Descubrí tus superpoderes
| 8 de Marzo de 2019 | 11:01

Por Rocío Biroli
Cuando mi hijo más chico terminó el jardín, concurrimos a la entrega de diplomas. La directora llamaba a cada nene y ante los aplausos recibían la medalla como testimonio de haber terminado un ciclo.
Después de la ceremonia hubo una fiesta. Los chicos corrían se reían, se abrazaban ante la mirada de los familiares que los contemplábamos con un dejo de añoranza, por ver en lo que se habían convertido y en lo que ya no iban a ser más.
En ese momento me puse a observar a él y a sus amigos mientras jugaban y noté esta tendencia que tienen los nenes al jugar que es que se agregan cualidades que no tienen.
Se los podía ver dando patadas voladoras, levantando objetos livianos con cara de hacer un gran esfuerzo, corriendo a grandes velocidades de un lado al otro del salón sin tener un destino fijo. Hasta había uno que usaba el bastón de la abuela como espada.
En ese momento empezó a resonar en mi cabeza la palabra “superpoder”, y en seguida la relacioné con esos personajes que todos conocemos desde que somos chicos, “los superhéroes”.
Yo supongo que todos hemos fantaseado con tener algún poder de esos que nos convierte en especiales.
Uno de mis personajes favoritos es Superman. No solo es el que más me llamó la atención por ser un morocho de ojos celestes muy interesante, sino que para ocultar su identidad le alcanzaba con ponerse un par de lentes. Se los ponía y nadie notaba que era el mismo. A eso le llamo habilidad.
Pero, más allá de esto, yo creo que todos amamos a los superhéroes por sus superpoderes, y lo que eso les permiten hacer.
Por ejemplo Superman podía volar.
El Hombre araña, tenía la habilidad de adherirse a las paredes. Además no necesitaba auto, podía ir de un lado al otro de la ciudad colgándose de su telaraña.
Batman es un caso diferente, porque él no tiene una habilidad propia de su ser, sino que tiene mucho dinero que heredó de sus padres lo que le permitió comprarse todo lo que tiene para convertirse en un superhéroe.
Podría seguir nombrando otros pero, cuando pensaba en esto caí en la cuenta del papel que jugaron estos personajes en nuestras vidas.
Les voy a contar una anécdota familiar. Cuando yo tenía unos seis años, mi primo Sebastián, un año menor que yo, decidió volar.
El siempre jugaba a volar, se colgaba de un caño de un toldo que atravesaba el patio y se deslizaba hacia el otro extremo. Esa vez se pasó de entusiasmo y se largó. La cosa es que no voló. Pero planeó unos cinco metros y aterrizó con la cabeza en el piso.
No se preocupen, es una historia con final feliz. Sebastián sobrevivió al accidente. Pero este hecho nos marcó un poco a todos. Mi primo entendió que no podía volar, y yo adopté la creencia: “solo los superhéroes tienen poderes”, yo que soy una persona normal, por lo tanto, no tengo acceso a esas cosas grandiosas que estos personajes sí.
Y así fue como fui construyendo la manera en que observaba el mundo.
Mirando para atrás, hoy puedo decir que el mundo, a través de esa forma de observar, me resultaba bastante chato, como con poca gracia.
Me acuerdo de escucharme decir “esto es todo?”.
Porque si hay algo que escuché también muchas veces de chica fue “En la vida todo no se puede”. Si bien estas creencias formaban parte del cristal a través del cual yo observaba la realidad, estaba incomoda. Si la vida era “eso”, definitivamente no me gustaba.
Años después, medio por casualidad ojeando un diario, vi un anuncio de una formación en liderazgo que decía “Diseño de futuro”. Woa! Yo que sentí que había vivido por default, era la primera vez que pensaba que podía diseñar mi vida. No perdí tiempo y me anoté. Puedo marcar ese hecho como un hito en mi vida. Fue a partir de ese momento que empecé a revisar esos juicios que daba por hechos.
Sin que nada cambiara en mi vida había cambiado todo, porque estaba cambiando la forma de observar.
Tiempo después, en una conversación, una persona me preguntó dónde estaba poniendo mi poder. Si bien entendí lo que me estaba preguntando respondí lo primero que me vino a la cabeza. Le dije: “yo no tengo poder”, esta persona me miró sorprendida y me dijo “ lo que decís no tiene sentido, es como que me respondas que no tenés hígado”
Por unos días tuve esa frase resonando en la cabeza.
Así como tengo un hígado, que no puedo negar que lo tengo y está funcionando, pero que ni cuenta me doy, también tengo poder.
Me puse a pensar que muchas veces, por no darme cuenta que tengo un poder personal, lo había dejado dormido, como relegado, y yo también había caído en el mismo sueño. En esa idea de ver el mundo y mi poder de acción como adormecidos. Estaba todo ahí pero yo jugaba a que no lo tenía.
Es como un músculo. Lo vas entrenando, y ya después no te cuesta tanto esfuerzo. Había distinguido y ya no había vuelta atrás.
Y saben qué?
Tantas diferencias con los superhéroes no tenemos. Ellos se convirtieron en quienes son por cosas que les pasaron. Superman era un extraterrestre cuyos padres enviaron a la tierra en una nave momentos antes de la destrucción de su planeta.
El Hombre araña es un huérfano que fue criado por sus tíos y decidió enfrentar el crimen de la ciudad tras sentir culpa por haber dejado escapar a un ladrón que termino matando a su tío.
Bruce Wayne, Batman, juró vengarse y combatir la delincuencia después de ser testigo del asesinato de sus padres en un asalto.
Lo que estas historias nos vienen a contar no es que nosotros no tenemos poderes, sino que estos personajes, tras haber enfrentado un hecho doloroso en su vida, tomaron una decisión. Decidieron que iban a hacer con eso. Decidieron si iban a usar ese poder para lamentarse y convertirse en víctima de la situación, o si iban a ser responsables de lo que pase en sus vidas.
Enfrentémoslo! Nunca voy a ser un superhéroe. No vuelo, no tengo visión de rayos x ni levanto un auto con la mano. Lo que si puedo es tomar decisiones, elegir.
Lo que nos define como superhéroes es nuestro compromiso, con eso que queremos que pase.
Y ustedes, donde están poniendo su poder??
Ante dudas o sugerencias contactame a la siguiente dirección:
rociobiroli@gmail.com
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