Audiolibros: la moda de “leer” mientras se oye
| 20 de Agosto de 2016 | 02:12

Acaso pueda decirse que es un volver a los orígenes, cuando nuestros padres o abuelos nos leían un cuento y la lectura era entonces un mundo de palabras invisibles. Lo sea o no, lo cierto es que, a tono con el desarrollo de nuevos formatos digitales, cada vez son más los que -ya sea mientras manejan o sólo descansan una vista ya de por si maltratada ante tantos estímulos visuales- eligen seguir una historia mediante los audiolibros, una alternativa a la lectura tradicional que no para de sumar seguidores.
Los sitios en internet donde se pueden descargar desde clásicos de la literatura universal hasta las últimas obras de Stephen King son un suceso al que muchos recurren sobre todo al emprender un viaje largo o disfrutar de una lectura sin necesidad de dar vuelta ninguna página. Los audiolibros suelen estar grabados en MP3, una compresión de archivos que, por ejemplo, permite que la novela El Código da Vinci pueda ser “leída” a lo largo de unas 20 horas de grabación. Algunos libros de King, incluso, vienen ambientados con música de suspenso en aquellos momentos donde la trama se vuelve más enigmática y tenebrosa.
Grabados en muchos casos por actores profesionales y con soportes como el CD o el MP3, en Europa hace tiempo que el audiolibro se convirtió en una alternativa más que válida al libro de papel y pueden comprarse casi en cualquier lado, desde jugueterías hasta estaciones de servicio. Chicos que se duermen escuchándolos, adultos que aprovechan su tiempo de vuelta a casa para oírlos en el auto, ancianos con dificultades para leer o personas no videntes que buscan disfrutar de una buena historia son algunos de los protagonistas que motorizan el fenómeno. Un fenómeno que tiene a la digitalización del libro como emblema y tema principal en las últimas ferias internacionales más destacadas, como por ejemplo la de Frankfurt, donde empresas como Google y Amazon vienen siendo de un tiempo a esta parte casi tan protagonistas como los grandes sellos editoriales. En Random House, por caso, ya poco más del 30% de los productos que se ofrecen son digitales.
“Hace años se discutía si Internet terminaría siendo el fin del libro -apunta la agente literaria Roxana Vignera-. Lejos de marcar ese tan anunciado fin, ahora vemos que la web no sólo ayuda a la lectura sino que es complementaria de ella. Se compran audiolibros en DVD en las librerías, producidos por las mismas editoriales que antes tal vez le tenían un poco de miedo. Casi un 8% del mercado del libro alemán, por ejemplo, es de audiolibros y esto va en franco aumento”.
El año pasado, de hecho, la Biblioteca Nacional presentó en nuestro país una audioteca donde se puede recurrir a treinta cuentos de autores argentinos en las voces de reconocidos actores. La cineasta Lucrecia Martel, una de las impulsoras del proyecto junto a la escritora y editora Graciela Speranza, detalló a propósito del proyecto: “En mi familia tenemos casos de dificultades para leer y eso hizo que nos contactáramos con un mundo que no tiene acceso a cosas bien grabadas y hechas con cierto estándar de calidad de audiolibros, y fue así que surgió esta colección inclusiva de libros a viva voz”.
Una persona no vidente concentrada en una historia que no quiere dejar de escuchar, un joven con sus auriculares en la plaza con sus ojos cerrados, madre e hija oyendo la voz que sale de una tablet, la abuela frente la computadora y un hombre manejando son algunas de las tantas escenas que traen los audiolibros a esta nueva forma de lectura. Una lectura que cambia con las nuevas tecnología y que, lejos de desaparecer como alguna vez se vaticinó, se renueva para adaptarse a los tiempos actuales.
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