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El proyecto pedagógico de esta pareja de científicos invita a revalorizar la naturaleza como fuente de nutrientes para tener salud y trabaja con el arte como motor
María Laura López Silva
llopezsilva@eldia.com
El sueño de Cecilia Eyssartier -doctora y profesora en Ciencias Biológicas- y Luis Daniel Monterubianesi -profesor e investigador en Nutrición y Salud- surgió hace poco más de 15 años, cuando recorrían comunidades del sur de Argentina en busca de saberes ancestrales relacionados con la alimentación.
Hoy, desde Alemania, la pareja tiene el orgullo de decir que aquello que fueron cultivando durante tanto tiempo dio su fruto: desde ese país de Europa, y con el apoyo de las Naciones Unidas, trabajan con escuelas y organizaciones de distintas ciudades del mundo presentando Pocket Garden, un Programa Educativo basado en la naturaleza y el aprendizaje experiencial apuntado a niños en edad escolar.
Todo comienza con una semilla. Saber qué contiene y como puede beneficiarnos nutricionalmente en es un eje del proyecto que invita a germinarlas para alimentarnos mejor y entender el proceso de la vida, además de observar la maravilla de la naturaleza.
¿Por qué se basan en los germinados? Según estos investigadores, es primordial que se sepa la alta calidad en vitalidad y nutrición que tienen las semillas, un producto de la naturaleza que existe en toda cultura, casi siempre son muy fáciles de conseguir y bastante económicos.
“Siempre pensamos en el tradicional guiso de lentejas. Pero si se puede usar un puñado para germinarlas, eso aumentaría el valor nutricional. Ahí está el valor pedagógico, uno desvaloriza lo que ignora. Es una práctica que implica conocimiento y dedicación”, lanza Luis que agrega: “con un puñado de germinados sobre el plato de la comida están intactas las calidades de las vitaminas porque no pasaron por el fuego y la semilla despierta su vitalidad. Todo eso que está reservado en la semilla para la futura planta es un regalo de la naturaleza para quien lo consume”.
“La idea es generar una herencia de los procesos vitales con la naturaleza, basándonos en la ciencia, pero también comprendiendo el desarrollo de la vida misma que tiene que ver con la salud. Es una dimensión biológica y filosófica, ese es uno de los grandes pilares del programa. Somos con la naturaleza, y debiéramos promover un pensar con la naturaleza, somos lo mismo . El desafío es que pasemos de ser depredadores de la naturaleza y volvamos a ser uno más en la biósfera”, explica el profesor desde Bonn, donde disfrutan del invierno.
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“Apuntamos a los niños porque ellos son el futuro, nosotros los adultos ya tenemos ideas formadas y menos tiempo. Siempre pienso cosas que para ellos puedan ser sencillas y abordables. La alimentación y la germinación están dentro de la currícula escolar, y eso nos favorece porque resignificamos el cómo abordarlo desde un lugar más complejo porque la vida es compleja. Relacionar eso con la nutrición que nos puede proveer la semilla y el aprendizaje que eso nos da, es maravilloso. Todo puede partir en un jardín, en un patio, en un balcón con un frasquito y un puñado de semillas. Es barato y puede ser universal. Nos invita a ser guardianes y cuidar a nuestras semillas locales: cultivarlas, cosechar nuestro alimento”, dice Cecilia, también del otro lado del teléfono.
Es un programa pedagógico que tiene una parte de investigación, por la que están asociados a instituciones educativas. “La idea es conectar a niños de distintos lados del mundo para revelar la curiosidad de cómo son las semillas, los cultivos y apreciar la diversidad biológica y cultural. Eso es lo que queremos cultivar. Este programa invita a volver al acervo cultural y biodiverso de la semilla. Nos invita a ser protagonistas de cultivar un cambio”, enfatiza Monterubianesi.
En 2017, estos docentes, investigadores y dialogadores miembros de Sevengardens de la Universidad de las Naciones Unidas editaron el libro Germinando Vida, tras varios años de trabajo en el área. “El libro surgió a partir de la práctica, fue algo que bajamos al papel. Ese fue el surgimiento. Lo trabajamos en Eureka, un conocido instituto en La Plata, donde los directivos nos permitieron ponerlo en práctica. Las devoluciones eran de los niños y de los padres mismos: los nenes empezaban a comer brócoli, se llevaban el frasco de los germinados a las vacaciones. Se maravillan con asombro de la vida dentro de ellos y se vuelven más receptivos de su propia naturaleza interior”, recuerda la bióloga.
La ecología es otra faceta importante del proyecto de los profesionales. “La complejidad ambiental predominante clama por nuestra conciencia humana más que nunca en este momento. Se vuelve inevitable pensar en nuestra nutrición y nuestra propia salud en estrecha relación con la salud de nuestro planeta, de una manera concreta y sostenible. Así, uno de los principales propósitos de nuestro enfoque es enfatizar la importancia de ser respetuosos con los procesos vitales que ocurren tanto en nuestro cuerpo como en la tierra”, describen.
Para ellos, el ritmo vertiginoso en el que se vive en gran parte del mundo, donde se buscan resultados rápidos y eficaces, “nos hemos alejado de nuestros ritmos circadianos y estacionales naturales. Ni siquiera tenemos tiempo para cocinar o preparar nuestras propias comidas saludables caseras. Buscamos el consejo de otros para decidir qué debemos comer, qué tipo de comida y en qué cantidades”, opinan y así pasan a describir uno de sus objetivos.
