"Qué será del verano": una vida de película

El realizador Ignacio Ceroi presenta esta noche, a las 20 en el Cine Select, en el marco del Festifreak, la historia de Charles, un hombre que se le apareció en una cámara usada y con el que intercambia cartas para imaginar su vida

Ignacio Ceroi viajó a Francia con su novia: iban a estar tres meses, por trabajo de ella, pero él no tenía mucho para hacer. Entonces apareció Charles, en la pantalla: Ceroi compró una cámara usada y descubrió en su interior a un hombre y sus perros. “Es un corto”, pensó el director. Y le escribió a Charles. 

Y así comenzó una relación epistolar entre ambos: aquellas cartas revelaban una vida de película, e iban construyendo algo más que un cortometraje sobre un señor y sus mejores amigos caninos, una película sobre relaciones sentimentales, viajes infinitos, conflictos bélicos, soledad y aventuras: la película resultante se llama “Qué será del verano” y se verá esta noche, a las 20, en el Cine Select, en el marco del Festifreak, mientras en paralelo se muestra en Biarritz.

“Le escribí para avisarle que había encontrado ese material. Sin mucha expectativa, aunque intentando tantear la situación, ver si podía usar eso: iba a estar en Francia tres meses sin mucho por hacer, y pensaba editarlo, armar un corto”, explica Ceroi sobre la pulsión que lo llevó a acercarse a Charles.

En principio, mientras tanto Ceori intenta regresar a la Argentina en un vuelo de repatriación en plena pandemia, vemos a Charles paseando con sus perros (Jamón y Queso, en honor a su pasión por los sandwiches) y conocemos parte de su pasado, su pareja, su trabajo en una fábrica que quiebra, su paso por Camerún... Las aventuras se bifurcan y se enredan, impulsados por el afán de contar. 

Y es que Charles es tan persona como personaje, avisa el realizador de “Una aventura simple” dentro de la película, y luego otra vez en diálogo con EL DIA: en el filme su voz en off le dice al espectador que hay allí un juego cinematográfico, al avisarle a Charles que el intercambio epistolar tendrá como objetivo “imaginar su vida”. 

“Desde ese momento sucede algo en la película, ocurre un efecto en la película donde se asume que todo lo que se dice es verdad, proviene de las cartas, pero yo desde el inicio evidencio que la película va a tener esa pulsión lúdica con el material”, explica Ceroi.

Sin embargo, el juego de lo verdadero y lo falso no le interesan. “No es una pregunta tan interesante: no importa, la película si no se reduce a si es verdad o no, como si eso le diera más o menos valor. Para mi la idea era que veas la película y te entregues a un relato como espectador, conmoverte, tener la experiencia de cómo es un viaje. Hacer uso de ciertos procedimientos del cine para narrar una historia con un material encontrado”, afirma.

Y jugar entre la verdad y la ficción es, por otro lado, un procedimiento habitual en el cine, como demuestra, recuerda Ceroi, el primer documental de la historia, “Nanuk, el esquimal”, en el que al final Robert Flaherty había realizado una puesta en escena de la vida de aquellos hombres y mujeres que vivían del frío.

“Es que desde el momento en que uno pone una imagen empieza a construir un relato, ya hay manipulación”, dice Ceroi. “En todo caso, quizás en mi película eso está más latente”.

“Qué será del verano” forma parte de la competencia argentina de largometrajes, donde son varias las películas que parten de lo real para difuminar las fronteras entre verdad y ficción. Ceroi dice que, en su caso, el trabajo desde lo real quizás tuvo que ver con el contexto: realizada enteramente en pandemia, durante los momentos más estrictos de la cuarentena, para el cineasta no había otra cosa que hacer, como realizador, que “en un momento donde no se podía salir a filmar, visitar materiales del pasado”.

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