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Espectáculos |TENDENCIAS

Parodiarse para salvarse: actores que se ríen de sí mismos para sobrevivir en Hollywood

Cada vez más actores eligen “auto-burlarse” en pantalla como un método para reciclarse y salir del olvido en una industria cruel. Ahora, le toca a Nicolas Cage, y los amantes de lo bizarro ya se frotan las manos...

Parodiarse para salvarse: actores que se ríen de sí mismos para sobrevivir en Hollywood
25 de Noviembre de 2019 | 02:58
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La noticia sacudió a los amantes del cine bizarro. Nicolas Cage, quien salió escaldado del cine mainstream tras “Ghost Rider: Espíritu de venganza” y comenzó a realizar una serie de extraños roles para, supuestamente, cubrir sus enormes deudas, volverá a las grandes ligas, aunque para ello tendrá que aceptar reírse de sí mismo: Cage protagonizará “El insoportable peso de un enorme talento”, donde se interpretará a sí mismo emprendiendo una surrealista odisea para hacerse con un papel dentro de la próxima película de Quentin Tarantino, quien también se espera que se interprete a sí mismo.

La trama, por supuesto, se disparará hacia la locura: debido a sus escasos ingresos, el actor se verá obligado a actuar en la fiesta de cumpleaños de un rico mexicano. Este excéntrico millonario resultará ser el líder de un cartel de la droga que tiene secuestrado a la hija de un político local. Cage, reclutado por la CIA, tendrá que infiltrarse en la fiesta del narcotraficante en una operación donde estará en juego mucho más que la vida de la secuestrada.

Un proyecto a la altura del rarísimo Cage, ganador del Oscar por “Adiós a Las Vegas”, que es parte de una tendencia cada vez más grande: actores que se interpretan a sí mismos. La autoconsciencia de la época ha provocado un brote de ficciones autoparódicas, aunque también, claro, son intentos desde la comedia para veteranos actores de volver a la gloria.

Es que es difícil mantenerse en Hollywood, una industria que discrimina por la edad y descarta todo lo que no sea novedad: muchas veces los actores van perdiendo trabajos hasta que descienden en el cine bizarro y clase B, e instalados allí no es extraño que se pongan autoparódicos. De hecho, esa misma historia de glorias caídas en desgracia se cuenta a veces en la pantalla, con los intérpretes actuando sus propias trayectorias del oro al barro.

Quien es más propenso a este humor autoreflexivo es Jean Claude Van Damme: ícono de un cine ya extinto, el cine de superacción de artes marciales ochentoso, Van Damme vivió desde mediados de los 90 en carne viva los efectos de haber pasado de moda. Fracaso tras fracaso lo depositó en la oscuridad cinematográfica hasta que, en 2008, protagonizó “JVCD”: la premisa, entonces novedosa, tenía al belga haciendo de sí mismo, una estrella de acción en declive, cuya vida familiar y profesional se están desmoronando y al momento de ir a un banco en su ciudad natal de Bruselas, Bélgica se encuentra atrapado en medio de un robo.

Comenzó entonces la reinvención, actuando de Jean Claude Van Damme en una serie de proyectos, que culminó en la reciente serie de televisión “Jean Claude Van Johnson”, producida por Ridley Scott, donde Van Damme es Van Damme y su alter ego ficticio, un agente secreto que usa su vida de actor como tapadera. Lo interesante: solo cuando Van Damme hizo de sí mismo, la crítica reconoció su valor.

RECICLÁNDOSE

Reírse de sí mismo es un arma poderosa en ese sentido: David Hasselhoff la utilizó para dejar de ser el chiste, y ser parte de la broma, rápido para apreciar la irónica devoción de los seguidores de “Baywatch” y su música electrónica; hizo de sí mismo en una decena de proyectos, incluyendo “Guardianes de la Galaxia 2”, “Dodgeball”, la película de Bob Esponja y, la mejor, “Matando a Hasselhoff”.

No es algo, desde ya, nuevo: la autoconsciencia existe al menos desde la segunda parte de “Don Quijote de La Mancha”, y los ejemplos pre siglo XXI en el cine abundan, desde Peter Falk (¡Columbo!) haciendo de un ángel que abandonó el cielo para ser Peter Falk en “Las alas del deseo” a John Malkovich en la hipnótica “Quieres ser John Malkovich”.

Pero entonces, el chiste metatextual se aceleró. Quizás, porque las divisiones entre ficción y realidad se volvieron más difusas, con esto de las redes sociales; quizás, porque la cantidad de ficciones consumidas se disparó y al consumidor le cuesta ya creer en la ficción pura, y disfruta reírse de ese concepto. Lo cierto es que con el cambio de siglo apareció “Zoolander” con sus mil y un cameos, Julia Roberts y Bruce Willis hicieron de sí mismos en “La gran estafa” y Joaquin Phoenix filmó durante un año entero un falso documental donde fingía dejar la actuación y convertirse en el peor rapero del mundo.

EL ESTALLIDO

Los ejemplos siguieron reproduciéndose durante este siglo: la Nueva Comedia Americana pareció tocar techo con “Este es el fin”, donde todos los actores interpretaban versiones retorcidas de sí mismos (más gracioso el chiste que la película, a decir verdad); allí, James Franco volvía a hacer de James Franco, un chiste que ya lleva cinco o seis películas y un par de shows televisivos. Aparecieron shows televisivos como “Extras” o “Episodes”, el primero un desfile constante de actores burlándose de sí mismos, el segundo vehículo para el renacimiento de Matt LeBlanc (el eterno Joey) como actor, haciendo de... Matt LeBlanc (o de su versión ultra narcisista, al menos).

Hasta Keanu Reeves se puso el saco de Keanu Reeves en la reciente “Quizás para siempre”, ridiculizando la imagen que el público tiene de él e interpretando a un Keanu snob e insoportable. Es tendencia. Es un chiste que se agota rápido, pero también una broma que no podemos dejar de mirar. Y cada día surgen nuevas vueltas de tuerca al concepto. ¿Es la autoconsciencia el primer género propio del cine del siglo XXI?

 

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