A la inquietud política se suman números que hieren y alarman

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Laura Romoli

lromoli@eldia.com

La estadística que difundió el Indec el jueves pasado dibujó un panorama alarmante de la realidad regional. Durante 2018 la pobreza se incrementó siete puntos y alcanzó el 30,9 por ciento en el gran La Plata, y la indigencia, el 7,7 por ciento. El diagnóstico no hace más que aportar una descripción de la situación económica general que ahora se contabiliza en 270.933 habitantes de La Plata, Berisso y Ensenada que apenas alcanzan a satisfacer las demandas de la canasta básica y 67.576 con sus necesidades insatisfechas.

Como se vino reflejando en las páginas de este diario, los sectores medios que se mantienen sin caer en esa situación límite, aparecen de todas formas muy golpeados.

Para citar algunos fenómenos bastan el incremento en la rescisión de contratos de alquiler por incapacidad de pago, principalmente de estudiantes, hasta el notorio cierre de locales comerciales por los costos de mantenimiento, que van en un camino inversamente proporcional al del consumo.

Estos durísimos datos dan dimensión al impacto que la crisis económica tiene en nuestra Región y desafían a la clase política en su conjunto.

El año pasado la gestión municipal ya había convocado a una mesa social con un grupo amplio de actores de la comunidad desde donde salieron distintas medidas para contener sectores concretos. Sin embargo, siguen quedando cuestiones pendientes, entre ellas, las reivindicaciones de los clubes de barrio cuyo rol es esencial.

En un pasaje de su discurso de apertura de sesiones del Concejo Deliberante, Julio Garro admitió “los momentos difíciles” que trajo la crisis. Preocupado por esta cuestión de la esfera nacional, en muy pocos días iniciará la campaña electoral para su reelección, apuntando a municipalizar la contienda, es decir, a separar las consignas de gestión de las del presidente, Mauricio Macri. Esto se analizó en un encuentro que el jefe comunal tuvo con varios de sus pares en la Gobernación, y que fue convocado para contener las inquietudes de un grupo de municipios de Cambiemos, donde los sondeos de intención de voto mostrarían una fuerte caída para el oficialismo, entre ellos, La Plata.

A LA CALLE

Ayer, Garro, sus funcionarios y los concejales encabezaron un nuevo –y difícil- timbreo. “Es como en la vida: cuando las cosas están bien todos están a tu alrededor; cuando van mal, la mayoría de tu entorno desaparece. Nosotros no somos así, las cosas están mal y salimos a poner la cara”, reflexionó el Intendente, sin ocultar una preocupación que asume que hoy su reelección no tiene ninguna garantía.

“Saldremos a mostrar todo lo que se hizo en la Ciudad”, definió entre los suyos.

En el radicalismo local, mientras tanto, preparan una campaña “pura” de la UCR que saldría a las calles a mediados de la semana que viene. A pesar de esa distinción de Cambiemos, el partido, como el vicegobernador, Daniel Salvador, a nivel provincial, mantiene segura su pertenencia a la alianza gobernante.

No pasa lo mismo con el radicalismo disidente. Un puñado de los dirigentes que representan a ese sector viene incrementando sus contactos con el lavagnismo local, el massismo y el GEN. Incluso, con espacios como el del salteño Juan Manuel Urtubey. En estos variopintos contactos nadie se atreve a descartar de plano que con el devenir de los acontecimientos, referentes del PJ no acaben sentados también en esas mesas. Por las propias incertidumbres que se dan a nivel nacional, las líneas todavía son difusas, pero eso no quita que en la Ciudad ya se estén trazando.

 

 

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