“Una imagen poderosa que engloba nuestro enfoque natural es la de `ser jardineros´. La tarea primordial de un buen jardinero es crear el contexto apropiado para que se desarrollen las leyes biológicas y las fuerzas vitales de la naturaleza. No se trata de controlar el proceso de crecimiento, sino de favorecerlo. Por lo tanto, el jardinero debe ser un mediador, un observador atento para comprender lo que se necesita. En este cuadro, el área jardín se asemeja a nuestro cuerpo, y somos los jardineros que propiciamos las condiciones adecuadas para que los procesos biológicos y vitales, inherentes a nuestra humanidad, puedan expresarse en un contexto orgánico saludable. Nuestra perspectiva holística no es meramente una propuesta para mejorar la nutrición y ampliar nuestro conocimiento de la biología, sino para revisar la forma de pensar subyacente, como antesala del camino de nuestras acciones. En particular, es la forma en que concebimos nuestra salud, que en última instancia da forma a nuestros hábitos y estilo de vida”, expresan.
Una vez que se mudaron a Alemania, el libro y sus investigaciones cobraron más fuerza y respaldo, por lo que si bien la pandemia detuvo muchas cosas, ellos trabajaron en silencio y despacio -como la semilla- para poder crear lazos y lanzar este proyecto superador y ambicioso.
“Estuvimos en contacto con otros colegas de otras disciplinas como médicos, biólogos y artistas. Tenemos el sí de universidades de Sudáfrica, Croacia y Alemania para llevar el programa a instituciones educativas. Estamos trabajando en esto de tejer redes, acá no somos conocidos y tenemos que mostrar cuáles son nuestros propósitos. Tuvimos la fortuna de conocer a Peter Reichenbach, un artista alemán iniciador y creador de la red global de Sevengardens. Una de sus actividades es extraer los colores de las plantas de manera natural. Esta red ha trabajado muchos con niños en todas partes del mundo y él nos ayudó a mejorar el proyecto. Integramos a Sevengardens como una parte artística del programa”, cuenta Luis.
Pocket Garden ya está aceptado y este año comienza el trabajo de manera colaborativa con los docentes, “porque la propuesta es adaptar las actividades a la realidad de cada sitio. El libro se va a reformular en cada comunidad para recuperar los saberes ancestrales. Queremos que el proyecto tenga una gran sabiduría local de cada lugar. Es lo mismo que queremos hacer cuando regresemos (decía egresemos) a Argentina, devolver a nuestro país lo que aprendimos”, detalla Cecilia.
De esta manera, habrá una primera etapa online y cuando sea posible viajar y hacer el desarrollo del programa en forma presencial, las tareas se harán codo a codo con los docentes y los niños. En esta fase inicial ya están en contacto con una comunidad educativa de Croacia, otra rural en Mpumalanga y en Ciudad del Cabo, ambas de Sudáfrica.
El material didáctico es este primer libro y una guía de actividades para los chicos que está escrito en alemán, inglés y español. “Tiene pocas palabras y muchas imágenes. Es una propuesta pedagógica para construir y no colonizar, sino revalorizar porque muchas veces se aprende mucho más de las comunidades autóctonas que de las academias”.
Cualquier docente a quien le interese el proyecto puede conectarse con Cecilia y Luis a través de la web www.qumara.net -en Instagram y Facebook se los encuentra como qumaranet-. En la sección de la página donde está Pocket Garden se encuentra la información del proyecto y desde cualquier lugar del mundo es posible registrarse para solicitar que llegue el proyecto a una organización -escuelas, centros de salud, comedores-. Además se puede descargar el primer un capítulo del libro para empezar a trabajar con el paso a paso para comenzar a germinar. “La idea es poder desarrollar el programa donde lo soliciten. Lo lindo es que lo virtual nos invite a conectarnos con lo real, con la vida. Por eso la simple invitación a germinar es enriquecer el menú, las experiencias y validar el proyecto con especialistas de la salud. “Esto tiene un valor sanitario, nutricional y médico que no está en la academia tan profundizado”, subraya Luis.
Como si fuera poco, el programa de estos platenses abarca 17 objetivos de desarrollo sustentable pautados por las Naciones Unidas.
Este es el primer paso del programa donde los profesores explican que se aborda la conexión congnición corporizada, el “aprender haciendo” y poner el cuerpo. “Por eso no sólo aprender de ciencias haciendo un experimento, sino cantando una canción, contando un cuento, yendo a la huerta. En eso entran los conocimientos de cada cultura”, dicen y agregan: “contemplar atentamente la naturaleza nos hace testigos partícipes, con la variable tiempo, que es inigualable: tomarse una hora para ir a la naturaleza en los países nórdicos ya es una actividad que se está implementando como beneficiosa para la salud. Necesitamos sumergirnos en contextos reales y no tanto en los virtuales. Si bien ahora es una manera de mantenernos conectados, lo importante también es tener el contacto con la naturaleza que nos humaniza. No debemos volver a lo normal, sino a lo natural”.
“Apuntamos a los niños porque ellos son el futuro. Se maravillan con asombro de la vida”
“Con un puñado de germinados sobre el plato de la comida están intactas las calidades de las vitaminas porque no pasaron por el fuego”
Luis Daniel Monterubianesi, profesor e investigador en Nutrición y Salud
“La propuesta es adaptar las actividades a la realidad de cada sitio. El libro se va a reformular en cada comunidad para recuperar los saberes ancestrales”
Cecilia Eyssartier, doctora y profesora en Ciencias Biológicasy Salud
“La nutrición que nos da la semilla y el aprendizaje que eso nos da, es muy valioso”
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