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Información General |una etapa de la vida conflictiva

Padres de adolescentes: cada vez más acosados por temores y preocupaciones

Fiestas electrónicas que terminan con muertos o contactos virtuales que nadie controla son sólo algunos de los tantos aspectos que se combinan a la hora del miedo paterno

30 de Abril de 2016 | 02:17

Si se tratara de un juego de estrategia en el que los padres tienen que eliminar eventuales peligros para sus hijos adolescentes, bien podría decirse que el tablero al que se enfrentan por estos días no para de sumar frentes cada vez más preocupantes. Frentes que van desde los peligros corrientes de la noche -en un escenario que acrecienta su complejidad a medida que pasan los años- hasta los que se multiplican en el universo dinámico y siempre cambiante de las redes. ¿Es más difícil ser padre de un adolescente en los tiempos que corren?

Es sabido e infinitamente comentado que los chicos empiezan en esta etapa a ganar independencia y a tomar decisiones por cuenta propia, algo que, también se sabe, viene con el temor lógico de muchos padres. Tienen miedo de que no puedan defenderse solos, de que se equivoquen, de que se lastimen o los lastimen y, en el cocktail que propone la vida misma, entran así temas como la noche, el sexo, los contactos virtuales, la violencia y las drogas. Según los distintos especialistas consultados por EL DIA, este temor viene creciendo y se potencia con furia a partir de casos como la Time Warp.

Desde la Escuela para Padres Multifamiliar, incluso, se apunta que “las entrevistas con padres de adolescentes se duplicaron en el último año”, algo que los propios expertos asocian con que los adultos están “más desorientados, tanto por situaciones que se dan al interior de las familias como por todo lo que está pasando en la sociedad”.

Claro que las miradas varían según el profesional que haga foco. Para Alicia Paroni, de hecho, médica psicolanalista y especialista en psiquiatría y pisocología pediátrica, “decir que en la actualidad es más difícil cuidar a los hijos por toda la oferta que hay, es patear la pelota fuera de la cancha. Es la salida más fácil para no comprometernos. Los que deberían regular el sistema son cómplices del mismo. Por eso tendríamos que plantearnos estar más atentos y dejar de consumir lo que nos distrae, dejar de creer en lo inofensivo de las pantallas o, mejor dicho, en lo inofensivo del mensaje” (ver “La sociedad no acepta...”)

Miradas al margen, existe un consenso entre los especialistas respecto a que, si bien es cierto que la situación íntima de los adolescentes no ha cambiado, también lo es que sí ha variado el contexto en el que hoy se desarrolla la adolescencia, una etapa que empieza cada vez más temprano y se prolonga a edades indefinidas, con una realidad hostil que los bombardea de estímulos difíciles de procesar y con padres abrumados por sus propios temores e inseguridades, superados en su tradicional misión de establecer límites y marcar pautas.

“El límite es fundamental y si no existió durante la infancia -dice la psicóloga Analía Aguilera-, entonces en la adolescencia será una falta determinante. Es verdad que no existen recetas mágicas y que cada caso es un mundo, pero es importante no creernos o querer ser amigos de nuestros hijos. Ellos ya tienen muchos amigos y a nosotros nos necesitan como padres a quienes confrontar, con quienes discutir y pelear para ganar nuevos espacios”.

Según la profesional, el hecho de confrontar es importante “y no hay que tenerle miedo”, pero siempre debe realizarse con la intención de “abrir nuevos canales de comunicación, así sean escritos. Es probable que muchas veces los padres sientan que sus hijos están en otra parte cuando ellos les hablan; muy bien, en la adolescencia la escritura pasa a tener un papel más protagónico, por ejemplo empiezan a usar agendas, a escribir sus vivencias en diarios íntimos y, a partir de las nuevas tecnologías, en las redes sociales y el intercambio de mensajes por whatsapp. Ese es un recurso que nosotros como padres podemos y debemos utilizar”.

Desde el servicio de Toxicología del Hospital de Niños se advierte que se está frente a una realidad inocultable y que existen actualmente más de medio centenar de sustancias de diseño

Parte de lo que dice Aguilera se inscribe en la línea de lo que plantea Yordi Rosado, autor de ¡Renuncio! Tengo un hijo adolescente, ¡y no sé qué hacer!. “Muchas veces se plantea se están equivocados los adolescentes o sus padres, y yo creo que pasa en realidad por los dos lados. Los padres están viviendo épocas de rectificación ante ellos mismos. Las madres se sienten un poco grandes ya que están en la mitad de su vida y empiezan a cuestionarse un montón de cosas. Se sienten un poco inseguras y ven que sus hijas se van convirtiendo en mujeres jóvenes, y eso les pega muchísimo. Los padres, por otro lado, están preocupados por la parte económica, su trabajo, el suplir las necesidades familiares y quieren, también, vivir experiencias nuevas. Y en el medio están los adolescentes con sus cambios y necesidades”.

Rosado explica que los padres, de un día para otro y sin previo aviso, sienten que los hijos ya no son los mismos. “Antes ellos eran los héroes de la casa y los hijos deseaban seguirlos e imitarlos y un día dejan de hacerlo y eso les genera una enorme tristeza”.

Uno de los shocks más fuertes por el que atraviesan los chicos, apunta el experto, es darse cuenta de que todo lo que saben se lo dijeron sus papás. Por eso comienzan a probar todo desde cero y ése es el momento en que los adultos no pueden dejar de alarmarse.

Rosado, además, sostiene que las edades de la adolescencia cambiaron desde hace algún tiempo en todo el mundo y que en eso influyó mucho el entorno, Internet y los medios: “Los chicos de entre 6 y 7 años pertenecen a una etapa denominada between -dice-, una etapa que está entre la infancia y la adolescencia. Son los chicos que comenzaron la escolarización a los dos años o antes, los que manejan los videos juegos, cambian de canal de TV al año y que son manipulados para que sean consumidores antes de lo debido”.

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