Combatir el rojo fiscal, una asignatura pendiente

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Por RICARDO ROSALES

El Banco Central sumó otro capítulo que lo muestra como (casi) el único “policy makers” del Gobierno en el capítulo económico.

El martes pasado, en la presentación del Informe de Política Monetaria del trimestre, Federico Sturzenegger anunció que de ahora en adelante la entidad acumulará reservas hasta llegar a los niveles promedio de otros países de la región.

Esto supone que el Banco Central deberá pasar de un nivel de reservas del 10% del PBI a otro del 15%, sumando unos 25.000 millones de dólares.

En un lenguaje llano, significa que comprará dólares en el mercado y que esto debería tonificar el precio de la moneda norteamericana.

En un lenguaje llano, significa que comprará dólares en el mercado y que esto debería tonificar el precio de la moneda norteamericana.

PISO CAMBIARIO

El anuncio fue vago e impreciso, tanto en los tiempos o mecanismos de intervención que adoptaría, aunque el mensaje suena más claro respeto de un piso para el tipo de cambio, con pocas certezas respecto a como será la trayectoria con este tipo de intervención.

Desde la óptica oficial, la ganancia podría ser doble.

Un incremento del ratio de reservas sobre el PBI mejora la calificación crediticia del país.

Un dato importante si la Argentina debe continuar recurriendo al financiamiento externo.

Aunque también ganarían las empresas que tienen acceso a este mercado.

El segundo, ya se señaló, ayudaría a que el tipo de cambio real no se siga atrasando.

La política fiscal blanda o “gradual” como le gusta llamarla al macrismo, se ensambla con la monetaria dura del Banco Central que lleva a una apreciación del peso.

PALIATIVO

Los anuncios del martes pasado serían un paliativo.

Es probable que no alcance, aunque si la inflación se desacelerará a partir de mayo, el retraso cambiario se moderaría.

El debate económico gira alrededor de la dicotomía tasas versus dólar, y las expectativas de que baje la inflación y rebote el nivel de actividad con más energía.

El diagnóstico que prevalece entre los especialistas y el mundo empresario, es de una recuperación, pero gradual.

Las tendencias positivas se advierten en la evolución del sector agrícola, el empuje de la obra pública, los fondos destinados a los jubilados productos del blanqueo, la dinámica del mercado laboral y algunos cambios en lo financiero.

El consumo tarda en llegar, al igual que las reformas estructurales que afectan un despegue de las inversiones y las exportaciones.

El cierre de las paritarias y los aumentos salariales que se harían efectivos desde mayo, deberían comenzar a notarse en los niveles de consumo.

También los niveles de inversión y gasto del campo con la siembra de la cosecha fina.

POSTERGAN REFORMAS

El capítulo que deja poco margen de optimismo es el fiscal.

Y los comicios legislativos trasladan para el 2018 casi todas las reformas que están en la agenda y que apuntan a bajar los niveles de presión tributaria.

“Si algo no puede continuar para siempre, en algún momento se detendrá” dice la llamada Ley de Stein, un economista norteamericano que la presentó hacia 1989.

Y los comicios legislativos trasladan para el 2018 casi todas las reformas que están en la agenda y que apuntan a bajar los niveles de presión tributaria

Y que propone algo sencillo pero difícil de entender, en especial para la política.

En este caso, que la elevada presión tributaria y un abultado rojo fiscal no son sostenibles en el tiempo, y tampoco compatibles con una inflación de un dígito como anunció el ministro Dujovne, o niveles de inversión que requiere la Argentina, de 22 o 23 por ciento de su economía.

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