Carlos y Camilla, 50 años de un amor entre la clandestinidad y la formalidad
Edición Impresa | 7 de Diciembre de 2020 | 03:23

Llevan ya poco más de 15 años de casados, al parecer con felicidad y con ese glamour que solo sabe dar la realeza. Sin embargo, ese amor que hoy se muestra libremente entre banquetes y palacios, en realidad cumple ya 50 años, y la mayor parte de ese tiempo fue tan clandestino como prohibido. Es el amor sobre el que corrieron ríos de tinta y sobre el que ahora se posa una exitosa serie de televisión (The Crown) y que tiene -y tuvo- a toda la realeza británica detrás, el amor del príncipe Carlos y de su sempiterna amante Camilla Parker Bowles.
Cuentan que fue en 1970 cuando se conocieron y se encendió una chispa que ya nunca más se apagaría, por más que el resto del mundo se opusiera, cuando ella ya estaba de novio con otro -con el que luego se casaría- y a él, el soltero mas codiciado del momento, todos le buscaran pareja, las que, por cierto, no le faltaban. Pero él, ese día, se enamoró de la mujer prohibida.
Carlos, que por entonces tenía 22 años, vivía en el palacio de Buckingham y solía divertirse con muchas mujeres. Todos creían que Camilla era una de esas mujeres, mientras se esperaba la aparición de una futura princesa.
Todos soñaban con una princesa de cuento, y nadie creía que Camilla pudiera serlo, primero porque tenía una relación inconclusa con otro, y segundo porque tenía un pasado bastante intenso en amoríos, lo que para aquella época le estaba prohibido a una princesa.
Sin embargo, Carlos se había enamorado de ella y nada parecía impedirlo, ni siquiera cuando en 1972 lo embarcaron durante ocho meses en el buque Minerva con la Marina Real. Y fue para peor, porque en ese periplo, el príncipe sintió que el corazón se le partía al enterarse que Camilla se comprometía con Andrew Parker-Bowles, para casarse finalmente con ese hombre en julio de 1973.
Pero nada terminó, sino que todo recomenzaría. Apareció Diana Spencer, la hermana menor de Sarah, una de sus tantas amigas, hija del conde Spencer, bella, simpática, virgen y joven -tenía por entonces 19 años- que se presentaba en el colectivo social como la candidata ideal para convertirse en una futura reina consorte. Mientras tanto, Camilla alumbraba a Tom, su primer hijo con Parker-Bowles. Y el padrino de bautismo de ese niño no fue otro que el príncipe Carlos, su amigo, confidente y, según los rumores palaciegos, también su amante.
En febrero de 1981, Carlos y Diana anunciaron su compromiso para casarse el 29 de julio en la catedral de San Pablo. Pero según el documental “Diana, en primera persona”, Lady Di confesaba que, cuando se casaron, solo había visto al príncipe trece veces y que sabía fehacientemente de su affaire con Camilla. Tanto es así, que unos días antes de dar el sí les dijo a sus hermanas que no quería hacerlo. Pero era tarde, el triángulo amoroso recién empezaba.
Ya casada y presa de una bulimia creciente, Diana siempre supo que Carlos y Camilla seguían juntos. Y se recuerdan peleas en las que ella lo increpaba por regalos muy onerosos a su “amiga”. Sin embargo llegarían los hijos. Cuentan que Carlos y Camilla solo dejaron de verse entre el casamiento y el nacimiento de Harry, el segundo hijo después de Guillermo.
A mediados de los ochenta, todo el mundo sabía de la relación del heredero a la Corona con su amante prohibida, casi tanto como que el matrimonio entre Diana y Carlos estaba quebrado. Pero la princesa de Gales no parecía tolerar que su esposo tuviera una amante. Algo que su suegra, la reina Isabel II y otras mujeres de su generación soportaban estoicas. Pero el problema era mayor, porque Carlos no solo tenía un affaire con Camilla, sino que además estaba enamorado de ella.
Durante años, los príncipes de Gales siguieron adelante con sus deberes reales como si todo estuviera bien. Atravesaron eventos públicos, compromisos y giras internacionales. Pero Diana se sentía humillada.
Todo lo que vendría después, es historia conocida. La princesa de Gales murió la noche del 31 de agosto de 1997 en París y se convirtió en un ícono. La lloraron los británicos y la extrañó buena parte del mundo que había recorrido con causa solidarias, mientras que a Camilla no le quedó más remedio que mantener el perfil bajo y, como nunca antes, verse a escondidas con Carlos. Salidas, encuentros, vacaciones y vida de novios, lejos de todos. Había muerto la más famosa de las víctimas de las infidelidades de un marido, aunque ella también tuviera sus amantes.
Dos años después de la muerte de Diana, Carlos y Camilla se mostraron juntos en público por primera vez y tras casi 30 años de relación. Luego, en 2005, se casarían. El amor clandestino, finalmente, se había impuesto a todos.
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