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La Ciudad |en la provincia ya hay un programa especifico para abordar el fenomeno

Aulas multiculturales: una nueva realidad que plantea desafíos al sistema educativo

La integración y el respeto a la diversidad es la contracara de la discriminación, dicen las docentes

Por CARLOS ALTAVISTA

27 de Septiembre de 2015 | 02:14

Un día, en plena clase, un alumno peruano de la Escuela Primaria Nº 40 le pidió a su maestra un tajador. La docente, Elida Guirin, se tomó el tiempo necesario para comprender qué le pedía el niño: un sacapuntas. Y no se guardó ese conocimiento. Lo compartió con la clase, motivó al chico a que él se lo explicara a sus compañeros, y quedaron en que desde ese momento se podían utilizar las dos palabras. Otra docente podría haberle dicho “no te entiendo”. Y ya.

Para las responsables del Programa de Educación Intercultural bonaerense, entre las dos actitudes hay un abismo. La primera integra, iguala, estimula, derriba varios ladrillos del muro de la discriminación. La segunda genera exactamente lo contrario. Inhibe, aísla, abre la puerta a un futuro “mal alumno” que no es tal por sí mismo, estigmatiza y discrimina.

Las aulas de las escuelas públicas son cada vez más heterogéneas, y como los descendientes de pueblos originarios que migran desde provincias del norte o países sudamericanos suelen concentrarse en determinadas zonas guiados por su actividad o por la posibilidad de acceso a la vivienda, hay establecimientos educativos en la Ciudad que ya tienen una población migrante e inmigrante de entre el 40 y el 60% de alumnos.

En la Primaria 120 celebran la independencia de todos los países sudamericanos

 

Niños que traen consigo “sus lenguas, costumbres, normas y valores. Recuperar esos saberes y revalorizarlos en el aula es la base del respeto a la identidad. En eso estamos trabajando fuerte”, dijo Alejandra López Comendador, directora del programa que depende de la Unidad de Coordinación de Programas de la dirección de Educación de la Provincia.

Tras recordar que la educación intercultural está contemplada en la Ley Provincial de Educación, Alejandra dice que “se viene brindando apoyo a las escuelas desde 2007, pero hace un par de años se dotó al plan de fuertes recursos humanos y materiales, por lo que ahora estamos avanzando a paso firme”, apunta.

Aunque todos saben que el camino es muy largo. “Durante años, y en pos de la homogeneización, la lengua, las costumbres, los saberes ancestrales que traían estos niños fueron invisibilizados”, comenta López Comendador, quien enseguida agrega que esa concepción no desapareció. “Muchas maestras están muy formateadas y no se abren a esas representaciones culturales. Es muy difícil para el docente -reconoce-, pero muy frustrante para el niño”, enfatiza. De ahí a la discriminación, no hay distancia.

En la Ciudad existen ejemplos de escuelas interculturales. Como la Primaria 40 de Altos de San Lorenzo, la Nº 120 de La Loma y la 49 de El Peligro, entre otras. En ellas, con estrategias parecidas pero no iguales, vienen trabajando específicamente en la integración “con marcado éxito”, apuntan sus directivas y docentes.

ESCUELAS “MODELO”

Ubicada en 17 entre 35 y 36, la Escuela 120 “recibe niños del barrio Futuro, de La Granja, Melchor Romero, Santa Ana. En su mayoría de familias que han migrado hace más de una década de países limítrofes, sobre todo de Bolivia. También concurren aquí chicos de las barriadas cercanas, como zonas de Tolosa y La Favela, entre otras, conformando así una comunidad educativa rica en diversidad social”, comenta la directora, Liz Vargas.

El proyecto pedagógico del colegio lo cuentan sus paredes, plagadas de trabajos hechos por los chicos en distintas lenguas; con un gran mapa de América Latina presidiendo el hall de entrada y patio cerrado; con las banderas de distintos países colgando por doquier.

Tras enumerar el origen de sus alumnos, Liz pone el tema en contexto. “Se configuran aulas diversas, lo que implica hacia el interior de la escuela un desafío: dejar de planificar para aulas homogéneas que enseñan simultáneamente un mismo contenido a un grupo de niños todos iguales, y donde el saber solo lo tiene el maestro”, realza y pasa a la cuestión docente. “Hoy se espera que los maestros acepten otra formación para empezar a construir conocimiento desde la diversidad, con el cual no se cuenta; se tendrá que construir entre todos”, señala.

Ante esa falta de formación para afrontar la nueva realidad socio-educativa que llegó para quedarse, hay escuelas donde directivos y docentes le han “buscado la vuelta” y se han convertido en referentes en materia de integración.

En otras, hay problemas. Por ello se ha fortalecido el programa intercultural. “La discriminación es muy fuerte, y hay chicos que la pasan muy mal”, dice la docente Carolina Farías, hija de padre peruano y madre boliviana, con sangre quechua.

