Llega la hora de revalorizar y defender los espacios públicos

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La falta de educación ciudadana, junto con el escaso interés por parte de las sucesivas autoridades municipales, en lo que se refiere a la valoración del espacio público, han conspirado para que se haga un mal uso de las veredas, calles y paseos públicos, viéndose desvirtuada por consiguiente la visión de que se está hablando de bienes que corresponden al patrimonio común y que merecen el más cabal de los resguardos.

Tales consideraciones surgen a partir del informe publicado en este diario, sobre la virtual toma de buena parte de las veredas por parte de verdulerías, jugueterías, supermercados, talleres y otros establecimientos que copan ese espacio público e impiden el fluido desplazamiento de los transeúntes. La nota publicada reflejó, en tal sentido, las denuncias y reclamos formulados por vecinos a raíz de esa cuestión.

El despliegue de diversas mercaderías en el exterior de los locales comerciales, para ser exhibidas en la vía pública –en donde, además, los vendedores concretan también operaciones y, en otros casos, los verdaderos “anexos” creados por negocios gastronómicos que permiten a la clientela sentarse afuera, en situaciones no admitidas por las normas vigentes, implica una serie de trastornos injustificados para los peatones que apenas si pueden sortear tantos obstáculos.

Según se detalló, las jugueterías suelen ampliar la vidriera con la ocupación de la vereda, algo que se observa en más de un caso en los negocios de ese rubro. También es propio de la actividad entre las ferreterías, cuyos propietarios acostumbran a sacar diversos productos a la calle, y de los bazares, que llevan al espacio público artículos de cocina, incluidos hasta parrillas y “chulengos”. De todos modos, el clásico son las verdulerías, de las que forma parte de los “usos y costumbres” el despliegue de cajones de frutas y verduras que invaden las aceras.

Se registra, además, otra ocupación ilegal de las veredas por parte de los propietarios de vehículos. Se ha hecho habitual que muchos automóviles “duerman” en las veredas, casi pegados a las ventanas de las viviendas donde descansan sus propietarios. Esta modalidad se da mucho dentro del caso urbano platense, especialmente en los barrios.

Entre los cargos que pueden formularse a los distintos responsables de esta situación, que configura una suerte de endémica patología urbana, sobresale la imprevisión y falta de coordinación con la que, durante muchos años, han actuado las autoridades por cuanto no se ha dispuesto en la generalidad de los casos de cronogramas estrictos de control. Por otro lado, está demostrada la indiferencia de los infractores por las consecuencias que perjudican el bienestar de quienes transitan y el funcionamiento general de la Ciudad.

Bien se conoce que existen ordenanzas y reglamentaciones que ponen límites a la usurpación de los espacios públicos, aún cuando está claro que no se cumplen y el “vale todo” –en la mayoría de los casos- ha terminado por autorizar a comerciantes y reparticiones estatales a copar lugares por lo que no se pagan cánones.

Si los responsables no toman conciencia sobre la necesidad de respetar las normas para la utilización de la vía pública y actúan en consecuencia, el caos seguirá apoderándose de la Ciudad. Lo deseable sería no llegar a tales extremos y procurar las necesarias correcciones, aplicándose las medidas que están al alcance de la autoridad competente.

 

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