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Espectáculos |La cartelera virtual

Mario Cárdenas: “Yo empecé a deconstruir el tango”

Amigo de Perón, y de Gardel en sus sueños, exiliado, el cantor y bandoneonista platense (bueno, nacido en la ciudad Eva Perón, dice) presenta este viernes su primer show por streaming, en el que promete música e historias de una vida increíble, improbable

Mario Cárdenas: “Yo empecé a deconstruir el tango”

Cárdenas, listo para salir a escena el viernes

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

28 de Septiembre de 2020 | 04:57
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El mejor cantante de tango de su generación vuelve al escenario el viernes. “Bueno, eso del mejor cantante de mi generación es algo que dicen los fans, no lo digo yo. Yo no estoy de acuerdo”, lanza con la humildad de los grandes Mario Cárdenas, el amigo de Perón que salió de gira por el mundo con solo 6 años y que se hizo amigo de Gardel en sueños. Una vida tan increíble que parece inventada.

La voz masticada y característica, atravesada por el tiempo y las mil noches de bohemia, de Cárdenas, que se subirá el viernes al escenario del porteño teatro Astros para brindar un show por streaming desde las 21 (entradas por TuEntrada), se escucha todavía agarrotada por el sueño cuando atiende a EL DIA al otro lado del teléfono. Son las cuatro de la tarde. “Buenas noches”, confirma las sospechas Cárdenas al responder el llamado. ¿Buenas noches? “Es que recién me estoy despertando. Me acuesto tarde, me quedo escuchando tango hasta las 3 de la mañana”, afirma el cantor.

Sin embargo, Cárdenas dice que si bien “el tango es la vida”, no es de los que pasa la vida obsesionándose con el tango. “El tango es una bendición del cielo, pero lo que le hace mucho daño al tango es la obsecuencia: una persona que escucha tango, baila tango, piensa tango, estropea el tango. Al tango, como a tantas actividades de la vida, hay que mirarlas de lejos para mejorarlas. Por eso yo me tomé 20 años de distancia”, comienza la conversación el artista, haciendo referencia a su exilio y su ausencia de los escenarios tangueros tras el exilio en 1976, provocado porque “era amigo de Perón”: la vida de Cárdenas, precoz cantor de temprano éxito, ingresa en esa etapa, hasta su regreso reciente al país, en una zona brumosa, llena de misterio.

“Arranqué de muy chiquito: soy del año 55, nací en la ciudad Eva Perón, así dice mi partida de nacimiento. Después, los fusiladores la devolvieron al nombre original”, lanza, peronista hasta la médula, el cantante que también juega con el bandoneón (“pero no me considero bandoneonista”, afirma). El tango estuvo en su vida desde los primeros años: “Desde muy chiquitito, en mi casa se escuchaba todo el día Gardel. Quizás por eso, me la pasaba soñando con Gardel. Para mí, esto es algo que sigo pensando, los sueños son como una vida: yo con Gardel, en los sueños, compartí cuando componía las canciones para las películas con Le Pera, estuve cuando fue a visitar a su familia en Toulouse, cuando debutó en Barcelona vestido de gaucho, yo estaba ahí. Yo desayunaba con él. Y lamentablemente, estuve con él cuando ocurrió el accidente en Medellín. En mi sueño, no lo pude salvar, y a partir de ese momento no pude soñar más con mi amigo Gardel”, relata.

“En sueños, estuve con Gardel cuando ocurrió el accidente en Medellín. En mi sueño, no lo pude salvar, y a partir de ese momento no pude soñar más con mi amigo”

“Los artistas del hoy tenemos la responsabilidad de hacer avanzar el tango, porque si no es una cosa de tarjeta postal”

 

“Entonces, en ese momento empecé a cantar tangos para tratar de volver a soñar con Gardel. Por eso sigo cantando desesperadamente: para ver si puedo soñar con mi amigo. Yo en el canto llevo el deseo de soñar con Gardel: canto y cierro los ojos, y le pido al morocho que vuelva a entrar en mis sueños”, dice Cárdenas, que desde entonces lleva esa tristeza en la voz.

Intentando recuperar a Gardel, Cárdenas se convirtió en un fenómeno del tango con apenas cinco, seis años, cuenta la leyenda. “En la década de los 60 tenía un dúo con Guillermito Fernández: Marito y Guillermito. Yo dejé de ser Marito, crecí, pero Guillermito nunca pudo superar el problema con el diminutivo, y quedó como el Peter Pan del tango”, relata. Ocho años más tarde, Cárdenas lanzó su consagratorio “Tangos a la bartola” y con solo 13 años salió de gira por Latinoamérica y llegó a Europa.

