La amenaza de las enfermedades emergentes, más vigente que nunca

En el año 2014, mientras un brote de ébola surgido en Guinea se propagaba por África Occidental, llegaba a Europa y motivaba un alerta de la Organización Mundial de la Salud que se extendió hasta 2016 - cuando la cifra de muertos provocada por la enfermedad superaba los 11.300- se producía otro fenómeno en el mundo destinado a hacer historia: ese año, la industria aerocomercial rompía un récord al superar los 100.000 vuelos diarios. Para entonces, el sector, cuyo crecimiento no se detuvo, mostraba otros indicadores que llevaban a una conclusión sorprendente: si en lugar de una actividad económica se tratara de un país, la aviación hubiera representado en 2017 la 20° economía más grande del mundo, comparable con la de Suiza. Las tarifas aéreas actuales, aproximadamente un 90% más económicas que las de 1950, son uno de los grandes impulsores de una actividad que sólo en 2018 transportó a 12 millones de personas en todo el mundo.

Este veloz crecimiento de los viajes aéreos es uno de los factores propios del estilo de vida del siglo XXI que favorecería la rápida expansión de las enfermedades emergentes en un mundo cada vez más globalizado y conectado. Pero no es el único. La larga lista que enumeran los especialistas habla también de las características de las actuales metrópolis y sus periferias densamente pobladas, del contacto humano con animales de cría en estado de hacinamiento para alimentar a esas poblaciones y hasta del cambio climático como factores que estarían favoreciendo no sólo a la rápida propagación, sino a la aparición de enfermedades emergentes y reemergentes.

El reporte de un nuevo tipo de coronavirus -una clase de virus resporatorio- en China en los últimos días encendió todas las alarmas. Como sucedió otras veces en los últimos años, con el surgimiento de alertas mundiales vinculadas a otras enfermedades, como el zika, el ébola, la gripe aviar o la gripe H1N1, se pusieron en marcha mecanismos preventivos, sobre todo en la propia China -ver pág. 20-, donde se puso una ciudad en cuarentena y se tomaron medidas para limitar el turismo. Con todo, en pocos días ya se reportaban casos de la nueva enfermedad en países vecinos y sobre el fin de la semana se registraban los primeros dos contagios importados en Europa (Francia).

La aparición del coronavirus instaló el debate sobre las amenazas de las enfermedades emergentes y reemergentes, los factores que las favorecen y la situación en que se encuentran los sistemas de salud para hacerles frente.

En la Argentina, este debate se da en un momento particular: cuando la epidemia de dengue en países como Paraguay -donde esta semana se reportó que el propio presidente se contagió la enfermedad- y Bolivia dibuja un escenario regional complicado.

En el marco de ese debate los especialistas destacan también varios aspectos positivos. Entre ellos, la rápida detección de estas nuevas amenazas gracias a los avances en la medicina y en la tecnología y de mecanismos de respuesta cada vez más probados y eficaces.

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Con todo, también se afirma que las condiciones de vida propias de la globalizacion permiten suponer que aparecerán nuevas amenazas de este tipo.

Y destacan que, sobre todo en el caso de virus como el surgido en China, tendrán un rol fundamental las medidas de prevención que pueda tomar la población (tales como el lavado de manos y otras medidas de higiene que ya se pusieron a prueba con éxito en ocasión del alerta por gripe H1N1).

El dato nuevo es que, dada la nueva situación, hay especialistas que consideran que un elemento clave para los años que vienen va a ser el “viajero consciente”: aquel que antes de viajar se informe sobre la situación del país que va a visitar y se asesore con profesionales sobre las medidas sanitarias a tomar, si éstas fueran necesarias.

el nuevo virus

La primera alerta referida al nuevo virus fue recibida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 31 de diciembre de 2019 por parte de las autoridades chinas, que advirtieron de la aparición en la ciudad de Wuhan, de 11 millones de habitantes, de una serie de casos de neumonía de origen desconocido. El virus se detectó en un gran mercado de alimentos, fundamentalmente de pescado y mariscos.

La propagación del nuevo virus fue rápida. Hasta ayer ya se habían detectado más de mil casos, 41 de ellos mortales, en China, donde surgió la epidemia, mientras tros países de Asia se vieron afectados y también se detectaron casos en Australia, Francia y Estados Unidos. La tasa de mortalidad ronda el 5%.

Anteriormente, los coronavirus habían sido los causantes de otras dos epidemias: el SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) y el MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio). Según la OMS, la epidemia de SRAS causó 774 muertos en el mundo de 8.096 casos en 2002/2003 antes de ser atajado, lo que comporta una tasa de mortalidad del 9,5%. Por su parte, la epidemia de MERS, todavía vigente, ha dejado 858 muertos entre los 2.494 casos detectados desde septiembre de 2012 (una tasa de mortalidad del 34,5%).

Los investigadores consideran que este nuevo virus proviene probablemente de los murciélagos, como el del SRAS. Sin embargo, aún no hay certezas. Un equipo chino lanzó la hipótesis de que podría tratarse de una serpiente, pero otros expertos rechazaron esta posibilidad y apuntaron que sería, más bien, de un mamífero. Identificar a ese animal es importante, pues podría ayudar a atajar la epidemia.

“Rápida transmisibilidad”

Amadeo Esposto es infectólogo, ex jefe del servicio de Infectología del Policlínico General San Martín de La Plata y afirma que este tipo de virus respiratorios, capaces de contagiarse de humano a humano podían quedar circunscriptos a una sola región en épocas pasadas, pero que en la actual sociedad globalizada e interconectada, son de rápida transmisibilidad. “Todo lo que se contagia por vía aérea hoy puede viajar rápidamente de un rincón a otro del mundo. Para mitigar ese impacto sería útil crear el concepto de viajero consciente, que se asesore con profesionales sobre las medidas sanitarias a tomar antes de viajar. Y en ese sentido los platenses tienen ventaja, porque en la ciudad funcionan tres Centros de Atención al Viajero, en los hospitales San Martín, San Juan de Dios y de Niños”.

Pero hay otros factores que los especialistas destacan como favorecedores de la rápida propagación de este tipo de patologías.

Una de ellas es la mayor densidad demográfica y las grandes concentraciones de animales hacinados para alimentar a esas poblaciones, que favorecería la transmisión de enfermedades de animales a humanos.

También el envejecimiento de las poblaciones, ante la mayor expectativa de vida, favorece la transmisión de estos agentes, se afirma.

Hay un aspecto en el que los especialistas todavía no se ponen de acuerdo y es en el impacto del cambio climático. Algunos creen que está favoreciendo a estas patologías (como lo indica un reciente estudio de la Universidad Autónoma de México) cuando se trata de aquellas transmitidas por vectores como los mosquitos.