El Presidente a la ofensiva y su rival de contraataque

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Mariano Spezzapria

@mnspezzapria

El segundo debate presidencial fue mucho más picante que el primero. Mauricio Macri y Alberto Fernández confrontaron directamente sobre un tema álgido como la corrupción, con el cual el Presidente buscó acorralar a su principal contendiente. La relación entre ambos no es buena: hasta protagonizaron un áspero cruce mientras la transmisión oficial estaba fuera del aire.

Según trascendió, Macri se enojó por una alusión de Alberto F. a su fallecido padre Franco, a la que consideró un “golpe bajo”. Al final del debate, ni siquiera se dieron la mano, lo que proyecta nuevamente la sombra de una transición desordenada como la que ocurrió en 2015.

 

En medio de esa tensión política, Macri contó con un aliado inesperado, José Luis Espert, quien interpeló directamente a Alberto F. “A mí no me van a correr”, reaccionó el candidato peronista que, en esta oportunidad, no levantó el dedo índice para enfatizar sus palabras.

Envalentonado por la multitudinaria convocatoria a la marcha del “Sí se puede” en el Obelisco, el Presidente estuvo mucho más activo que en el primer debate. Apeló con frecuencia al pronombre personal “ellos” para referirse al kirchnerismo y advirtió: “no cambian más”. Casi un homenaje a la frase de Jorge Luis Borges sobre la condición de “incorregibles” de los peronistas.

Macri definió, en la segunda parte de la campaña tras su derrota inapelable en las PASO, profundizar su perfil antiperonista. Anoche lo dejó nuevamente en claro: “Estuvieron 35 años gobernando La Matanza y no pudieron hacer ni una obra”, exclamó al referirse a las inundaciones que afectaron al Conurbano y al distrito que es la base política histórica del PJ en la Provincia.

Alberto F. no renegó de su condición de peronista y dio “gracias a Dios” por ser “tan distinto” a Macri. Aprovechó su condición de profesor de Derecho en la UBA para asegurar que allí “se enseña a respetar el Estado de derecho”, algo que –dijo- Macri no hizo al firmar un decreto que “favoreció a su hermano y habilitó el blanqueo de capitales de familiares de funcionarios”.

El cruce entre los dos principales candidatos a la Presidencia por momentos se volvió picante. Macri recordó que Alberto F. “firmó el primer decreto de intervención del INDEC” cuando fue jefe de Gabinete nacional y el postulante opositor le enrostró al jefe de Estado la causa en la que se investigan presuntas irregularidades en la tasación de una deuda de la familia Macri con el Correo.

De tanto en tanto, Espert pudo meter algún bocadillo, pero Roberto Lavagna, Juan José Gómez Centurión y Nicolás del Caño corrieron por otro andarivel. El ex ministro de Economía tuvo una primera parte tan desdibujada como en el primer debate –incluso se quedó en blanco varios segundos-, pero luego levantó en base a temas como el federalismo y el desarrollo social.

Macri necesita tomar algunos de los votos que sacó Lavagna en las PASO para llegar al menos al 35% el próximo domingo, el piso que le permitiría meterse en el ballotage contra Alberto F. Para que eso suceda, sin embargo, el candidato del Frente de Todos no debe superar el 45% de los votos, algo que parece improbable porque ya se ubicó por encima de ese nivel en las primarias.

En la previa del debate, el jefe de Gabinete Marcos Peña advirtió a los estrategas de la oposición que no se den por ganadores porque se podrían “sorprender”, como le ocurrió a Juntos por el Cambio con el resultado de las PASO. Peña sugirió a Macri que puntualice sobre el estilo “agresivo” del kirchnerismo, para tratar de reflotar la épica de 2015. Alberto F. rehuyó esa caracterización. “No me corran por ese lado, puedo darles clases de decencia”, advirtió el postulante opositor.

 

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