Levantan casillas y hasta ofrecen lotes a la venta en las tierras usurpadas de El Retiro

La masiva ocupación se consolida en los terrenos situados en la zona de 155 y 52. Los vecinos, hartos de la violencia y de las amenazas

Edición Impresa

“Cuando llegaron, la semana pasada, pensamos que eran de una cooperativa que enviaba la Municipalidad, y nos pusimos contentos, porque el descampado era ya un basural; pero al rato nos dimos cuenta de que venían a manotear los terrenos. A una semana de eso, ya están vendiendo lotes por veinte mil pesos”. De la satisfacción a la decepción, se sabe, puede haber un instante: en el caso que relatan los agobiados vecinos de El Retiro, allí donde se unen las delegaciones de Olmos, Los Hornos y San Carlos, fueron apenas algunas horas.

La masiva usurpación que se consolida en el cuadrilátero que comprenden la avenida 155, las proyecciones de las calles 49 y 158, y el antiguo trazado del Ferrocarril Provincial al Meridiano V -sobre el eje de avenida 52- se inició el jueves pasado cuando medio centenar de personas llegó al lugar y comenzó a desmalezarlo a fuerza de quema y golpe de machete.

A pesar de las presentaciones judiciales de la Comuna y la cartera de Asuntos Agrarios bonaerense, que se atribuyen la titularidad de esas tierras fiscales o parte de ellas -acarrean una compleja historia de cesiones-, el desalojo no se produjo, y la tensión aumenta.

Si bien en un primer momento hubo custodia policial para que no ingresaran más ocupantes y no se descargaran materiales, la vigilancia fue efímera y poco efectiva: decenas de familias delimitaron parcelas y empezaron a construir cobertizos en ellas con las chapas y maderas que llegan al lugar todos los días en autos y camionetas, algunas de alta gama.

“Armaron casillas, trajeron mujeres y nenes, y empezaron a montar guardia a la noche, pero aparentemente para cuidarse de otros que les quieren ‘mejicanear’ los lotes, porque las peleas internas en la toma son cosa de todos los días” destacó Pedro, un viejo vecino del lugar: “discuten, se emborrachan, a la madrugada se escuchan detonaciones. El sábado a la noche se veía cómo pasaban por la puerta de casa con cajas y cajas de Gancia que algún irresponsable del barrio les había vendido. A la noche ya estaban muy locos y a los gritos”.

“Se dice que hubo un apuñalado que salió corriendo y cayó a un par de cuadras de acá” advirtió el vecino: “tenemos bastante miedo; peleamos tanto para mejorar esta zona, con el tiempo logramos el pavimento, que pasara el colectivo, hay escuela y unidad sanitaria, limpiaron la chatarra que había antes en el predio usurpado... y ahora con esto vamos para atrás como en el Juego de la Oca”.

CESIONES Y TIRONEOS

Hasta hace un par de años, los campos hoy tomados ofrecían una postal apocalíptica: en su carácter de depósito fiscal de vehículos interdictos por la Justicia, centenares de esqueletos de autos, motos y camionetas yacían apilados oxidándose y pudriéndose a la intemperie, mientras lo que les quedara de valor era saqueado y las baterías derramaban su ácido al suelo; había frecuentes incendios, los mosquitos se criaban en los pliegues anegados y las ratas los convertían en madrigueras de lujo.

Pero ésa es solo una parte de la entreverada historia del predio; originalmente parte de una ancha franja rural administrada por el Ministerio de Asuntos Agrarios bonaerense, que llegaba hasta la avenida 44 y que es cruzada por uno de los brazos del arroyo Pérez, en 1987 fue afectado a la construcción -no concretada- de un conjunto habitacional para la Asociación Civil “Un Mundo Mejor”.

Doce años después, en 1999, se pensó para la fracción un destino diferente; la Comuna local consiguió el aval para usarla como depósito de materiales y máquinas. Y la Fiscalía de Estadio bonaerense comenzó a llevar los rodados secuestrados y a disposición de la justicia penal de la Provincia.

A fines de la década pasada, los terrenos pasaron a manos locales: por la Ordenanza 10.490, el municipio aceptó “las tierras donadas por la Provincia de Buenos Aires, entre las calles 46 a 52 y de 155 a 156”, para afectarlas “al Programa Federal de Viviendas”.

Empero, no se despejaron hasta 2015, con la compactación de los coches abandonados; entonces, el intendente Pablo Bruera anunció la creación en el lugar del “Parque del Oeste”. Pero acto seguido suscribió un convenio con la seccional platense de la UOCRA -posteriormente refrendado en el Concejo por la Ordenanza 11.302- por el que cedió sin cargo buena parte del predio al Instituto de la Vivienda bonaerense, con la condición de que se destinara a 132 viviendas para afiliados al sindicato.

Eso tampoco ocurrió. Los pastizales ganaron de nuevo la escena, y el lugar fue usurpado. En la actual administración municipal consideran que “la sanción de la 11.302 embarró la cancha y desvirtuó los fines asignados al predio, que deben ser para viviendas federales, y sin condicionamientos ni exclusividades para un sector”.

En ese sentido, funcionarios locales del área de Seguridad y Justicia presentaron una denuncia, que se tramita en la Fiscalía Nº8, para pedir el desalojo y la restitución de las tierras, algo que se viene demorando ante la creciente ansiedad vecinal.

También se apersonaron en sede judicial funcionarios del área provincial de Agroindustria -ex Asuntos Agrarios- exhibiendo planos catastrales con inscripción de dominio en la órbita bonaerense. En la Comuna caracterizaron el hecho como “una confusión”, dado que “si bien se trata de parcelas fiscales, no están más dentro de la jurisdicción de Agrarios”.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE