A los 107 años Irma dio otra impactante muestra de lucidez y pasión por la vida

Lúcida e impecable, Irma Bianchi de Belardinelli festejó ayer sus 107 años. A tono con los nuevos hábitos, en pleno encuentro hizo una videollamada con un familiar que estaba en Viedma. Daba gusto verla cómo estaba junto a sus seres queridos, rodeada de numerosas muestras de afecto y admiración por su plenitud. Siempre hizo una vida sana y tuvo hábitos de alimentación saludable, una de las claves para sostener una longevidad espectacular.

La celebración se realizó ayer al mediodía en un restaurante de la zona oeste del gran La Plata.

Una mesa rodeada de afecto, regada por múltiples anécdotas, momentos de buen humor y recuerdos que estuvieron a flor de piel en cada comensal que participó del emotivo encuentro.

Irma es una las vecinas más longevas de la Ciudad, quien disfrutó ayer de la compañía de cuatro generaciones.

Como ocurrió el año anterior, festejó su cumpleaños en un restaurante, en lugar de su casa del barrio La Cumbre.

Durante su festejo -al que asistieron sus cinco tataranietos, hijos, nietos, bisnietos y otros familiares-, disfrutó de distintas variedades de platos salados, pero fundamentalmente de los postres, ya que lo dulce es su debilidad.

Le encanta cocinar y estar al tanto de todo lo que ocurre en su familia, en la Ciudad, y el país.

Un día en vida incluye cocinar, tejer, leer el diario y mantener su hogar ordenado.

Oriunda de Ancona, Italia -donde nació en 1912- lleva más de 90 años en Argentina; llegó cuando tenía 14 años, huyendo de las devastadoras consecuencias que dejó la Guerra en el continente europeo, fundamentalmente en el país peninsular.

A los 19 años, uno después de ponerse de novia, se casó con quien sería su gran amor: Gino Belardinelli, con quien construyó una familia que hoy la cobija con su creciente afecto.