La eterna recreación de la enseñanza
Edición Impresa | 11 de Abril de 2018 | 04:07

Julián Portela
jp@estudioportela.com.ar
De aquella sensible “Señorita Maestra” de nuestra niñez a este canchero profesor catalán que es Merlí, tan popular entre los adolescentes de estos días, continúa siendo un tema siempre convocante para las series televisivas entender cómo los docentes podemos recrear los canales pedagógicos de interacción con los alumnos, máxime cuando vivimos en una época donde los niños y jóvenes cuentan con un mar de información con solo teclear su omnipresente teléfono celular o sus computadoras hogareñas.
Frente a esa oferta infinita y accesible de saberes a un solo click, el docente tradicional (maestro o profesor) pareciera haber perdido buena parte del empoderamiento intrínseco que lo jerarquizaba frente a la clase: encuestas actuales nos demuestran que los alumnos asisten aburridos y desmotivados a clases obligatorias que presumen siempre inferiores al saber digital disponible y divertidamente editado con resúmenes, videos y “memes” graciosos en canales que pueden ver cuando y como quieran en sus casas.
Pero no todo está perdido para la enseñanza, naturalmente. Sólo basta una vuelta a la invocación del paradigma de la crisis y la oportunidad: así como los alumnos actuales orillean realmente un mar de información, ese océano también los intimida, los desalienta y hasta los ahoga, porque la red es una biblioteca abierta e infinita principalmente de datos banales o irrelevantes (casi la mitad de internet es mera pornografía), noticias falsas y desinformación.
Umberto Eco, siempre motivado por analizar los desafíos pedagógicos, invocaba a un cuento de Borges (“Funes”), identificando el desafío que presenta actualmente internet y su insondable profundidad informativa, con aquél hombre que era extraordinariamente memorioso, pero que nada podía generar socialmente con la recopilación desordenada de tantos recuerdos de episodios irrelevantes de su vida.
En ese escenario universal de sobreabundancia informativa, que ha revolucionado el contexto pedagógico, es imperioso también revolucionar el rol del docente en este tercer milenio: al clásico papel de divulgador de conocimiento, ahora se precisa enfatizar los papeles de motivador y de filtro. Corresponde al educador primero concentrarse en despertar el interés de los alumnos para que asuman el esfuerzo de emprender el viaje del conocimiento por caminos seguros frente al valor de sus beneficios finales; y constituirse luego en piloto de navegación para filtrar sólo lo realmente importante de ese mar de información disponible para potenciar la evolución del conocimiento de su clase a buen puerto, que no puede ser otro –cualquiera sea la materia y el nivel educativo- que dotarlos de herramientas útiles para generar seres proactivos, críticos y consustanciados con valores positivos para nuestra sociedad (solidaridad, superación, respeto).
Incorporar a celulares y tecnologías a las tareas periódicas (tanto citando links fiables como sugiriendo films y libros), involucrar a los alumnos en juegos de roles que los hagan protagonistas, trazar vínculos permanentes con la realidad social que nos rodea (leyendo juntos las noticias), demostrar cómo puede el nuevo saber utilizarse para superar conflictos y problemáticas reales (invitando a las aulas a operadores destacados de la sociedad: bomberos, médicos, servidores públicos, ONGs), parecen ser algunos de los caminos pedagógicos posibles para sumar a la docencia tradicional.
En tiempos donde se repiten a todo nivel los conflictos salariales docentes (cuestión política a resolver de una buena vez porque es pilar esencial del diseño del futuro de todos), La Plata será sede la próxima semana de abril de un oportuno congreso internacional de enseñanza del derecho, donde esperemos que los profesores estemos a la altura del desafío de enseñar, que siempre importa estar dispuestos a reinventarnos constantemente.
(*) Profesor universitario
“Los alumnos actuales orillean un mar de información; la red es una biblioteca de datos banales, noticias falsas y desinformación”
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