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El Mundo |EL PRESIDENTE PIDIÓ EVITAR EL DESPERDICIO Y ENCENDIÓ ALARMAS

¿Se esconde una crisis alimentaria tras una campaña contra el derroche en China?

El suministro de comida es crucial para el país, que a inicios de los años 1960 sufrió una trágica hambruna con millones de víctimas

¿Se esconde una crisis alimentaria tras una campaña contra el derroche en China?

Uno de los mercados de Shanghai. Preocupa el derroche de comida/AFP

27 de Agosto de 2020 | 01:57
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SHANGHAI

Una campaña lanzada por el presidente chino Xi Jinping contra el desperdicio plantea dudas sobre la seguridad alimentaria en China, presa de graves inundaciones y de tensiones con sus principales proveedores.

Con 1.400 millones de bocas que alimentar, la seguridad alimentaria es un asunto crucial en China, país que a principios de los años 1960 sufrió una hambruna que dejó decenas de millones de víctimas.

El auge económico del gigante asiático se vio acompañado desde entonces por una explosión de la producción y de las importaciones agrícolas, y los banquetes pantagruélicos se convirtieron en la norma en algunos círculos.

Hasta tal punto que el presidente Xi Jinping tildó a mediados de agosto de “sorprendente y preocupante” el despilfarro de sus compatriotas. “Pese a las buenas cosechas que nuestro país recolecta cada año, es necesario mantener una percepción de crisis en materia de seguridad alimentaria”, advirtió. Esta afirmación suscitó interrogantes.

PRIMER IMPORTADOR

Las inundaciones estivales destruyeron este año inmensas superficies de tierras cultivables en la cuenca del Yangtsé, el granero de arroz del país.

A principios de año, la crisis del COVID-19 desestabilizó las cadenas de abastecimiento. Antes, una epidemia de fiebre porcina africana había devastado el ganado nacional y duplicó el precio del cerdo, la carne más consumida en el país.

A esto se añaden problemas de fondo: la urbanización galopante, que destruye las tierras aptas para cultivo, y el éxodo rural, que deja al campo sin mano de obra.

Para alimentar a la mayor población del planeta, China se convirtió en el primer importador mundial de productos alimentarios. Pero en los últimos tiempos, sus relaciones se deterioraron gravemente con tres de sus principales proveedores: Australia, Canadá y EE UU. Y el gobierno chino adoptó sanciones contra algunas importaciones agrícolas de estos tres países, aunque en enero se comprometió a aumentar sus compras de productos estadounidenses.

Por ahora, el régimen comunista afirma que todo va bien respecto a la oferta.

“Algunos empiezan a preguntarse si habrá una escasez este año. En realidad, no hay motivos para preocuparse”, escribía el 17 de agosto la Academia china de Ciencias Sociales en un informe.

Pero el mismo organismo público advertía además que “el déficit alimentario” del país aumentaría en los próximos años, a menos que se adopten reformas agrícolas.

DESEQUILIBRIOS

A largo plazo, China debe proteger sus tierras del avance inmobiliario y mejorar la situación de sus campesinos para convencerlos de seguir cultivando, señala el investigador Li Guoxiang, del Instituto de Desarrollo Rural de la academia.

Según los medios, los agricultores que apuestan por un alza de los precios acumulan existencias, agravando así los desequilibrios del mercado. De ahí la necesidad de reducir el derroche y también el consumo, en un país donde la obesidad, antes desconocida, se ha más que triplicado entre 2004 y 2014.

Con la cantidad de comida que tira cada año, China podría alimentar a su vecino surcoreano.

Como durante el apogeo del maoísmo, la palabra del presidente Xi bastó para generar un sinfín de iniciativas más o menos bien planteadas, como la de un restaurante de Changsha (centro del país) que invitó a sus comensales a pesarse antes de pedir un menú adaptado a su eventual sobrepeso.

Otros establecimientos imponen una “fianza” a sus clientes, que solo se devuelve si estos dejan bien limpios sus platos. En un café de Shanghai, periodistas asistieron esta semana a una pelea entre dos clientes, uno de los cuales había dejado su sándwich casi intacto antes de irse del lugar.

Pero al igual que otras campañas políticas, esta podría tener “menos impacto de lo que generalmente se cree”, apunta la analista Rosa Wang, de la consultora agrícola JCI China en Shanghai.

Según ella, el COVID-19 tuvo como efecto una reducción del consumo: confinadas en sus casas, muchas personas descubrieron la cocina frugal a domicilio, a expensas de las comidas en los restaurantes. (AFP)

 

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