Podas excesivas y fuera de época ponen en riesgo el arbolado urbano

Para miles de árboles platenses, lo mejor que puede ocurrir es que las cuadrillas de poda de la Comuna no pasen por sus cuadras. Así lo consideran vecinos y especialistas en materia forestal que en plena primavera son testigos del paso arrasador de los operativos de Espacios Verdes y las delegaciones municipales, con modalidades que ya generaron quejas en Barrio Norte, Meridiano V, el microcentro y las localidades de la zona norte del partido, y siguen sumando rechazos.

En los últimos días, las motosierras volvieron a zumbar en 71 entre 13 y 19, diagonal 80 entre 1 y 7, City Bell, Villa Elisa, y, ayer 56 entre 12 y 13, entre otras zonas, interviniendo de manera drástica sobre el arbolado; no se salvaron los ejemplares sanos, ni tampoco los sanos, jóvenes y bien formados; la mayoría terminó con su copa reducida, y sus troncos marcados y heridos por el uso inexperto de las herramientas.

“Se ensañaron incluso con tilos de diez años que estaban perfectos en forma y estado fitosanitario” expresó un vecino de 17 entre 70 y 71: “pensamos que habían recapacitado, pero siguen haciendo las cosas mal”.

A inicios de febrero, después del furioso temporal de viento que se tradujo en severos daños al patrimonio forestal e innumerables problemas en los barrios de la Ciudad, el intendente Julio Garro sugirió la posibilidad de empezar a realizar podas “fuera de época” por razones de seguridad.

Sin embargo, lo que resulta curioso es que los criterios escogidos para llevar a cabo esas podas extemporáneas dejan a los árboles más expuestos a caer por acción del clima que antes. No sólo por el daño que provoca mutilar una planta en plena brotación -y peor aún, hacerlo en épocas en que se inicia la proliferación de muchas plagas- sino porque se dejan, particularmente en el caso de los tilos, altísimos “plumeros”: troncos pelados con todo el peso en la punta.

De acuerdo con el censo forestal más reciente, uno de cada tres frentes del casco urbano local carece de árboles. Según los datos que maneja el municipio, los casi 62 mil ejemplares distribuidos en las veredas del ejido fundacional corresponden a poco más de 43 mil lotes, y los anuncios de reapertura o creación de “cazuelas” -los cuadrados de 1,20 metros de lado sin embaldosar que deben dejarse libres a veinte centímetros de los cordones- nunca se concretaron.

Es que para el verde se cierran más espacios que los que se abren, a pesar de que las normas vigentes disponen otra casa. El Código de Edificación platense, aprobado en 2010, indica que “cuando no haya arbolado preexistente, las cazuelas deben ubicarse como mínimo a razón de dos por frente de parcela, con una separación entre ellas del orden de los cinco metros, “con la obligatoriedad por parte del propietario del predio edificado o baldío de plantar el correspondiente árbol”.

La norma es clara, pero nadie vela por su cumplimiento ni sanciona a quienes no la respetan. En cambio, avanzan las podas polémicas, y acceder a los informes técnicos que deberían ser elaborados por ingenieros forestales antes de la realización de estas intervenciones a gran escala es misión imposible.