Una noche rabiosa: Pequeño Bambi y Vale Cini, juntas en La Plata

“Pánico y locura en Buenos Aires”: así anuncian su gira conjunta, que las traerá mañana a La Plata (a las 21 en 55 entre 17 y 18), Valeria Cini y el proyecto performático de punk-queer cordobés Pequeño Bambi. 

Cini, que lanzó en plena cuarentena “La Bestia Melancólica”, tiene un proyecto de sonidos más ligados a la canción rioplatense y rockera; Bambi, que lanzó primer disco, también durante la pandemia, tras 16 años de existencia, es punk performático, satírico y festivo. Pero en la variedad está el gusto y en la amistad el placer: “Nos caemos tan bien que aprovechamos la música para pasarla juntes”, cuenta risueña sobre la reunión Cini, en diálogo con EL DIA. 

Cini reconoce que “puede ser que los estilos musicales sean diferentes”, pero agrega que hay raíces más profundas que las unen. “La vida nos fue juntando, por amigues entrañables en común, por cruzarnos en distintos encuentros de música de mujeres y diversidades por todo el país… Finalmente, resultó que ambos proyectos editamos nuestro último disco en Goza Records”, explica la también productora. 

Ambas, además, son cultoras de una poderosa poesía queer, y juegan con sonidos contra la corriente, atentando contra los tímpanos adiestrados, adocenados. “Nos parecemos mucho en el modo de trabajar, independiente, tenemos mucho en común. Somos un poco outsiders del sistema y encaramos la música con esa libertad, con los pro y los contra que tiene proponer de esa forma”.

“Estamos en el borde del sistema: esa forma de rebeldía nos representa. Y al final, no es loco el que quiere sino el que puede, hay que bancarse estar en ese borde del sistema, juguetearle, escupirle, de vez en cuando: encontrar compañeres con quienes caminar un ratito juntes en distintos proyectos está buenísimo”, suma Karol Zingali, de Bambi, desde Córdoba.

Jugar en esos márgenes, acepta una de las integrantes del colectivo que nació como performance artística que “ironizaba sobre el sistema de venta en el arte contemporáneo”,  “es un juego peligroso”, pero las impulsa “una pulsión muy fuerte”. Y aunque haya peligro, no importa demasiado: “Bambi, de hecho, se basa un poco en el fracaso, en el error”, en probar, en jugar con los límites, lanza Karol.

Pequeño Bambi lleva década y media de trayectoria, pero debido a los inicios del grupo en el arte performático erótico y rabioso el disco homónimo que mostrarán en La Plata (en un show que tendrá de invitados a Diego Martez y Cata Raybaud) es su primer trabajo; Cini, en cambio, lleva seis discos como solista (es además parte del grupo folk Sentime Dominga), el último de los cuales es “La Bestia Melancólica”, siete canciones y un track que en la voz del locutor Nacho Gagliano nos invita a un viaje a través de la astrología, la mitología, la historia de las religiones, en caminos espirituales y psicoactivos como los que propone Aldous Huxley en “Las puertas de la percepción”. Una propuesta ideal para los tiempos pandémicos que parecemos estar dejando atrás, pero quién sabe.

Lo cierto es que con discos bajo el brazo, ambas no pudieron salir a mostrarlos en las pistas de baile por la situación sanitaria: esos encuentros con otres, esos espacios donde ellas mismas se encontraron, pasaron un buen rato cerrados. Pero con ese impulso de los artistas independientes de seguir ante todo, le encontraron una vuelta.

“Para nosotras, más allá de la tragedia sanitaria, fue una especie de milagro”, dice Karol. Acostumbradas a pasar tiempo girando y tocando, y también conectadas a otros proyectos, les integrantes de Pequeña Bambi grabaron las canciones del primer disco en febrero de 2020, justo antes del cierre. La pandemia les permitió frenar la vorágine cotidiana y trabajar esas canciones en profundidad: fue un tiempo detenido, dedicado al disco, “dos meses de trabajo intensivo que no podríamos haber hecho de otra forma”. Karol incluso sacó un permiso de jardinera para cruzar los controles en Córdoba y poder llegar al estudio y vestir esos temas. “Jardineras del mundo le puse a la empresa”, se ríe.

Cini, en tanto, se manejó “todo lo que pude en la virtualidad. Fue difícil, pero de mucho aprendizaje, y encontré recursos desconocidos”, relata la artista que se mostró de forma virtual y mechó algunos shows “cuando se abrieron las compuertas, y fue mágico”.

“Yo nunca paré, hasta me puse a hacer un taller de marketing digital para músicos, porque entiendo que tengo que amigarme incluso con lo que no me gusta: y no me gustan las plataformas, no me gustan las compresiones, amo el disco, era una fuente de ingresos para los músicos independientes muy importante”, dice Cini.

Y en ese sentido, la artista reflexiona sobre el presente, un presente que ya había comenzado antes de la pandemia, con el cambio de modelo que propusieron las plataformas, y que se ha profundizado tras un año y medio sin acceso a los shows, el otro gran ingreso de los artistas de la independencia.

“Es necesario repensar las cosas. Les artistas invertimos permanentemente en generar contenidos de calidad. Muchas veces decidimos entre irnos de vacaciones o invertir en un video o un disco”, lanza, y Karol se suma en esa cruzada: “El arte fue un refugio y demás, el rol del arte estuvo muy claro durante la pandemia, fue imprescindible la conexión a través de la literatura, la música, el cine… pero la realidad es que al principio de la pandemia empezamos haciendo algunos streamings, y es algo que le funcionó a algunos artistas mainstream, porque la gente no compra los streamings”, explica. Entre el ideal, las ideas de autogestión en el medio digital que tantas veces se promulgan y lo que el público dice que siente, y la realidad del artista independiente “que no sabe si comprarse zapatillas o contratar para filmar con dos cámaras” hay un abismo, agrega.

Cierra Cini: “Es muy difícil, aunque trabajes hace mucho tiempo, salir de esa palabra emergente, si no te pasan en los medios nacionales, a no ser que cumplas con ciertos requisitos que sirvan en ese momento. Esa es la gran ausencia que siento hoy. En los medios masivos no se cumplen las leyes de difusión, y eso a la hora de darse a conocer es importante. Podés trabajar las redes, moverte, pero queda hasta ahí. Yo me pregunto qué sería hoy en día de Spinetta, con sus rarezas, su poesía: dudo que le dieran cabida”.

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