“La salida del confinamiento en Barcelona fue un caos”

Calles desbordadas de gente, muchas personas sin barbijo y pocas precauciones, algunas de las cosas con las que conviven Agustina Cheves y Juan Manuel Noval

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Luego de siete semanas de confinamiento por el coronavirus, España inició su etapa de apertura y en los primeros días el descontrol fue total. Los españoles salieron a las calles de manera masiva y la vida diaria se convirtió en un caos.

“La situación se desbordó”, coinciden Agustina Cheves y Juan Manuel Noval, una pareja de jóvenes platenses radicada en Barcelona desde hace dos años. Ellos son testigos directos del proceso de desconfinamiento que se inició sobre suelo español y que en los primeros días generó varios inconvenientes.

Sobre lo vivido por estos días, Juan Manuel contó: “Acá la salida del confinamiento se dividió en cuatro fases, siendo la última fase el regreso a la normalidad. En la fase inicial, por ejemplo, podemos salir a practicar deportes”. Y agregó: “También en la fase inicial tenemos permitido salir a la mañana y a la tarde pero solo durante cuatro horas. Hay que salir con barbijo, aunque la mayoría no lo hace”.

“En los comercios te atienen pero con cita previa. Por ejemplo, en una casa de comidas te atienden siempre y cuando hayas encargado con anticipación. Lo mismo ocurre con las librerías, ferreterías, peluquerías y demás comercios”, completó.

Pese a las recomendaciones sanitarias, Juan Manuel aseguró que en Barcelona “la teoría no coincide con la práctica” y argumentó: “La realidad es que acá salió todo el mundo, todos desesperados y la gran mayoría sin barbijo. La situación se desbordó y la mayoría creyó que se podía hacer una vida normal”.

“Creo que todo lo que se hizo bien durante la cuarentena se opacó bastante con lo que está pasando en estos días”, contó.

“Se vivió un caos”

En coincidencia, Agustina dijo: “Los primeros días fueron un caos, en los espacios donde se puede correr parecía que había una maratón. Y en la playa también, impresionante la gente que fue, no se podía caminar. La gente salió a la calle como si no hubiese pasado nada”.

“Cerca de nuestra casa hay una plaza donde hay mesas de ping pong y no se podía creer la cantidad de gente que había. Y la mayoría sin barbijo. También lo curioso es que la misma gente que anda con barbijo discute con quienes no lo tienen”, remarcó Agustina.

De la plata a Francia y España

Agustina tiene 32 años y Juan Manuel, 33. Ella es ingeniera química y él estudia nutrición. Contaron que se fueron de La Plata con el deseo de vivir en Europa y de sumar nuevas experiencias.

Hoy viven en un departamento que está ubicado a unas seis cuadras de la basílica de la Sagrada Familia y a unos pocos metros del Parque De Glories. No obstante, antes de Barcelona estuvieron viviendo unos ochos meses en Montpellier, en Francia, lugar al que arribaron gracias a una beca laboral que le otorgaron a Agustina.

Sobre la llegada al Viejo Continente, Juan Manuel contó: “Nos fuimos de La Plata porque queríamos salir de lo que se podría llamar la zona confort. En La Plata teníamos trabajo, estábamos cómodos, pero decidimos cambiar. Así que en seis meses nos organizamos, avisamos en nuestros trabajos que nos íbamos y nos fuimos”.

Recordó que “al principio, cuando llegamos a Montpellier, parecía que estábamos de vacaciones, nos gustaba todo, pero después se nos fue complicando con algunas cuestiones. Por ejemplo con el idioma y con la cultura que es un poco cerrada. Nos costaba integrarnos”. Agustina, en tanto, expresó que “estando en Montpellier me surgió una posibilidad de empleo en Barcelona y no lo dudamos. Hoy estoy en una empresa que se llama Nalco y que brinda un servicio de soportes petroquímicos”.

Tras el cambio de ciudad, Barcelona recibió a la pareja de platenses con los brazos abiertos. Las costumbres, el idioma y las nuevas amistades hicieron del cambio un hecho positivo.

No obstante, lo bueno quedó momentáneamente al margen ante la aparición de la pandemia del coronavirus y los anuncios del confinamiento. “El cambio fue importante, principalmente en el trabajo, porque lo mío es una tarea operativa. Entonces, ya el hecho de tener que trabajar desde tu casa es un cambio importante”, consideró Agustina. Y añadió: “Viajaba todos los días a Tarragona, en auto, hasta que por disposición del gobierno nadie pudo salir de Barcelona. Esa medida aún persiste, así que estamos todos en nuestra casas”.

“Al principio me generó un poco de bronca, después angustia y ahora es como que ya nos estamos acostumbrando. Nos levantamos temprano, yo me conecto para trabajar, Juan se pone con sus estudios y cuando terminamos no sabemos mucho qué hacer”, completó Agustina.

Con la Ciudad bien presente

Para ambos es clave el bienestar de sus familiares y amigos que viven en La Plata. En este sentido, Agustina contó que diariamente mantiene contacto con sus padres Ruth y Oscar, con su hermano Ignacio y con las abuelas Irma y Nora. Y Juan Manuel confesó que extraña mucho a su mamá Adriana; y también a sus tíos y primos.

“Gracias a la tecnología podemos mantener una comunicación diaria con nuestros familiares”, relató Agustina y amplió: “Nuestros padres son personas mayores y están en el grupo de riesgo. Pero cuando hablamos nos transmiten tranquilidad, ellos son conscientes y se cuidan”.

“Es increíble pero a veces pienso que en Argentina estaríamos bien o más tranquilos, porque acá estamos en el centro del problema. Pero bueno, por el momento tenemos que aguantar. Después veremos”.

Por su parte, Juan Manuel apuntó: “Miedo no sentimos nunca. Sí somos muy precavidos con el tema de la higiene. Apenas el gobierno español anunció las normas la gente creo que fue muy cauta, respetó mucho las restricciones. Quizás las decisiones llegaron un poco tarde porque en su momento se morían mil personas por día”.

“El miedo también pasa por saber que ocurre en Argentina, con nuestros familiares en La Plata. Sabemos que las estructuras sanitarias no están preparadas pero por lo que leemos, entendemos que se han tomado las decisiones correctas”, especificó.

Al mismo tiempo, Juan Manuel confesó: “La verdad es que en esta situación se extraña un poco más. Hace más de un año que no vemos a nuestras familias y lo que nos genera un poco más de preocupación y angustia es que no sabemos cuándo vamos a poder viajar”.

Por último, reflexionó: “Yo creo que uno siempre busca lo que no tiene. Estando en La Plata queríamos venir para acá y ahora, ante estos problemas, uno piensa en la posibilidad de volver. Antes decíamos que lindo sería vivir en Europa y ahora que estamos acá a veces pensamos en volver. Parece increíble”.

 

(Ramiro Segovia, especial para EL DIA)

 

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