Crítico informe sobre el pésimo servicio que brindan muchos institutos geriátricos

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El sostenido crecimiento de la expectativa de vida, si bien constituye un dato alentador en el sentido que confirma los notables avances de la medicina, plantea sin embargo una serie de desafíos a partir de la falta de previsiones existentes para resolver los problemas propios de la tercera edad. Y uno de ellos, tal vez uno de los más acuciantes y dramáticos, tiene que ver con el generalmente pésimo servicio que brindan los establecimientos geriátricos.

Tal como se señaló en una reciente nota publicada en este diario, se trata de una realidad penosa que debe ser enfrentada y revertida por las autoridades responsables que, sin embargo, parecen atadas de manos a la hora de controlar y obligar a que ofrezcan sustanciales mejoras estos establecimientos.

Este diario reflejó en sus recientes ediciones las conclusiones ofrecidas en un informe realizado por un investigador británico de la Universidad de East Anglia, uno de los referentes europeos en temas de la tercera edad que eligió hacer su investigación en La Plata por su previa vinculación con una Ong local, que días atrás lo invitó a presentar las conclusiones de su trabajo.

Entre las investigaciones realizadas, se procuró determinar cuántos de los adultos mayores que viven en residencias geriátricas necesitan realmente estar en ellas; cuántos eligieron o estuvieron de acuerdo en ingresar allí; en qué medida los sienten como hogares donde se los cuida y contiene, y no como sitios donde esperan simplemente la hora de morir, entre otros interrogantes que constituyeron un crítico trasfondo que describe, como conclusión, un panorama angustiante en torno a la mayoría de los geriátricos que funcionan en la Ciudad.

El estudio, que se realizó entre julio y septiembre del año pasado y abarcó a treinta de las cerca de sesenta residencias para mayores de La Plata, apuntaba a conocer las experiencias de los residentes y sus familias con los servicios de cuidado de larga duración. Una de las conclusiones más duras a las que llega el informe no se refiere al funcionamiento de los establecimientos en sí mismos sino al margen de tolerancia que tienen para actuar

Aunque reconoce que existen excepciones, la investigación señala que la mayoría de los establecimientos para mayores que funcionan en La Plata son antiguos y están deteriorados, cuentan con personal poco capacitado e incurren de manera habitual en prácticas que van desde lo cuestionable a lo violatorio tanto de los derechos de las personas mayores como de lo establecido por la normativa que regula su actividad.

Se destaca allí, literalmente, que “ninguno de los organismos de control, desde reparticiones municipales y provinciales a las obras sociales que contratan sus servicios, están hoy en condiciones de saber lo que está pasando dentro de los geriátricos”. Esas y otras conclusiones igualmente impactantes, como la falta de consentimiento expreso de los pacientes para ser internados, un tratamiento calificado de espantoso, el suministro sin control de pastillas y otras prácticas atentatorias, así como la falta de personal especializado, forman parte del informe.

Está claro que, lo que se requiere, es que con criterio realista y, también, tutelar, las autoridades sanitarias pongan la lupa sobre esta cuestión tan delicada, que incluye de una manera esencial el derecho a la salud y a la vida digna de muchas personas mayores internadas hoy en los establecimientos geriátricos.

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