El horario escolar influye en el rendimiento de los adolescentes
Edición Impresa | 16 de Febrero de 2020 | 05:33

Científicos argentinos lograron demostrar que los adolescentes rinden más cuando su horario escolar está alineado con su “horario interno” o cronotipo. Es una de las conclusiones más importantes de un estudio que se publicó esta semana en la prestigiosa revista Nature Human Behavior.
Según advierten los investigadores del Conicet, la mayoría de los jóvenes tienen cronotipos – un reloj biológico interno- nocturnos pero asisten a la escuela muy temprano a la mañana.
El fenómeno está vinculado al denominado “jet lag social”, al que “todos estamos expuestos” según advierten desde el Conicet, y explican que se produce cuando los horarios de sueño del fin de semana -o de los días libres- son muy diferentes a los horarios de los días laborales. Esa interrupción en los patrones naturales del sueño puede repercutir en la salud de diversas formas, provocando desde mal humor o menor rendimiento académico y cognitivo hasta enfermedades cardíacas u obesidad.
“El sueño está subestimado, y en la adolescencia es fundamental”, advierte Leone, que trabaja en el Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y en el Laboratorio de Neurociencia de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).
El cronotipo, explica la científica, es el horario biológico interno de una persona, que está regulado por un reloj que se aloja en el cerebro, y va cambiando con la edad. En la madurez las personas tienden a levantarse más temprano, pero en el caso de los adolescentes, su cronotipo tiende a ser más nocturno, es decir que naturalmente se duermen más tarde.
De hecho, biológicamente, el momento de mayor vespertinidad se da al final de la adolescencia, alrededor de los veinte años. Por esa razón, también deberían levantarse más tarde, ya que de esa forma lograrían cubrir el período de sueño que recomiendan los organismos de salud mundial, que sugieren que los adolescentes deben dormir entre ocho y diez horas. Sin embargo, la escuela suele iniciar el turno matutino antes de las ocho de la mañana, lo que en muchos casos provoca que se les acorte el período de sueño.
EL ESTUDIO
Con esos datos sobre la mesa, los científicos pusieron la lupa en la interacción entre el cronotipo de los adolescentes y el horario escolar, para intentar examinar cómo influye esa interacción en su rendimiento académico. Y lo estudiaron en 753 estudiantes de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, quienes completaron un cuestionario que indagaba en cuestiones como qué horarios de sueño manejan los adolescentes en días hábiles, a qué hora se acuestan, a qué hora se levantan, cuánto tardan en dormirse.
Al evaluar el rendimiento académico en función del cronotipo, los científicos arribaron a diversas conclusiones. “En cuanto a los hábitos de sueño, vimos que los adolescentes que asisten al turno mañana duermen muy poco y tienen niveles altísimos de jet lag social”, señala Leone, y agrega que “vimos que ese efecto está exacerbado, sobre todo, en los adolescentes de quinto año, que son los más nocturnos y que acá son particularmente más nocturnos que en otros países”.
Luego, indagaron en qué sucede con los distintos cronotipos de los estudiantes al interior de cada uno de los turnos escolares –mañana, tarde y vespertino-. Así lograron detectar diferencias llamativas: vieron que los adolescentes de cronotipo más matutino tenían mejor rendimiento al concurrir por la mañana. Sin embargo, esto no permite discernir si los matutinos, en general, tenían alguna ventaja cognitiva respecto de los más vespertinos o nocturnos –si, efectivamente, “al que madruga Dios lo ayuda”- o si se trataba solo de una ventaja asociada con el horario de concurrencia a la escuela, lo que se llama “efecto de sincronía”.
Lo que vieron entonces es que existen dos efectos: por un lado, que tanto en primero como en quinto año, tienen mejor rendimiento por la mañana los de cronotipo matutino, mientras que por la tarde y la noche, los resultados son más variables. Pero también, que el efecto de que los matutinos sean “mejores” a la mañana es más pronunciado en matemáticas, aunque también se observa en lengua. En el turno vespertino, los de cronotipo mas tardío o nocturno obtienen mejor rendimiento en Lengua.
En resumen, los investigadores observaron que el rendimiento académico mejora cuando los horarios escolares están mejor alineados con los ritmos biológicos de cada adolescente: cuando el adolescente que es más matutino concurre por la mañana y el más tardío o nocturno, por la tarde o noche respectivamente. “Se podría recomendar, en base a nuestro estudio, que la escuela empiece más tarde: eso es algo que beneficiaría a todos los adolescentes, si bien este experimento es investigación básica y se necesitan más estudios para poder hacer una recomendación práctica acabada”, aclara Leone.
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