“Con el video volví a sentir los golpes en carne propia; conmigo también se le salió la cadena”

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Hasta hace seis años Gabriel consideraba a Esteban Oscar González Zablocki como un amigo: “Fuimos juntos a la secundaria (en Berisso) y éramos del mismo grupo”, contó a este diario, pero todo cambió un verano que compartieron con otros jóvenes en Mar del Plata.

“Se enojó por una cosa básica, de esas que se pueden charlar al otro día”, recordó, pero en cambio González “me empezó a golpear en la cara y zafé porque mis amigos se le abalanzaron y yo estaba en una cama, sobre un colchón”. Gabriel admite que le pegó “muchas piñas”, sobre todo en el lateral derecho de la cara. Al día siguiente fue a un puesto sanitario de esa ciudad, donde consideraron que las heridas no eran graves, por lo que regresó a su casa de Berisso. Como sus padres trabajan en el hospital Larrain, el joven hizo una consulta, en la que le diagnosticaron fracturas en el maxilar. En definitiva, lo operaron, le pusieron una placa de titanio -de por vida- y pasó “ocho meses en mi casa, tomando helado y comiendo puré”. Según dijo a este diario, Gabriel hizo la denuncia penal, pero como avanzar con la causa requería trasladarse a Mar del Plata, optó por no continuar. “Era mucho dinero”, aseguró. El episodio alteró su vida de muchos modos: “Sentí que nací de nuevo y que tenía que disfrutar”, por lo que cambió la carrera de Derecho por el profesorado de Educación Física. Siguió con su vida, hasta que vio el video de González pegándole más de 10 piñas a un taxista y “sentí los golpes en carne propia -dijo-, conmigo también se le salió la cadena y puede volver a pasar; no es algo del momento, es su modus operandi”.

Por eso Gabriel se puso a disposición de la familia de Gómez, para dar su testimonio y ayudar a que “esto no pase de nuevo”.

 

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