: un juzgado la declaró “persona no humana” y en otro juzgado piden por su liberación. Extraña mucho. Le quitaron un hijito al borde de la jubilación y la dejaron abatida y achacosa. Todos coinciden que lo mejor sería conseguirle un viaje, con orangután incluido, que le devuelva el ánimo a esta mona sensible y solitaria que ya no encuentra bananas que la calmen. Pero claro, la mudanza cuesta 150 mil dólares y la cosa no da para gastar reservas en esta turista distante. Además, si es por tristeza, desarraigo o falta de monos cariñosos, la lista de aspirantes puede ser enorme. Cuando ve por TV que cada vez hay menos contemplaciones con los viejos, se pone como loca. Los veterinarios del Zoo la chequean cada día para saber hasta dónde puede resistir. Harta de de fotos, curiosos y tironeos, ahora sueña con un retiro más tranquilo, sin periodistas ni doctores ni acordadas ni bastones.

* Lo de Carlos Fayt forma parte de este gran operativo traslado. La mudanza de Colón fue como un aviso. Y el Juez, como Sandra, siente que los años pesan y que el 2015 traerá recambio en todas las jaulas. La actualidad nacional se maneja con alegorías. La realidad se expresa más por lo que insinúa que por lo que muestra. Cada mañana a Fayt lo esperan los inspectores de salud y periodistas para el chequeo diario. Elegante y atildado sale del vestuario, aunque la salida de los vestuarios está cada vez más peligrosa y picante. La anunciada mudanza de la orangutana lo obligó a repensar su estadía en la Corte. Y la grúa que movió a Colón lo inquietó. Fayt tiene su propia Juana Azurduy que lo quiere mover. No lucha contra el desarraigo y las ausencias. A su edad, la salud y la vejez son adversarios gigantes al lado de la embestida de la muchachada K, que apura su la salida de escena, como lo hizo con Colón, para poner en su lugar una estatua que le haga monerías al poder de turno. Con paso cansino se encamina semanalmente hacia Tribunales. Está cansado. Y en cada viaje espera que su Rodrigo de Triana le anuncie “¡Corte a la vista!”

¿Marcharse, trasladarse, seguir? No sólo Fayt resiste. La Presidenta exigió menos candidatos y muchos, de mala gama, tuvieron que pasar a retiro. El baño de humildad que reclama Cristina ha dejado jaulas mojadas y pisos resbaladizos. Y no sólo en el oficialismo. El camión de mudanzas espera por Fayt, Sandra, Colón y varios más.