Los aranceles de Trump al acero y aluminio fuerzan a Brasil a mirar a China

EFEl

SAN PABLO

La sorprendente decisión del presidente de EE UU, Donald Trump, de restablecer los aranceles al acero y aluminio de Brasil podría ser aprovechada por China para estrechar aún más sus lazos con el país sudamericano, que ya tiene en Beijing a su mayor socio comercial.

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El acercamiento a EE UU ensayado por el mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, desde su llegada al poder, no ha dado los frutos esperados, según analistas.

El último golpe fue la medida de reponer los aranceles a los metales de Brasil (uno de los mayores exportadores de acero a EE UU) y de Argentina, bajo la acusación de devaluar sus monedas adrede para perjudicar a los agricultores estadounidenses. El dólar se apreció casi un 8,5 por ciento en lo que va del año frente al real.

La nueva arremetida de Trump podría perjudicar a los propios productores de acero de EE UU, que necesitan los productos semimanufacturados brasileños (tubos, roscas, etc.).

En medio de estas tensiones, China se reafirma como el gran aliado de Brasil, rol que tiene desde 2009, cuando se convirtió en su mayor socio comercial. Bolsonaro prefiere la foto con Trump, con quien comparte ideología, aunque la aparente falta de reciprocidad lo obligó a mirar con otros ojos a China.

En menos de un año en el poder, el líder ultraderechista buscó acercarse a Trump con medidas como aumentar el límite de importaciones de etanol, sector en el que EE UU es uno de los principales exportadores; permitir a EE UU usar su base espacial de Alcántara (noreste), y beneficiar a sus turistas al retirar la visa obligatoria para visitar o hacer negocios en el país.

Brasil también aceptó renunciar al tratamiento especial en las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), a cambio del apoyo firme de EE UU para ingresar a la OCDE, el llamado “club de los países ricos”.

Muchos guiños para un beneficio casi nulo: los brasileños aún necesitan visa para ir a EE UU; el apoyo a su entrada en la OCDE ha sido tenue -Trump priorizó a Argentina y Rumanía-, y como cereza del postre, los aranceles al acero y al aluminio.

China, en cambio, sí mostró interés en fortalecer su vínculo con Brasil, que tiene un superávit en la balanza comercial con Beijing de unos 25.000 millones de dólares hasta noviembre. Ello sin contar con la suba de las exportaciones de carne, cuyo consumo subió recientemente en China.

La visita oficial de Bolsonaro a Beijing en octubre selló su reconciliación con el régimen comunista. China anunció inversiones millonarias en Brasil en infraestructura y podría aumentar su presencia en el rubro telecomunicaciones, con la subasta de las líneas 5G prevista para 2020, y en la industria extractiva de gas y petróleo. (EFE)