El adiós a Lourdes, entre el dolor y el reclamo de seguridad para los policías
Edición Impresa | 1 de Agosto de 2018 | 01:28

“Hoy no hablamos, sólo acompañamos”, dijeron algunos de los policías que ayer se acercaron a la casa velatoria de Berazategui para despedir los restos de Lourdes Espíndola (25), la agente que el último sábado fue asesinada de un tiro por delincuentes que le robaron la reglamentaria en una parada de micros de Ituzaingó.
Desde ayer son dos los detenidos por este caso que puso en agenda la vulnerabilidad de los hombres y mujeres de las fuerzas de seguridad: en lo que va del año ya asesinaron a nueve efectivos de la Bonaerense, dos más que en todo 2017.
“Estamos desprotegidos”, se quejó la pareja de Lourdes, Fernando Altamirano (34), con quien se desempeñaba en el Comando de Patrullas de Moreno, mientras fumaba nervioso y esperaba la salida del cortejo hacia el Cementerio Parque de Ranelagh.
Tenían varios proyectos juntos, sobre todo irse a vivir a un dúplex con el hijo de ella, de 6 años, y los dos de Fernando. Lourdes viajaba todos los días desde José María Gutiérrez, en Berazategui, hasta Moreno y hacía adicionales en el peaje Quintana de la Autopista del Oeste. De ahí acababa de salir y se disponía a volver a su casa, cuando le dispararon a matar.
En el velatorio de Lourdes estuvo el jefe de la fuerza, comisario general Fabián Perroni. También los compañeros de promoción de Lourdes, quien se recibió en 2015 en la escuela “Juan Vucetich”, y colegas de la Federal y de la Policía de la Ciudad.
El cortejo fúnebre partió minutos después de las 11, con honores. “Chau, mi amor”, le dijo Fernando al féretro, que estaba enfundado en una bandera argentina. En el trayecto al cementerio, algunos vecinos aplaudieron a Rocío y a su familia, que decidió donar sus órganos, como un gesto de amor en medio del drama.
Ya en el cementerio se leyó el decreto de ascenso post mortem de Lourdes a subteniente. Perroni le entregó a la madre, Adriana Silvana Jofre (46), la bandera celeste y blanca que rodeó al cajón. A su padre, Juan Carlos Espíndola (54, le dio la gorra de policía de la joven). Al matrimonio lo acompañaba su hija, de 21 años. El más chico, de apenas 9, no estuvo.
Pide perpetua
En medio de la polémica por los asesinatos de Lourdes y Tamara Ramírez (fusilada ese mismo sábado en un asalto en su casa de Glew), el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, dijo ayer que “el que mata a un policía debe tener reclusión perpetua”.
“Lo que estoy pidiendo es que los jueces respeten lo que ya está en nuestro código penal, artículo 80, inciso 8, reclusión perpetua para quien mate a un miembro de las fuerzas de seguridad pública, policiales o penitenciarias, por su función, cargo o condición”, dijo.
El funcionario deslizó que la Justicia debe cumplir su parte en la ejecución de penas “alguien que tiene un arma de guerra en forma ilegal tiene que quedar preso, como en todos los países. Hay veces que sólo están tres días presos, muchas veces no tienen condena, y en el caso de uno de los detenidos (del caso Lourdes) tiene una causa de 2017 y no estaba detenido”, cuestionó.
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