Horas decisivas en la crisis por el desafío separatista de Cataluña

La región podría hoy declarar su independencia. Y el Senado aprueba la intervención mañana

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España vivió ayer una jornada de tensión e incertidumbre ante la posibilidad de que el presidente del gobierno catalán, Carles Puigdemont, formalice hoy o mañana la independencia unilateral de la región, tras haber desistido ayer de comparecer ante el Senado en Madrid para explicarse.

La renuncia de Puigdemont a presentar en la cámara alta sus alegaciones contra la intervención de la autonomía regional anunciada por el gobierno central de Mariano Rajoy fue interpretada como otra puerta cerrada a una salida negociada a la crisis.

“Está claro que el señor Puigdemont no quiere dialogar”, señaló el portavoz del gobierno central, Íñigo Méndez de Vigo, tras conocerse la decisión del líder catalán.

VERSIONES DE TODO TIPO

La incertidumbre ante dos días decisivos quedó reflejada en las informaciones contradictorias sobre la presencia de Puigdemont ante el Senado. La prensa aseguró en un primer momento que acudiría esta tarde, pero el gobierno catalán, con sede en Barcelona, confirmó luego que no lo hará ni hoy ni mañana viernes, los días que había sido invitado.

El Senado tiene planeado aprobar mañana la intervención de la autonomía de Cataluña por parte del gobierno central mediante el artículo 155 de la Constitución. Rajoy prevé la destitución de Puigdemont y su gobierno y la convocatoria de elecciones autonómicas en un plazo de seis meses, entre otras medidas contundentes.

El gran interrogante ahora es cómo responderá el Parlamento catalán a la intervención de la autonomía y cuándo lo hará exactamente. El “Parlament” celebra hoy jueves un pleno para analizar esa respuesta. La sesión, que previsiblemente se alargará hasta mañana, podría servir para declarar la independencia unilateral.

Una vez más, Puigdemont vuelve a verse en medio de los sectores más moderados y radicales del soberanismo. Los primeros le piden evitar la declaración de independencia y convocar a elecciones, mientras que los segundos le exigen proclamar la “república catalana” y llamar a una resistencia civil para boicotear la intervención de Madrid.

Hace quince días, Puigdemont hizo equilibrios ante esas mismas presiones cuando amagó con declarar la independencia en el Parlamento catalán, pero la suspendió de inmediato para pedir un diálogo que fue descartado de plano por Madrid. El líder catalán dijo que el triunfo del “Sí” en el referendo independentista celebrado en Cataluña el 1 de octubre -pese a haber sido declarado ilegal por la Justicia- le daba mandato para declarar la independencia, pero que suspendía los efectos de esa declaración para tratar de llegar a una “solución acordada” con Madrid.

Al igual que ahora, la decisión del jefe de gobierno catalán mantuvo en vilo a la ciudadanía y al gobierno de Madrid hasta el último momento. Las dos semanas que pasaron desde aquel 10 de octubre no han servido para acortar distancias entre Madrid y Barcelona y, tras dos pedidos de rectificación no atendidos por Puigdemont, Rajoy anunció el sábado la aplicación del artículo 155.

 

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