Kicillof se mezcló entre la gente en una recorrida militante hasta la Casa de Gobierno

Junto a su familia y la vicegobernadora Magario, cruzó la plaza San Martín saludando a grupos que se acercaron tras la ceremonia

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“¿Viene? ¿Viene?” Las dos mujeres preguntaban con insistencia mientras se agolpaban contra el vallado junto a militantes de sindicatos, agrupaciones, simpatizantes y curiosos. Los 35 grados que marcaban los termómetros no los pudieron sofocar. Y ellos, ese grupo que se formó de no más de 200 personas se dio el gusto de ver ingresar al palacio de la Legislatura al nuevo gobernador, Axel Kicillof, al presidente, Alberto Fernández, y a la vicepresidenta, Cristina Kirchner. Y gritaron sus nombres y ellos los saludaron al bajar del auto y les lanzaron vivas de esperanza y buena suerte.

Quienes esperaron el final de la ceremonia bajo ese sol agobiante, tuvieron el saludo directo de Kicillof, que portando la banda y el bastón de mando cruzó la plaza a pie en dirección a la Casa de Gobierno junto a su familia y la vicegobernadora, Verónica Magario. Mientras los parlantes reproducían música de Fito Páez, ante grupos de militantes fervorosos con quienes se sacó incontadas selfies, pronunció un discurso en el que buscó transmitir optimismo a pesar de las dificultades económicas y en el que citó el antecedente de la crisis de 2001.

Lo escuchaban agrupaciones de distintas vertientes kirchneristas, sindicatos y sectores referenciados en intendentes del Conurbano -como José C. Paz, La Matanza y Lomas de Zamora-, aunque todas en expresiones acotadas en términos de cantidad de personas: la plaza estuvo muy lejos de llenarse.

En ese contexto, el flamante mandatario definió a la gestión de Cambiemos como “años duros no sólo en lo económico y social sino también en la persecución a dirigentes y sindicalistas”.

Evaluó, además, que la unidad que fue la llave de su triunfo “se construyó desde abajo y cuando ya se venía gestando apareció la mirada y la palabra de Cristina”.

Y arengó a la multitud advirtiendo que los “problemas” en la Provincia, “no nos van a acobardar”. En ese marco consideró que la “papa caliente” que le tocó al peronismo y al kirchnerismo en 2001 se resolvió al cumplirse “el sueño propuesto por Néstor Kirchner, con “la unidad y la inclusión de todos los sectores”.

Además de hablar de la necesidad de “incluir y convocar”, Kicillof se refirió especialmente al discurso del presidente Fernández en su asunción del martes. “Anunció buenas noticias para nuestra provincia, porque dijo que es el fin de la economía especulativa y que la prioridad será nuestra gente, que vamos a empezar con los que menos tienen”, remarcó desde el escenario que se montó en la calle 6, entre aplausos del grupo de militantes que lo escuchaba en la calle 6.

Compartía ese escenario con su esposa, Soledad Quereilhac, que intercambió cálidos gestos con el público, al igual que sus hijos de 10 y siete años, León y Andrés, quienes posaron para todas las fotos. Además de Magario, también lo acompañaron distintos intendentes, para quienes el nuevo gobernador destinó en distintos pasajes de su discurso señales de acompañamiento.

Aunque sólo se dispusieron cortes de tránsito en 6, la avenida 7 y 8, y entre 51 y 54, y la cantidad de gente estuvo muy lejos de ocupar toda la plaza, el clima festivo reinó entre los asistentes.

No faltaron vendedores de remeras con la cara de Alberto y Cristina Fernández y de banderas argentinas de distinto tamaño, así como gorros y sombreros y los tradicionales choripanes y sandwiches de bondiola, También se destacaron los zepelines con consignas de la CTA y de UPCN y pancartas del intendente de José C. Paz, Mario Ishii y Magario. Hasta un muñeco gigante con la cara del Gobernador portando un termo y un mate fue paseado por la plaza. El clima fue distendido y la seguridad, muy medida.

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