Arrancan las clases: preparados, listos, ¡Ya!

Si la vuelta al cole concita entusiasmo, expectativa y hasta cierto estrés, de acuerdo a las rutinas y organización de las familias, arrancar etapas nuevas como el jardín, la primaria y la secundaria, le agrega al proceso buenas dosis de ilusión y ansiedad.

Los necesarios preparativos de compra de materiales, controles de salud y reuniones con maestros, comienzan a hacerse habituales al tiempo que crece en mamás y papás la curiosidad por cómo será el desempeño escolar y la dinámica de los chicos en la escuela.

¿Cómo lo viven los niños? Si los más pequeños se debaten entre el temor a lo nuevo y las ganas de jugar con otros, los que arrancan la primaria se entusiasman con la idea de ser “grandes” y empezar la escuela. ¿Los pre-adolescentes? Bien, gracias. La mayoría prefiere seguir de vacaciones.

El hijo mayor de Leila empieza la “secu”, la más chica el jardín y el del medio cambia de turno

Ponerse en “modo escuela”, no es sencillo para nadie: se trata de organizar una rutina que los más pequeños nunca tuvieron, y que, en muchos casos, es la primera experiencia social fuera de la casa; implica terminar la etapa puramente lúdica que representa el jardín para quienes comienzan la escuela primaria y es un gran desafío para las y los adolescentes que asoman al mundo soltándose de la mano de los padres y experimentan nuevas responsabilidades, intereses y amistades.

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A horas de que suene el timbre de largada, EL DÍA consultó a familias platenses cómo viven la previa del inicio de clases y qué deseos, expectativas y temores los atraviesan. Bonus track: consejos de especialistas para acompañar mejor las distintas etapas y no estresarse en el camino.

JARDÍN, PRIMARIA Y SECUNDARIA: RECALCULAR ES LA TAREA

Organizar la rutina escolar no es novedad para Leila Heffner, 34 años, empleada y mamá de Isidoro de 12, Gregorio de 8 y Clementina de 3. Aunque este año sí hubo que recalcular. El mayor empieza el secundario y la más pequeña arranca el jardín de infantes, mientras que el del medio cambia de turno, por cuestiones de organización curricular.

“Lo vivimos bien, aunque arrancar costó. Sentarse dos horas para hacer el cuadernillo que le exigen a Isi para empezar, después de no hacer nada durante diciembre, enero y febrero, es difícil”, dice y reconoce que sus hijos necesitan que ella esté alrededor para hacer los deberes.

“Yo no me siento sola”, repite a la mamá la más pequeña, mientras devora cereales de colores en el comedor de su casa de Tolosa. Es que si volver al colegio está lejos de ser un deseo para los mayores, ella parece más motivada.

“Pregunta cuándo va a ir con sus amigos. De hecho, cuando fuimos a la entrevista con las señoritas, no se quería ir y pedía por los otros nenes”, cuenta la mamá, a quien le pesa un poco la idea de la doble escolaridad de la menor. Enseguida se consuela: Clementina es “re social” y no cree que vaya a tener problemas en la etapa que comienza.

El mayor incordio de estos días es la cantidad de trámites, entrevistas y reuniones ligadas al inicio escolar. Un día para la entrevista, otro para la admisión, otro para los papeles y el último para reunión de padres, enumera y dice “siempre fue mi responsabilidad, pero ahora más porque mi marido atiende el negocio y no tiene tiempo”.

“Lo importante es el diálogo antes de ingresar a la escuela primaria“, explican los especiales

Con los útiles, cuenta Leila, quien da una mano es la abuela, que vive en el interior pero siempre a principio de año manda carpetas, mochilas y guardapolvos. Después, ella refuerza con una compra en un mayorista de la zona. “¿Hojas de carpeta?”, ríe, “es increíble pero todavía guardan stock, herencia del hermano mayor de los nenes, que ya está en la Universidad”.

LA SECU Y LA AUTONOMÍA DE LOS ADOLESCENTES

Sobre la expectativa de Isidoro en relación al colegio, Leila dice que pasa por quiénes serán sus compañeros en esta nueva etapa, y no duda de su capacidad de adaptación. Da ejemplos: “Viajó a Santa Teresita con un equipo de fútbol donde sólo conocía a dos compañeros, después a Mar del Plata también con chicos nuevos y por último a Chile y siempre se adaptó”, cuenta y opina que el deporte es un gran aliado en ese aspecto.

Entre sus temores principales está el hecho de cómo encarar una rutina nueva en la que el más grande estará solo a la mañana para resolver tareas, ya que por sus actividades extraescolares –juega al fútbol y entrena cuatro días por semana– solo dispondrá de ese tiempo extra para dedicarle a la escuela.

