Sorprendieron a la empleada doméstica de una casa y se llevaron hasta el whisky

Como en una mañana cualquiera, una joven empleada doméstica se encontraba ayer baldeando la vereda de la cochera en la vivienda de la familia para la que trabaja, en City Bell.

Pero esa tarea de rutina le deparó lo que probablemente califique como el mayor susto de su vida. Es que de buenas a primeras se topó con tres delincuentes que tras saltar el paredón del frente de la propiedad bajaron en el sector del parque y enseguida la obligaron, bajo amenazas de muerte, a entrar con ellos en la finca.

Arrancaba así un angustiante episodio para esta mujer, de unos 30 años, que se prolongaría por aproximadamente 15 minutos en ese domicilio situado en 473 entre 132 y 132 bis, del barrio La Emilia, donde fue sometida a un interrogatorio para que revelara dónde había dinero, a los gritos y bajo amenazas constantes.

Aunque la banda no la agredió físicamente, después de que reconoció no saber si había plata en la casa, pasaron por su cabezas las peores presunciones.

Los asaltantes se ocuparon de revisar los principales sectores de la vivienda en busca de dinero y otros efectos de valor, lo que les permitió alzarse, según reveló más tarde a este diario el propietario de la finca, Juan José Turi (de 41 años y dueño de un lubricentro que lleva su apellido) con unos 1.000 pesos, una alianza de oro, varios objetos de valor, algo de ropa y hasta las llaves de la casa.

Asimismo, el damnificado denunció que el suyo resultó uno más de los varios episodios de inseguridad que vienen castigando al barrio en las últimas semanas. Pero al mismo tiempo expuso que, desde la semana pasada, hubo en dos casos presencia de sospechosos que permanecieron algunas horas siguiendo atentamente el movimiento de vecinos en el barrio.

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“BUSCABAN UNA CAJA FUERTE”

Según Turi, los ladrones se colaron en su casa a las 9.45 de la mañana y que, de entrada, insistieron en pedirle a la empleada que revelara dónde estaba la caja fuerte, “cosa que en casa no tenemos”, aclaró en una charla con este diario.

Sin mostrarle armas, pero paralizándola de miedo con palabras intimidantes que expresaron con tono imperativo, los delincuentes decidieron escapar del lugar cuando la víctima les dijo que los dueños estaban por regresar.

Lo que recuerda la mujer es que usaban guantes de lana para de no dejar sus huellas dactilares.

En su afán por encontrar efectivo los delincuentes dieron vuelta todo, aunque prestaron más atención en el dormitorio principal, una habitación que funciona como estudio y el modular del comedor.

Turi aseguró que le robaron cerca de 1.000 pesos, además de “la alianza de casamiento, dos celulares, una cámara digital de fotos, una proyector, un parlante inalámbrico, perfumes, un par de camperas, herramientas y hasta un botellón de whisky con sus vasos”.

“Además quisieron robar una computadora”, completó Turi, antes de apuntar que cargaron todo en un bolso que encontraron en la casa.

Antes de escapar los delincuentes levantaron también las llaves de la propiedad, lo que obligó a los dueños a incurrir en un gasto más, para contratar un servicio que cambiara todas las cerraduras.

Algunos testigos describieron a los ladrones como hombres de entre “30 y 35 años”, de alrededor de 1,75 de estatura, delgados y correctamente vestidos. Un dato importante es que actuaron a cara descubierta.

PRESENCIAS EXTRAÑAS

Con bronca e impotencia, Turi refirió a este diario que el último miércoles “anduvo merodeando un auto negro sin patente, con varias personas que se quedaron un buen rato como vigilando a la gente del barrio”. Dijo que algo parecido sucedió la semana pasada con “dos pibes” que vieron “parados entre las 7.30 y las 9 de la mañana a dos pibes”. En ambos casos alertaron al 911, pero nunca llegó el patrullero -cerró-y se roba bastante en la zona”.

Los damnificados creen que se trató de un asalto al voleo pero denuncian que abundan los robos