Es una de las principales referentes provinciales del programa, que todos los sábados va a la Escuela 120 como maestra del Centro de Actividades Infantiles Intercultural (CAI) para dictar el taller “Saberes y sabores, de la escuela a la casa y viceversa”. “La cocina se transforma en un aula. Con mapas, cartulinas, libros, aprendemos la historia de los alimentos americanos, el lugar de origen, hacemos hincapié en los alimentos sanos, cocinamos comidas de las distintas culturas presentes en la escuela. Eso es reconfortante. Los chicos, al elaborar aquello que comen en su casa, se sienten respetados y se largan a hablar y a explicarles a sus compañeros cómo se hace. Transitamos la historia, la geografía, las costumbres, se aprende mucho”, subraya, para decir que son varios los talleres que se desarrollan a la vez.

A través de una propuesta pedagógica con eje en las identidades culturales en “diferentes planos de concreción, local, regional, nacional y americana, nosotros partimos de que la historia de los países de América del Sur es la misma que la de nuestra patria. Por eso hemos agregado efemérides, para celebrar las independencias de los países vecinos a través de clases abiertas que preparan los alumnos junto a sus docentes”, describe Liz.

Tanto las efemérides que añadieron como las ya conocidas “se acompañan de alguna comida tradicional, por ejemplo, para la independencia de nuestro país compartimos un locro”. También planean realizar un acto para el día de la fundación de La Plata con el fin de “fomentar la pertenencia de los niños a esta ciudad cuyos orígenes, en esencia, también son pluriculturales”, dice la directora.

Una huerta orgánica que trabajan todos los chicos durante todo el año; actos escolares donde se forman en círculo para democratizar la palabra y la escucha, y “La Minga Global en defensa de los derechos de la Madre Tierra”, son otras propuestas que en La Loma apuntan a basar la educación en la suma de culturas, en el reconocimiento de identidades.

La Minga es una palabra americana de origen quechua que básicamente significa “trabajo colectivo hecho en favor de la comunidad”. Rompen el “individualismo con tareas en común”. También celebran el año nuevo andino y la fiesta de la Pachamama.

“El respeto que tienen los padres de los chicos de otros países hacia las maestras y la escuela recuerda a otras épocas”

 

En el Programa Educación Intercultural no hablan de nacionalidades. Tampoco en la Primaria 120. En la Escuela 40 las nombran, las integran, y “gracias a Dios jamás hemos tenido un problema entre los chicos por esos motivos”, dicen la directora María Laura Chaves y la vice Myriam Purdie, quienes afirman sentirse “enormemente orgullosas” de continuar con la fiesta de la interculturalidad que hace 4 años inició la ex directora María Inés Giusto.

Esa fiesta es la más esperada por la comunidad, y se trabaja durante todo el año. “Cada curso toma un país, y a partir de allí se ven todos los contenidos de todas las asignaturas. Es realmente una experiencia muy pero muy positiva, que hace que los chicos se sientan valorados y respetados en sus costumbres”, comentan Elida Guirin, maestra de 3º B y de 2º A, y Eliana Laiño, maestra de los tres sextos.

Con casi el 50% de la matrícula integrada por alumnos de 6 nacionalidades -Colombia, Perú, Paraguay, Bolivia, Venezuela y Argentina-, la Primaria 40 recibe a quien pone un pie en el hall de entrada con un cartel que lo dice todo: “Queremos un mundo donde quepan muchos mundos”.

“Las paredes de una escuela hablan”, les dijo la mamá de Anderson y Valentina, los niños colombianos del colegio, cuando les confesó que se había enamorado del establecimiento y que quería llevar a sus hijos allí. “Los tenía aceptados en otro lado, pero vino como estudiante de Odontología a dar una charla sobre salud bucal como parte de las prácticas, y al día siguiente nos pidió gestionar el pase. Nos dijo que el respeto, el buen trato y la tolerancia se respiraban”, recuerdan Eliana y Silvia Pellegrini, la bibliotecaria encargada de reunir cuentos y leyendas de las distintas culturas latinoamericanas.

Directivas y maestras resaltan una y otra vez “el respeto que tienen los padres de los chicos de otros países hacia las docentes y hacia la escuela. Es tan reconfortante que una se emociona. Siempre vienen de punta en blanco, y siempre preguntan cómo le va al nene o nena y si necesitamos algo”.

“El respeto a la persona mayor y al par es una costumbre con fuertes raíces en los pueblos originarios”, explica Alejandra López Comendador, del Programa de Educación Intercultural. Quizás allí esté la respuesta para un fenómeno que también vivencian en la Primaria 49 de El Peligro, zona de quintas y quinteros.

Leandro Moreno, docente de ese colegio, afirma que “la gente que viene del norte tiene un enorme respeto y confianza hacia el maestro”. Y añade que los alumnos “no están contaminados por las problemáticas de estos tiempos, como por ejemplo la violencia”.

VALORAR LA PALABRA

“Tímido, retraído, inseguro, no habla. Es lo que aparece en la mayoría de los informes sobre chicos descendientes por parte de los equipos de orientación escolar”, apunta Carolina Farías. “Si se pone en valor su palabra, todo eso desaparece de inmediato. ¿Cómo? Simplemente como hizo la maestra de la Escuela 40 cuando un nene le pidió un tajador”, realza Alejandra López.

“Cuando alguien con la autoridad de un maestro describe el mundo y tú no estás en él, hay un momento de desequilibrio psíquico, como si te miraras en el espejo y no vieras nada”, escribió la intelectual estadounidense Adrienne Rich. Hay maestras que, en silencio, trabajan para describir un mundo donde están todos.

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