Como parte de ese recorrido, que lo llevó de purrete a codearse con las grandes voces del género, compartir noches en bares y fondas y quién sabe qué otra correría de la que no debería haber participado hasta la mayoría de edad, “en el 69 estaba en Madrid, y como era muy amigo de los cantantes cercanos a Perón, Hugo del Carril, Hugo Marcel, me dijeron que fuéramos a verlo a Puerta de Hierro”.

Allí inició su amistad con Perón, la misma que le costaría tener que dejar la patria, años más tarde. “Estuvimos una tarde cantando tango, él acompañándome como músico solista con el bombo, mientras yo cantaba”, recuerda Cárdenas, que “quedé pegado a la imagen de Perón, entonces después tuve problemas y me tuve que ir”.

UNA VIDA IMPROBABLE

El cantante tenía apenas 14 años y ya había vivido más vidas que las que cualquier hombre podía soñar, se había codeado con los poderosos, había compartido veladas con artistas, mujeres y alcohol: su biografía, increíble, improbable, parecía escrita por algún dramaturgo trasnochado, quizás con algún sentido extraño del humor y la parodia. Y sin embargo, allí está el hombre de pelo engominado y mandíbula adelantada, en orsai, masticando un tango, otra vez sobre escena: fueron 20 años de exilio sin tocar, y luego otros 26 de depresión y meditación, porque, a su regreso, encontró que lo habían olvidado. Como si nunca hubiera existido.

Pero en 2017, tras un encuentro con Víctor Simón, su director musical de la actualidad (“un fenómeno, hasta me da vergüenza pensar estar cantando con semejante músico”), decidió regresar a escena. “El regreso de Mario Cárdenas”, el show que muestra desde entonces, fue el acontecimiento tanguero del año, donde Cárdenas se mostraba a dispuesto a dejar aquel pasado de éxito precoz y exilio atrás.

“Hago tangos clásicos, pero me gusta también apostar por el tango nuevo”, afirma sobre el espectáculo. Y justifica: “El tango es una rueda en constante movimiento, los artistas del hoy tenemos la responsabilidad de hacer avanzar el tango, porque si no después se la pasan diciendo que el tango es una cosa de tarjeta postal, que está siempre rememorando lo que fue”.

Por eso, “cuando en los shows me piden que cante ‘La última curda’, les digo que si quieren escuchar ‘La última curda’, que lo escuchen por Goyeneche antes de salir de tu casa… Acá vení a escuchar lo que tienen para decir los tangueros de hoy”.

RENOVAR EL TANGO

De hecho, Cárdenas considera que el más grande tanguero de la actualidad “es Carlos Alberto García”. Charly. Y lo cita: “El canta que si trabajás al divino botón, él dice al pedo, pero no me gusta, si cantás al divino botón y estás haciendo algo nuevo, adelante. Y yo lo tomo como una misión de vida artística: cualquier joven que hace algo nuevo, que experimenta, me parece notable. Yo no soy un reaccionario ni en la vida, ni en la política, ni en el tango. La gente tiene que experimentar con el tango, buscar los nuevos mecanismos, las nuevas expresiones del tango. Si no, volvemos a lo de siempre”.

“Pesa sobre nuestra cabeza la década del 40, que fue monstruosa. Pero por eso mismo, si es insuperable, no tenemos que copiarla, sino hacer otra cosa, buscar otros caminos. Expresarnos como artistas del tango de hoy”, insiste Cárdenas. Su postura vanguardista le ha provocado que, como a Piazzolla, “mucha gente me insulta. Pero la mayoría le aseguro que no: los jóvenes están chochos conmigo, porque yo empecé a deconstruir el tango. Eso me lo enseñaron los jóvenes, hay que deconstruir para entender mejor”.

Y Cárdenas deconstruye de forma bien literal: convierte, por ejemplo, el clásico “La Pulpera de Santa Lucía” a “La Pulcía de Santa Lupera”; y “Palomita Blanca” se convierte en su voz en “Blanpa Calomita”. Además, aunque también habrá clásicos, en el show que cuenta con el maestro Víctor Simon al piano y con la artista Dulcinemma Longhi (¿allegada al director teatral, Luis Longhi?) como artista invitada, “van a escuchar tangos escritos en el aquí y el ahora”.

“Y mis historias de vida”, lógico, avisa Cárdenas, que promete un show “donde la gente llora y ríe en partes iguales”.

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