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Información General |AL RESCATE DEL EFÍMERO MUNDO DE LOS AROMAS

Proponen un novedoso acercamiento a la historia a través de la nariz

Historiadores y científicos europeos buscan identificar y recrear los olores de la vida cotidiana desde el siglo XVI e incorporarlos a los museos

Proponen un novedoso acercamiento a la historia a través de la nariz

Perfume, La historia de un asesino / web

29 de Noviembre de 2020 | 04:11
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En el siglo XVIII “reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata, las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. Las chimeneas apestaban a azufre, las curtidurías, a lejías cáusticas, los mataderos, a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los palacios”.

Así arranca la memorable novela “El perfume” de Patrick Sûskind, uno de los cientos de libros que un equipo de historiadores y científicos de seis países europeos usarán como base para tratar de identificar los olores más comunes de la vida cotidiana en toda Europa desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX. Su intención es estudiar los cambios de los aromas a lo largo del tiempo y lo que éstos revelan sobre la sociedad.

La novedosa iniciativa, conocida como proyecto “Odeuropa”, fue anunciada días atrás y cuenta con un presupuesto de 3,3 millones de dólares de la Unión Europea para analizar con ayuda de inteligencia artificial más de 250.000 imágenes y textos en busca de esa información tan reveladora como olvidada por el hombre de hoy.

La intención de los investigadores, que trabajarán con químicos y perfumistas, es recrear aproximadamente 120 aromas con la esperanza de que los curadores de los museos incorporen algunos de ellos a las exposiciones para convertirlas en experiencias inmersivas. A lo largo de sus tres años de duración el proyecto desarrollará también una guía sobre la forma en que los museos pueden utilizar los olores en las exposiciones a fin de que sus exposiciones resulten más accesibles para las personas con problemas de visión.

OLORES A PANDEMIA

Si bien en un principio el proyecto Odeuropa iba a comenzar este año, sus responsables resolvieron postergar su inicio para enero próximo debido a la irrupción de la pandemia de coronavirus que, según resaltan, no sólo produjo la pérdida transitoria del olfato en algunas personas sino que ha cambiado los olores de las ciudades y evidenciado cómo éstos reflejan la vida de una sociedad.

Durante las pandemias pasadas, la teoría del miasma, que sostenía que los malos humores eran marcadores de la transferencia de la enfermedad, fue fundamental para la forma en que la gente veía la propagación de la infección.

En la Gran Peste del siglo XVII, por ejemplo, la gente solía creer que la enfermedad se propagaba no a través de gotículas o picaduras de pulgas, sino a través de la inhalación de olores desagradables. Para purificar el aire alrededor quemaban romero y brea, dos aromas tan comunes en esos días que se convirtieron en sinónimo de la propia plaga.

Hoy cuando la amenaza pasa por el nuevo coronavirus que uno puede contagiarse a través de los aerosoles emitidos al toser o respirar, la gente también vive atenta a los olores que la rodean y a veces se preocupa al oler a alguien que está cerca. Y es que “si uno huele al otro significa que ese otro está demasiado cerca y por tanto nos podría contagiar”, explica Inger Leemans, profesora de historia cultural en la Universidad Vrije de Amsterdam.

“El olor se ha vuelto de nuevo un indicador de posibles enfermedades e infecciones”, señala Leemans, una de las investigadores que participan del proyecto Odeuropa.

No menos cierto es también que las medidas de confinamiento han cambiado los olores de las ciudades. Al circular menos autos y estar limitado el funcionamiento de muchas fábricas y restaurantes, las calles por las que circulamos ya no huelen igual.

Estos pequeños cambios, señalan los investigadores, resaltan cómo el estudio de los olores en las comunidades a lo largo del tiempo da pistas sobre las actitudes históricas hacia la enfermedad y otros aspectos culturales de la vida cotidiana. A su entender, se trata de un gran tema de estudio que ha sido desatendido por el mundo académico en el pasado pero que viene concitando cada vez más atención.

“Con el olfato, se pueden originar preguntas sobre la cultura nacional, la cultura global o las diferencias entre comunidades sin entrar inmediatamente en peleas”, comenta Leemans, quien sostiene que la incorporación de olores en las exposiciones de los museos o en las aulas llevaría a la gente a estar dispuesta a participar en discusiones de una forma más abierta que cuando se discuten otros temas de identidad nacional.

Claro que los investigadores no solo están interesados en estudiar los aromas agradables de los siglos pasados, sino también los malos olores, como el estiércol o los hedores de la industrialización y los problemas de aguas residuales que plagaron algunas ciudades europeas. Estos también se pueden dispensar en los museos para ayudar a la gente a conectarse con el pasado siempre que no ahuyenten a los visitantes antes de ingresar.

“Lo que queremos junto con artistas olfativos es meterle a la gente la historia por la nariz; y, si es posible –agrega Leemans- ayudarla a que se dé cuenta lo que hicimos en Europa con la industrialización. Ese es el desafío”.

“El olor se ha vuelto de nuevo un indicador de posibles enfermedades e infecciones” Inger Leemans,

La intención de los investigadores es recrear, en principio, aproximadamente unos 120 aromas

 

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