Inseguridad, la otra gran problemática

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En abril de 2015 la ciudad se estremecía con el asesinato del médico Francisco Guerrero (28), en un intento de asalto cometido por motochorros. El caso puso de relieve una situación de inseguridad que no era nueva en El Mondongo, pero que amenazaba con desbandarse. Aquel punto de inflexión dio origen a una asamblea vecinal que aún sigue en actividad con el formato de ONG.

Si esa agrupación continúa trabajando en pos de la prevención es porque, en definitiva, los robos son cotidianos.

La asociación que se suele hacer entre los asaltos y la venta de drogas la explica un policía que conoce la zona: “La oferta de sustancias atrae todo tipo de merodeadores que acechan el barrio como compradores sin plata, y que recurren al delito fugaz de arrebatos, romper los cristales de los autos, entrar en casas por un minuto para llevarse algo de plata o elementos de valor, para permutarlos por drogas a las travestis”.

La misma fuente consideró esencial que si al consumo de cocaína se le adosa el de alcohol, las consecuencias se agravan. Voceros judiciales dieron la cifra de que en casi un año la actual administración policial de la zona roja hizo 59 operativos en materia de seguridad.

La forma de robo más común es la misma que le costó la vida al traumatólogo del hospital Gutiérrez: uno o dos ladrones a bordo de una moto, que abordan a cualquier persona que tengan a mano, en una calle oscura o con poco movimiento.

“Siguen pasando casos como robos a chicos que salen de cursar de noche o a vecinos del barrio. En general son al voleo, agarran al primero que ven con una mochila o con algo que suponen que es de valor. Y siempre a mano armada”, explica Ignacio (19), estudiante universitario. Como varios vecinos de la zona, él también se cuida de un posible arrebato: “A la noche la gente sale si es por algo necesario, si no lo evita. También trata de no mostrarse mucho con el celular en la calle y tarda lo menos posible en ir de un lugar a otro”.

En cercanías de Plaza Matheu también se quejan: “Las travestis se paran en la puerta de tu casa y te piden plata para dejarte pasar. Es un hostigamiento constante el que hay que aguantar”.

 

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