Francisco Mazzuca

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Fue un comerciante de extensa trayectoria en la Ciudad, pero por sobre todas las cosas, un hombre apreciado por quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo, por eso el fallecimiento de Francisco Mazzuca, ocurrido a sus 81 años, provocó innumerables muestras de pesar.

Había nacido el 8 de diciembre de 1938 en La Plata, en el seno del hogar conformado por Flora Mansilla y Francisco Mazzuca y creció junto a sus hermanos María Cristina y Jorge – ya fallecido-.

La casa donde pasó su niñez estaba en la zona del Parque Saavedra y cursó la primaria en la escuela de 12 y 60.

Desde pequeño jugó al fútbol en las divisiones inferiores de Estudiantes y, cuando estaba a punto de ingresar a reserva, sufrió una lesión que lo alejó del campo de juego, pero no de la pasión que siempre sintió por el club y que con los años, transmitió a sus hijos.

Con relación a su vida laboral, trabajó durante mucho tiempo en Todanco S.A, un establecimiento que le permitió familiarizarse con los repuestos de moto.

Transcurridos unos años pudo montar su propio comercio, “Motorepuestos 64”, en la esquina de 9 y 64. Por 45 años se mantuvo en actividad y, solo a raíz de la pandemia, se vio obligado a bajar las persianas. No obstante mantuvo la idea de que cuando todo terminara volvería a trabajar.

Estaba casado con María Teresa Ienaro, juntos compartieron 57 años en los que consolidaron un vínculo marcado por el amor, el respeto y un gran compañerismo. La familia se radicó en el barrio Altos de San Lorenzo y creció con los nacimientos de sus hijos Leonardo Javier y Maximiliano Francisco; a su vez ellos le dieron cuatro nietos: Augusto, Bianca, Tomás y María Paz.

Francisco Mazzuca siempre fue un hombre bondadoso y sociable que disfrutaba de los encuentros con amigos, ya sea los que hizo en sus épocas de jugador de fútbol como aquellos que cosechó en otros órdenes de la vida. Una de sus grandes alegrías fue que muchos de ellos compartieran con él el cumpleaños de 80 que le organizó su familia.

También disfrutaba del tiempo al aire libre en su casaquinta de Abasto, ya sea los fines de semana o las vacaciones.

Otro de sus pasatiempos fue el turf, le gustaban los caballos y llegó a tener algunos de carrera en sociedad con amigos.

Gran esposo, padre ejemplar y amigo incondicional, Francisco Mazzuca será sin dudas recordado como un hombre de bien.

 

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