Hipocresía social
Edición Impresa | 22 de Abril de 2018 | 10:23

Por DR. JOSÉ LUIS KAUFMANN
Monseñor
“Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos… Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas… para ser honrados por los hombres...” (Mt 6, 1 ss)
Queridos hermanos y hermanas.
Numerosas personas tenemos una excelente capacidad de simular. Todos podemos “hacer como que…”. No generalizo, pero podemos aparentar algo que no coincide con la verdad objetiva. Además, el abanico entre quienes viven fingiendo toda su vida y aquellos que no lo pueden hacer nunca es de innumerables posibilidades.
Vivimos en una sociedad que evidencia su lamentable mediocridad en las más variadas hipocresías y todo parece indicar que a nadie le importa nada de nadie. La hipocresía social no es más que el autoengaño de los individuos sin conciencia. Cada persona hipócrita favorece el desarrollo de la hipocresía social mintiéndose a sí mismo y creyéndose mejor, superior, genial.
En general, nadie quiere sentir el peso de su conciencia sucia ni permite que aflore un remordimiento por la maldad que produce incansablemente.
Nos ha tocado vivir en una sociedad injusta, egoísta, prepotente, erótica, interesada, desprejuiciada, violenta… donde la vida humana no es respetada ni defendida. Y sin embargo todos reclaman sus derechos sin tener en cuenta sus obligaciones y deberes. Se trata de una sociedad que vive de la apariencia, donde la mentira ocupa el trono más encumbrado y está secundada por la adulación y el fraude. Es una sociedad de varones y mujeres esclavos del consumismo, donde el tener es más importante que el ser, donde en todas las cosas se impone la marca de moda, aunque el producto sea inútil, quizás porque la soberbia y la ignorancia son los atributos más instalados que manejan a quienes no ven más allá de sus narices.
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos… Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas… para ser honrados por los hombres...” (Mt 6, 1 ss)
La sociedad tiene un sistema de usos y costumbres que, cuando carecen de verdad o simplemente son esmeradas simulaciones, hacen efectiva la hipocresía social. Por ejemplo, ante el fallecimiento de una persona, aquellos que conocen a los deudos y deben saludarlos, lo hacen con frases hechas o formalidades que no coinciden con la verdad: “le acompaño el sentimiento” (¿qué sabe sobre el verdadero sentimiento del deudo?), “mi sentido pésame” (¿qué le pesa con sentido?) u otras, sin pensar que el silencio sería mucho más elocuente y sincero, donde no se compromete la verdad. Una sociedad hipócrita es la que vive de la apariencia, mostrando lo falso de un sistema infectado sin asepsia.
Jesús, en el Sermón del Monte, declara: “Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos… Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas… para ser honrados por los hombres...” (Mt 6, 1 ss).
La hipocresía social se va enraizando cada vez más debido a la crisis de religiosidad que se expande, para dar lugar a los vicios que denigran la dignidad humana. Los hipócritas no tienen temor de Dios, y sólo les interesa aparentar lo que no son.
“Señor… Tú detestas a los que hacen el mal y destruyes a los mentirosos…Guíame, por tu justicia, porque tengo muchos enemigos: en su boca no hay sinceridad, su corazón es perverso; su garganta es un sepulcro abierto, aunque adulan con la lengua…Tú proteges a los que aman tu Nombre… porque Tú, Señor, bendices al justo, como un escudo lo cubre tu favor” (Salmo 5, 6 ss).
Cuando una sociedad se ha corrompido y no tiene moralidad fácilmente, y como consecuencia, se instala la hipocresía.
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