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Revista Domingo |COSTUMBRES NAVIDEÑAS

Cómo esperan a Papá Noel en los hogares argentinos

¿Es bueno decirle la verdad a los chicos sobre la identidad de Santa Claus? ¿Conviene fomentar la variedad de regalos en el arbolito? Un repaso por las tradiciones que se mantienen en los hogares del país a horas de celebrar la Nochebuena

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24 de Diciembre de 2017 | 07:29
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Cuando descubrió por sus amigas cuál era la verdadera identidad de Papá Noel, Natalia Espina (7) primero dijo que no le importaba y esa misma noche, frente a sus padres, se largó a llorar y hasta les recriminó por la mentira. A ellos no les quedó muy claro si el enojo de su hija era por haber quedado como un ingenua ante sus compañeritas de grado o por haber perdido una vieja ilusión que atesoraba desde su primera infancia. Como los de Natalia, son muchos los padres que, a esta altura del año y tras haber alimentado durante mucho tiempo la creencia de sus hijos en Papá Noel, no saben si esperar a que los propios chicos lo descubran por su cuenta o contarles de una vez por todas la verdad. Ante la duda, la tradición marca que en la mayoría de los hogares argentinos se mantiene la costumbre de armar el arbolito y, si hay chicos menores de ocho años de por medio, también la de disfrazar a alguien de Santa Claus para avivar el espíritu navideño. Pero se sabe que cada casa es un mundo y cada mundo, en Navidad, tiene sus propias reglas.

Según un estudio elaborado en los últimos días por la Consultora Focus Market para la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en casi nueve de cada diez hogares de nuestro país se mantiene la tradición hacia los niños sobre la creencia en Papá Noel. El trabajo, que incluyó una encuesta a 2.862 familias de capital federal, Gran Buenos Aires y las principales ciudades del interior del país, buscó indagar sobre las costumbres navideñas de los argentinos y las tradiciones que aún se mantienen en muchos de ellos.

Si bien en buena parte de las familias argentinas se cree que la fecha tiene demasiada carga comercial y poca de reflexión religiosa -tal como lo marca su origen-, la mayoría considera que vale la pena festejar la llegada de Papá Noel dado que se trata de una excusa para el encuentro y el festejo con los más chicos.

“La creencia sobre Papá Noel se preserva con alta intensidad en nuestro país -apuntan los hacedores del estudio-, pero su ciclo de vida entre los chicos es muy dispar. Quizás lo que antes se extendía hasta los 10 años hoy se puede ver truncado por el nivel de acceso a la información de chicos que tienen menos de esa edad, a través de las redes sociales e incluso mediante contactos por esos medios con sus mismos pares que ponen en cuestionamiento la creencia”.

Muchos expertos en infancia coinciden en que actualmente el tiempo de creer en Papá Noel se extiende hasta los 6 o 7 años, cuando apenas una década atrás los chicos se enteraban a los 9 o 10 años. Si bien no hay pruebas científicas que determinen que lo mejor es tal o cual cosa, los especialistas suelen tirar varias hipótesis a la hora de sacarle el velo al tradicional mito navideño. Porque si bien muchos nenes siguen disfrutando de esa ilusión, para los adultos resulta acaso inevitable preguntarse en qué medida sostener la creencia no termina afectando su desarrollo personal. Algunos, incluso, creen que lo mejor es ir revelando la verdad poco a poco, casi como si fuera un juego y por etapas.

Para el psicólogo Marino Pérez, sin embargo, esta opción es “típica de estos tiempos, de padres modernos que están un poco tiranizados por la transparencia y la llevan a entornos donde no es relevante. Tratar de explicar a los niños que Papá Noel no existe, pero que van a jugar a hacer como si existiera es una forma de complicar a los niños y de no confiar en su inteligencia y en que algún momento van a descubrir que hay cosas que no cuadran”.

