MINI HISTORIAS DE VIAJE - #3

1)    Estando en Londres quisimos probar alguna comida diferente, por lo tanto al salir del British Museum nos encontramos en una pizarra de un boliche cercano con la propuesta de las imperdibles “jackets potatoes”. Lo risueño del asunto es que el tipo que estaba al frente del susodicho boliche resultó ser un uruguayo.

 

2)    Una amiga nuestra, tan judía como rioplatense, a quien hallamos en Jerusalén, estaba molesta porque su hijo no la llamaba por teléfono. Y nos decía: - Lo peor del asunto es que, seguramente, cuando le pregunten por mí, responderá que ando “lo más bien”, y no sabe el desgraciado las veces en estos días que tuve que llamar a la emergencia médica.

 

3)    Un madrileño me contó que los molinos que aparecen en la obra cumbre de Cervantes eran parte del paisaje que el Quijote y Sancho encontraron el día que fueron con la intención de comprarse un campito en las afueras de Ámsterdam.

 

4)    Si la doncella parisina bañaba su desnudez con leche era considerada recontra pulcra, pero si bañaba su desnudez con le-chevalier era considerada recontra degenerada.

 

5)    Me habían dicho que si yo subía un escalón por día tardaría exactamente un año en llegar a la parte superior del campanario de Brujas. Pero nos íbamos de allí al día siguiente; así que ahora sabés cómo hice para tomar esta foto.

 

6)    En general a los que viajan a Oriente el muro que les causa mayor impacto es el Occidental.

 

7)    Antes de conocer el Museo de Orsay yo creía que el nombre de este imponente albergue de arte se debía a que los autores presentes ocupaban alguna posición prohibida con sus obras. Y, evidentemente, luego de recorrerlas me di cuenta que con ellas sus autores estuvieron adelantados a su época.

 

8)    Era tanto el brillo de las monedas que salía desde la piscina de la Fontana di Trevi que encandilaba a todos los que nos acercábamos en busca de tomar allí una foto.

 

9)    Me habían dicho que al sol de la Cesárea Marítima del Mediterráneo israelí se podrían encontrar algunas de las cosas que dejaron allí los romanos para consumo de los futuros turistas. Creo que nunca en mi vida, como aquel día, el tremendo solazo me hizo devorar una cerveza de un solo trago.

 

10)                      En muchos lugares, al escucharme pronunciar palabra, me preguntan si soy argentino, salvo en la visita a una sala del Museu Picasso de Barcelona, donde el conserje se animó a suponer nuestra procedencia, confesándose haber nacido en una vieja esquina del barrio Peñarol.

 

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE