Los grafitis en los frentes de casas y comercios, una batalla que se debe librar

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Los frentes de viviendas particulares y de edificios de departamentos de nuestra ciudad, los muros de los edificios públicos, los pedestales de los monumentos y hasta los cordones de las veredas siguen siendo el blanco predilecto de pintadas que contienen leyendas de todo tipo, ratificándose así la vigencia de actitudes casi siempre anónimas que concitan un general rechazo en la población.

En los últimos meses surgieron algunas alternativas para enfrentar esta tendencia como, por ejemplo, la de permitir, por parte de los frentistas, que se pinten murales en sus fachadas, en tareas que, en su mayoría, son realizadas por egresados y estudiantes de Bellas Artes. Como se sabe, el recurso de los murales fue utilizado por diferentes vecinos de Tolosa, que realizaron obras en las fachadas de 1 desde 528 a 532 para embellecer ese circuito, por la llegada del tren eléctrico y para que quienes llegan a la Ciudad a través del tren se encuentren con una vista diferente, explican.

De todos modos, siguen siendo esenciales en este tema las acciones que debe desplegar la Municipalidad local, en defensa tanto de los frentes de las viviendas y de los edificios públicos, como de los monumentos y otras ornamentaciones ciudadanas. En este sentido, desde la secretaría de Espacios Públicos y Gestión Ambiental se informó sobre la existencia de una denominada cuadrilla anti-grafiti, que viene recuperando a razón de entre cinco y siete fachadas por día. Así, se detalló que la semana pasada se llevó a cabo un operativo de limpieza en avenida 44 en el hasta hace poco muy castigado tramo que va desde 1 a calle 6, y al mismo tiempo, se realizan tareas de hidrolavado en las oficinas de la Agencia de Recaudación Platense (APR), ubicadas en 13 y 50.

Lo cierto es que se ha desatado -ya hace mucho tiempo- una verdadera puja competitiva en materia de pintadas y no sólo han quedado involucrados en esa suerte de competencia frentes particulares y sedes gubernamentales, sino también escuelas y hospitales que muestran los testimonios de tanto afán propagandístico.

Cabe recordar que rigen en la materia reglamentos especiales que determinan cuáles son las superficies que pueden ocuparse, pero resulta evidente que nadie respeta tales condiciones y emprende, aerosol o pincel en mano, contra cualquier pared sin que nadie intervenga para evitarlo.

Panorama habitual en los alrededores de establecimientos educativos, hace tiempo que también los pintores clandestinos les perdieron el respeto a los comercios y viviendas particulares. Si bien la modalidad más dañina la constituyen las inscripciones con aerosoles, la mayoría de ellas indelebles, que obligan a una costosa reparación, también la pegatina de carteles resulta nociva cuando no se ajusta a las especificaciones contenidas en las reglamentaciones vigentes.

Por lo demás, se está atentando permanentemente contra todo principio estético, y por todo lo expuesto resulta imperioso que las autoridades municipales pongan término a la desprolijidad ambiente a través de una rigurosa fiscalización de la actividad y la consiguiente prohibición de afectar espacios que deben permanecer ajenos a tan lamentables fervores publicitarios, aplicándose a los infractores, en todos los casos, las sanciones previstas en las normas.

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