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Edición Impresa | 28 de Julio de 2018 | 01:33

ACOSTUMBRAMIENTO A LA MUERTE
Francisco García Santillán afirma: “A veces es útil recordar el pasado para tratar de entender que es lo que nos pasa. En este caso, me acuerdo de Apolonia Lizárraga, que fue una Carmelita de la Caridad, española, que al estallar la guerra del ‘36 en España, luego de proteger a todas las religiosas que estaban a su cargo, fue detenida por los comunistas. Desapareció en la “checa de San Elías” (centro de detención ilegal). El 8 de septiembre de 1936 la desnudaron y la llevaron a un patio. Le ataron muñecas y tobillos y fue colgada de un gancho a la pared del patio. Con un serrucho la cortaron. Ella rezaba y rogaba por sus asesinos. Estos luego dieron su cuerpo a comer a unos cerdos que tenían allí, que al poco tiempo los mataron y los comían y vendían diciendo que eran chorizos de monja. Historias terribles como estas hay a montones en España y en otros lugares del mundo, sin embargo, hoy parece que nada hubiere pasado y, ochenta años después, esos mismos comunistas están con nosotros bajo otras apariencias y distintos nombres. Todo se repite. Está demostrado que cuando nos encontramos durante mucho tiempo rodeados de miseria, guerra y muerte, se produce una suerte de acostumbramiento y ya nada nos asombra ni perturba. No olvido la reacción de espanto del común de la gente cuando, hace pocos años, se hablaba del aborto. Hoy, esos mismos ya ni siquiera se inmutan o, peor aún, defienden el exterminio de los inocentes. En los políticos se ve muy claro. ¡La purulenta mancha verde, como una peste, se va extendiendo por el mundo! Incluso, un expositor en el Senado, A. Komblith, muy aplaudido por M.E. Estenssoro, ha llegado a decir que, la ciencia no acredita que haya vida humana en el seno materno, sino sólo vida. Increíble, según él, podría ser vida no humana ¿un perro, por ejemplo?”.
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