“Hay otro estilo de vida y muchas salidas”

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La cuestión suele ser más compleja que simplemente creer que vender drogas es para una travesti un sustento redituable y cómodo. Circularon en medios locales denuncias en torno a que, en una época reciente, la policía “las obliga a robar y a vender drogas”, bajo la amenaza de “armarles una causa en caso de negarse”. En varios testimonios surgidos de organizaciones trans a nivel nacional se repite la queja de que el mercado laboral las margina y las confina a esa actividad como única fuente de ingreso.

Sin embargo, hay ejemplos que parecen desmentirlo. Uno de ellos es Malena Salomé Iglesias, que tiene 23 años y es la primera y única policía trans de la Bonaerense. Desde 2015 presta servicios en la Superintendencia de Políticas de Género. Hace dos años trabaja en la Comisaría de la Mujer de 1 entre 42 y 43, donde toma denuncias por violencia doméstica y contiene a las víctimas. Sobre la relación entre las travestis, la venta de drogas y los operativos en la zona roja, muy cuestionados desde entidades LGBTI, Malena analiza que “en el afán de querer zafar o justificarse, algunas personas dicen que las requisaron porque son chica trans o travestis. La sociedad no dice que por ser travesti o trans haya que prostituirse o vender estupefacientes. Hay otro estilo de vida y muchas salidas. No es necesario llegar a eso”.

A fines de 2016 ella fue la protagonista de un procedimiento muy particular en la “zona roja” de la Ciudad, donde policías de la Novena desplegaron en la calle un biombo que ellos mismos hicieron con madera terciada, para requisar a resguardo de miradas indiscretas a las travestis sospechadas de vender droga. Para eso la convocaron a Malena. En su momento, un fallo judicial había anulado un procedimiento previo por considerarlo “vejatorio” y no querían que se volviera a repetir.

 

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