Si tuviera que definir con una palabra la situación emocional que le provoca el inicio de clases de su hijo adolescente, Leila diría: “incertidumbre”. Le preocupa sobre todo, si podrá brindarle la información necesaria y adecuada “antes de que sea tarde”, dice.

“El es medio pudoroso y no pregunta, pero me interesa que se saque las dudas acá. Ni por internet, ni con un amigo, porque nunca se sabe de dónde lo sacan ellos”, dice y advierte “ahora se van a cruzar con chicos de 13 años que se la mandan, que no tienen miedo y son inconscientes porque piensan que nada les puede pasar, y eso a mi me da temor”.

PRIMER GRADO: CUÁNTO FALTA PARA EMPEZAR

Desde que terminó el jardín, Emilia, de 6 años, está súper emocionada con el pase a primer grado. Todos los días le pregunta a su mamá –Eugenia Baliño (38), periodista, de La Plata–, cuanto falta para arrancar. Ahora, que se acerca la fecha, cuenta la madre, ya lleva la cuenta sola y va “tachando” los días.

“La emociona el cambio y la idea de que ahora es grande”, dice Eugenia, que tiene además a Manuel, de dos años. Para la familia, será un cambio importante, ya que si bien la nena continúa en el mismo colegio, el varón se suma al jardín allí también.

“Nos va a aliviar bastante la organización familiar, porque ingresan al mismo horario y van a estar en un mismo lugar”, dice Eugenia, y explica que “antes teníamos que recorrer media ciudad para dejar a Emi en Gonnet y después a Manu en un maternal en La Plata, porque no conseguimos ninguno por la zona”.

“Es un aprendizaje nuestro que los tenemos que soltar, entender y poder confiar en ellos. Otra no queda”

Alejandra Tavelli (48),
Mamá de Santino (12)

Con los útiles no hubo drama, porque los fueron comprando con tiempo y la lista era bastante simple, y lo mismo con la ropa: por la modalidad de la escuela, no llevan uniforme ni tampoco mochila y la mayoría de los materiales quedan en el colegio durante la semana. “No tuvimos que comprar manuales ni libros de texto, y hasta tercer grado no llevan mochila sino una bolsa de tela que la proveen ellos”, detalla.

El mayor incordio de estos días son los trámites, entrevistas y reuniones ligadas al inicio escolar

Si tiene ansiedad frente a esta nueva etapa de su hija, no lo cree. “Por ahí lo que me genera es cierto miedo a que se exija demasiado ella misma, por su tipo de personalidad, o que surja el tema de la comparación con sus compañeros, aunque es un grupo muy unido”, explica Eugenia, “sí tengo curiosidad por cómo va a ser la nueva dinámica escolar y cómo nos vamos a adaptar todos a ella, teniendo en cuenta que tenemos otro hijo más chico que es muy demandante y que también va a estar haciendo su adaptación al jardín”.

UNA GOMA, UN LÁPIZ, UNA REGLA

La ilusión que le da arrancar la secundaria a Santino Azzaro (12) es proporcional a su austeridad. “Nos preparamos bien, Santino está contento porque va a seguir con parte de sus amigos a pesar del cambio de colegio”, cuenta su mamá Alejandra Tavelli (48), contadora y vecina de Villa Del Plata. Ya tiene todo preparado: sólo pidió una goma, un lápiz, una lapicera y una regla.

Santino es muy prolijo y riguroso, y no le gusta que le vaya mal. En su trayectoria escolar nunca tuvo problemas, y la mamá espera que continúe así. “El es muy tranquilo, dicho por otras mamás y nosotros no somos de meternos cuando hay temas de chicos; le inculcamos que tiene que resolver las cuestiones dentro del colegio y ante todo el respeto humano”.

Nunca para Alejandra fue un peso ocuparse de las compras de útiles y los controles de salud, al contrario: “Siempre me gustó todo lo vinculado a la educación y los preparativos para el cole, ojalá antes hubiera habido tanta oferta”, se entusiasma. Todos los años, se toma el tiempo para, después del trabajo, comprar las cosas que hacen falta.

En el rendimiento escolar siempre le fue bien, por lo que el desempeño de Santino en las materias no le quita el sueño. “Desde muy chico le enseñamos a compatibilizar bien el deporte - como Isidoro, el nene también juega al fútbol- con las obligaciones escolares, porque no le sobra nada de tiempo”.

Alejandra dice estar muy entusiasmada con la etapa que empieza: “Si bien uno dice, no quiero que crezcan, como él es muy compañero en cuanto a charlar conmigo, lo disfruto y lo acompaño en esto”. Por supuesto, que “como a la mayoría de los padres, me intriga el afuera: la noche, cuando empiecen a salir, la droga; pero también es un aprendizaje nuestro que los tenemos que soltar, entender y poder confiar en ellos. Otra no queda”, se reconforta.