Cuando un amigo se nos va
Edición Impresa | 26 de Febrero de 2017 | 08:42

Por MARIA JESUS RIBAS
EFE
Perros, gatos, aves, cobayas... Ellos también figuran entre nuestros seres queridos y, cuando fallecen, el sentimiento de dolor y pérdida que provocan, a veces puede ser comparable al que desencadena la desaparición física de una persona.
Se los denomina animales de compañía, pero en realidad hacen mucho más que acompañarnos, porque compartimos con ellos buena parte de nuestra vida, momentos, sentimientos e incluso confidencias. Cuando se van definitivamente, el hueco que dejan en sus propietarios, se llena rápidamente de dolor y soledad.
El impacto emocional que produce la muerte de una mascota en sus dueños puede ser tan importante como el que ocasiona la muerte de un familiar, según psicólogos de la Universidad de Nuevo México, UNM, (EE.UU.).
Según los especialistas, “debido a las grandes contribuciones que realiza un animal querido, su muerte, pérdida o robo se convierte en el final de una relación especial, que puede originar uno de los momentos más difíciles en la vida de la persona”.
Para el psiquiatra forense Paul T. Clements, uno de los autores de la revisión de la UNM., ante la muerte o desaparición de una mascota “es importante aportar un ambiente de aceptación y comprensión para los dueños de animales que se encuentran atravesando un duelo”, para así mejorar los esfuerzos de adaptación al dolor y los sentimientos que surgen ante la pérdida.
COMO AYUDAR A LOS NIÑOS
En otro estudio, en el que se evaluó a personas que habían experimentado la muerte natural o por eutanasia de una mascota, investigadores del Departamento de Ciencias Animales de la Universidad de Hawai, Estados Unidos, hallaron que en un 30 por ciento de los casos el dolor duró seis meses o más, y que en un 12 por ciento de los casos la pérdida fue vivida como un evento muy traumático.
Según la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente (AACAP, por sus siglas en inglés), para muchos niños su primera experiencia real de una pérdida ocurre cuando se les muere una mascota, lo cual les produce un gran dolor y mucha tristeza, porque no entienden porque murió.
Según AACAP, las reacciones infantiles ante la muerte del animal dependen de la edad y nivel de desarrollo. En general los niños no entienden del todo hasta los 9 años de edad que dicha desaparición es permanente y final.
Por ello, según la Academia estadounidense a los muy pequeños hay que explicarles que cuando un animal se muere, deja de moverse, ya no puede oír ni ver y no se va a volver a despertar.
Según la AACAP, cuando fallece su mascota, los niños necesitan que se les consuele, ame y respalde y que se les brinde afecto en vez de darles explicaciones médicas o científicas complicadas.
Para decirles a sus hijos que se ha muerto su animal, los padres han de poner a los niños lo más cómodamente posible, emplear una voz sosegada, tomarles las manos, ponerles el brazo alrededor y decírselo en un ambiente familiar.
También es importante ser sincero cuando se le dice al niño que ha muerto su animal, ya que intentar protegerle con explicaciones vagas o inexactas puede crearle ansiedad, confusión y desconfianza, señalan desde la AACAP.
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