Juan Carlos Pellegrini

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A los 84 años falleció Juan Carlos Pellegrini, un vecino de largo arraigo en la Ciudad que fue muy apreciado en distintos círculos sociales a los que se vinculó y que hoy lamentan su partida.

Había nacido en la ciudad de Magdalena, el 25 de septiembre de 1935.Sus padres fueron Juan Pellegrini y María Cortopasi, pero también creció muy cerca de Alejandro y Delia, sus abuelos, quienes fueron figuras de gran importancia para él.

Cursó en la Escuela Primaria N° 12 de Magdalena y luego, el nivel secundario, comopupilo en el Sagrado Corazón de La Plata.En su niñez jugó al fútbol en el Sport club de su pueblo.

Trabajó desde muy chico como panadero, junto a sus queridos hermanos Cacho y Bebe, con quienes siempre fue incondicional y gran amigo.

Entre otras actividades se dedicó a la cría de animales, fue comerciante y se ganó la vida con diferentes trabajos que dejaron de relieve sus ganas de progresar.

En el tiempo libre le gustaba cazar, jugar al futbol y al tenis. Además amaba hacer asados para su familia y encontrarse con sus amigos para apasionarse en prolongadas charlas en la Confitería París, de la que fue habitué.

Cumplió su proyecto de formar una familia junto a su esposa Gladys Righini y en su vida fueron muy importantes sus sobrinos Luis, Cristian, Marina, Soledad Pellegrini y Natalia y Virginia Irrazabal, a los que se vinculó como si fueran sus hijos. Siempre tuvo para ellos la palabra justa y el acompañamiento oportuno.

Coco, como lo llamaban en su entorno íntimo, fue un hombre de mucho carácter y convicciones firmes. Quienes lo conocieron lo describieron como responsable y criterioso en todas sus acciones.

A lo largo de su vida también se mostró como una persona muy confiable y confiada. Para Juan Carlos una de las cosas más valiosas fue la palabra.

La generosidad fue otro de los valores que constituyeron su esencia y siempre fue muy desprendido con sus allegados.

Con su forma de ser supo ganarse muy buenos amigos, quienes coincidieron en que Coco fue un excelente e intachable hombre.

Su esposa, su hermano Bebe y sus sobrinos fueron el sostén de sus días. También ocuparon un sitio importante sus amigos, esos grandes compañeros de vivencias con los que compartió incontables momentos y anécdotas que, sin dudas, serán imborrables para quienes lo recuerdan como una persona singular y de valores.

 

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