El especialista, que también recuerda que no hay pruebas científicas sobre el tema, considera que lo mejor es “dejar que los niños vayan descubriendo la realidad por sí mismos, sin que los padres pongan trabas a dicho descubrimiento. Esa una buena manera de que puedan desarrollar el pensamiento crítico”.

Si la figura de Papá Noel encierra la fantasía de todo chico de ser mimado por una figura omnipotente capaz de cumplir con sus deseos, el descubrir que esa figura es una invención sostenida por sus padres supone un doble desengaño: el hecho de que no exista y el de haber sido víctima de una mentira por parte de quienes se supone que dicen la verdad. ¿Cómo conviene entonces manejar la situación? “Tal vez lo más recomendable sea que cada padre busque la respuesta -opina la psicóloga Laura Danisi-. Cada chico es un mundo, y cada mundo tiene sus propios tiempos e incluso sus propias fantasías. Creo que, si bien son responsables del engaño, los padres deben intervenir lo menos posibles y que sean los chicos quienes vayan descubriendo la verdad, sea porque sospechan o porque un compañerito de clase se lo dijo”.

Según los expertos, se trata de una historia que cumple distintas funciones, como la de incrementar la imaginación, favorecer la recreación, reforzar la tradición y ayudar a incorporar valores. Desde la Asociación Psicoanalítica Argentina se indica que el mito de Papá Noel logra perdurar en el tiempo precisamente por el significado que asume para los propios chicos. “Es una especie de padre maravilloso y omnipotente que todo lo puede y cumple los deseos de sus hijos”. Según se explica, es a partir de esta tradición que los niños proyectan en sus padres la figura de este personaje y pasan a considerarlos como personas capaces de satisfacer todas sus expectativas. Recién, con el transcurso de los años, los chicos descubren que, en realidad, sus progenitores tienen las limitaciones propias de los seres humanos y llegan a la conclusión de que “Papá Noel es algo ilusorio, que es puesto por la cultura como un emblema o símbolo de algo que realmente no existe”.

El mito sobre esta figura es el resultado de varias leyendas, algunas con peso histórico. Una de las teorías sobre su origen sostiene que su verdadero nombre era Nicolás, un obispo que vivió en Turquía entre los siglos III y IV y que sobresalía por su generosidad con los niños. La tradición se difundió como la de un santo bondadoso que recorría las casas repartiendo regalos los días de Navidad y se extendió por toda Europa.

COSTUMBRES NAVIDEÑAS

Al margen de las consideraciones que giran en torno a las creencias navideñas de los más pequeños, los expertos ponen especial énfasis en lo fundamental que resulta no depositar todas las expectativas en los regalos y sí, en cambio, en la importancia de la reunión familiar.

Para consolidar esto y mantener la transmisión de una de las ilusiones más lindas de la infancia, los especialistas aconsejan agudizar la escucha, porque cuando un niño se siente escuchado por un adulto que logra decodificar y dar forma a alguna de sus peticiones durante esta festividad, se explica, el chico entiende que no está solo y que del otro lado hay alguien que desea hacerlo sentir bien.

En ese sentido, los expertos en infancia sugieren a los padres discriminar entre todos los pedidos cuál es el que tiene mayor valor para cada chico, darles un orden de prioridad y consensuar uno o dos regalos entre todos los adultos intervinientes. A menor cantidad de regalos, se apunta, mayor capacidad de disfrute, exploración, valoración y uso prolongado del juguete. Seguir esas recomendaciones puede aliviar el estrés que genera salir a comprar los regalos para el arbolito. Según la encuesta de Focus Market, de hecho, esa elección es una de las cosas que más se sufren durante las Fiestas. A la cabeza se ubican los ruidos y estruendos de pirotecnia (30%) y le siguen los debates familiares en la mesa navideña (15%), la tristeza y depresión por los familiares que no están (13%), reunirse con parientes con los que no se tiene buena relación (11%) y por último la compra de obsequios (11%).

 

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