Jugando así, será difícil que el equipo de Alfaro enamore

Gimnasia tuvo otra vez una actitud timorata, dejó que su rival le maneje el partido y cayó sin atenuantes

Edición Impresa

Por NICOLAS NARDINI
Comentario

El árbol no tapó el bosque. Tras el partido ante Aldosivi, un par de semanas atrás, Gimnasia había ganado, pero había mostrado innumerables carencias en cuanto al juego. Aquella noche, los hinchas triperos, aún en la victoria, se fueron preocupados del escenario de 60 y 118. Y se lo hicieron saber a Gustavo Alfaro con quejas visibles, a viva voz, desde plateas y populares. Era evidente que muchos de los habitantes del tablón presagiaban que en el plano futbolístico algo ya no estaba bien, al margen de que un resultado positivo edulcora la bronca y maquilla la preocupación. Ayer, ante San Lorenzo, se cumplió esa premonición, porque Gimnasia siguió mostrando muchas de aquellas falencias y, en esta ocasión, el resultado no acompañó, por lo que la tarde culminó sin nada para rescatar en el Lobo.

Para redondear un cóctel nocivo para Gimnasia, Alfaro terminó la tarde con explosivas declaraciones contra sus jugadores, en su conferencia de prensa tras el partido. Lejos de ahondar en la autocrítica, abandonó su perfil siempre reflexivo y cargó las tintas del traspié en sus jugadores. Hizo hincapié en el desempeño individual de los protagonistas y puso en un segundo plano las responsabilidades propias, como conductor y encargado de definir los esquemas de juego, las estrategias y las tácticas para plasmarlas. Fue, como mínimo, llamativo el camino adoptado por el DT, que quedó en las antípodas de lo que marca el manual de la conducción, que implica, sobre todo en la derrota, ponerse al frente en el plano de las responsabilidades, cargar con parte de las culpas en la mala, así como se autoatribuye -con derecho- los elogios en los tiempos de victorias. Alfaro pateó la pelota afuera, remarcó las carencias individuales e hizo foco en la falta de variantes de un plantel que armó a gusto y placer, con las limitaciones lógicas que puede tener presupuestariamente hoy por hoy Gimnasia.

SALIO A ESPERAR Y LO PAGO MUY CARO

El partido comenzó con un dominio total de San Lorenzo. En los primeros diez minutos del partido Gimnasia vio pasar la pelota sin poder casi tocarla. Hubo una postura inicial tímida del Lobo, que en su casa no mostró ni la más mínima intención de marcar autoridad. Mucho menos de imponer condiciones. Cedió el terreno, la pelota y hasta perdió los segundos balones -aquellos que quedan sueltos tras un primer intento fallido y que resultan determinantes para rearmar la estructura de un equipo y salir del asedio- que casi siempre fueron para la visita.

El problema para el Lobo no fue de nombres, ni siquiera de esquema. Fue de concepto. Como viene mostrando últimamente, Gimnasia pretende jugar teniendo la pelota lo menos posible y con sus líneas bien cerca de Alexis Martín Arias. Ese achique de espacios hacia atrás le generó dos problemas. El primero, por más contradictorio que suene, fue defensivo, ya que meterse atrás no fue sinónimo de seguridad, al contrario, hizo agrandar a su rival, que pudo adelantar mucha gente sobre campo adversario.

El segundo, mucho más lógico, fue ofensivo. Sin la llegada oportuna de los mediocampistas (porque arrancaban desde muy atrás) y con las escaladas muy espaciadas de los laterales, a los hombres de ataque se les tornó casi imposible producir volumen de juego. Las pelotas que pudieron ganar de alto, no encontraron, en la continuidad de la jugada, compañeros para proseguir las acciones. El albiazul fue un conjunto inconexo, sin fútbol ni ideas, demasiado retrasado en el campo como concepto general. Desde ese punto en particular, se explica todo lo demás. Como que Rinaudo no pueda solo contra el mundo, que Alemán pierda cada vez más pelotas porque carece de compañía o que Ibáñez haga poco daño, en una lucha casi siempre desigual contra los defensores rivales.

SIN REACCION

Si Gimnasia falló en la acción desde el vamos, también lo hizo en la reacción. Un balón perdido por Alemán dejó al equipo mal posicionado para defender la pared entre Mercier y Bergessio, que el volante definió con sabiduría. Tras la desventaja, los de Alfaro no cambiaron la tónica. El equipo jamás quemó las naves, no soltó hombres en ataque, en pocas palabras, permaneció en la misma actitud timorata que venía mostrado desde el pitazo inicial.

Tras el único gol del partido, estuvo más cerca la visita de ampliar (otra vez Martín Arias mostró sus enormes condiciones) que Gimnasia de empatar.

El factor físico, en este contexto, también genera preocupación. En las segundas partes se viene observando un marcado déficit en ese sentido. La primera lectura, nos lleva a sostener lo difícil, por mejor preparado que esté, que debe resultar para un equipo correr casi todo el partido sin tener la pelota. No hay preparación que alcance cuando un conjunto corre y el equipo que está enfrente lo que hace correr es la pelota.

Gimnasia cayó. Más allá de lo puntual, en verdad, lo debe preocupar mucho más la manera de jugar.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE